Universidad Nacional del Litoral
Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo
Resumen
Habitar el valle de inundación del río Paraná se presenta como uno de los más desafiantes escenarios en donde, ocupación y tensión naturaleza-cultura, resultan inevitables. La complejidad del horizonte requiere incorporar dimensiones creativas. El trabajo considera el desarrollo sustentable como proceso de despliegue multidimensional cualitativo de potencialidades que vinculan la valoración del paisaje cultural con el patrimonio como recurso para el desarrollo. Se presenta la condición insular como fuerza territorial en la matriz natural, las transformaciones y las persistencias posibilitando criterios proyectuales.
Palabras clave
Paisajes, Desarrollo sustentable, Patrimonio cultural, Río Paraná
Recibido
19 de marzo de 2021
Aceptado
20 de mayo de 2021
Introducción
Existe consenso en la comunidad internacional sobre la definición del desarrollo sustentable como “la satisfacción de las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades” (Naciones Unidas, 1987). Gilberto Gallopín, uno de los científicos de referencia que se ha ocupado del tema (2003, 2006, 2010) distingue sustentabilidad de desarrollo sustentable: la sustentabilidad es el atributo de los sistemas abiertos, y desarrollo sustentable es el proceso de cambio direccional, mediante el cual un sistema mejora de manera sustentable a través del tiempo. Este “proceso de cambio resulta asemejable al concepto de despliegue cualitativo de potencialidades de complejidad creciente” (Gallopín, 2003, p. 21). Debido a la insoslayable vinculación entre sociedad y naturaleza, el sistema concebido en forma integral –unidad básica del desarrollo– se presenta como la única opción que tiene sentido procurar. Enmarcado en esta generalidad conceptual, el valle de inundación del río Paraná, entre las ciudades de Santa Fe y Paraná, es el caso de estudio, unidad de análisis y proyecto que se presenta en este artículo.
Estos ambientes, que representan más de dos tercios del ejido de la ciudad de Santa Fe, la totalidad de la ciudad de San José del Rincón y la comuna de Arroyo Leyes, se diagnostican como un área subdesarrollada, con un estilo de desarrollo no sustentable (Mihura, 2013, p. 505): la ocupación del valle resulta tan habitual como inevitable, así como inevitable resulta el conflicto entre conservación y desarrollo, entre procesos naturales y culturales.
Por un lado, el río es el principal factor modelador (Burkart, Bárbaro, Sánchez y Gómez, 1999, p. 42), la costa y la zona de islas son originadas en los movimientos generados por la corriente de agua y el transporte de sedimentos, la naturaleza hace que el río sea su propio arquitecto. Por otro, el río es motivo estratégico para la ocupación de sus orillas, ciudades, emplazamiento de puertos, áreas de producción e infraestructuras. Esta geografía fluvial ha condicionado históricamente procesos de asentamientos y su distribución fragmentaria en tierras insulares de alta vulnerabilidad hídrica, con repercusiones ambientales, económicas y sociales.
En particular, se destacan Alto Verde y el paraje La Boca, ambos barrios fluviales de la ciudad de Santa Fe, surgidos con la construcción del Puerto a inicios del siglo XX, momento en cual se produce una de las modificaciones más profundas en ese territorio de humedales. A pico, pala y carretilla se abrió el canal de acceso de más de siete kilómetros de largo, rectificando y profundizando el cauce del río. Sobre la tierra depositada a un lado, se asientan los primeros pobladores. Desde 2011, el Proyecto de Extensión de Interés Social (PEIS) de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) “Guardianes del Río, jóvenes al cuidado del patrimonio natural y cultural de Alto Verde e Islas”, viene reuniendo informaciones significativas, en donde identidad y singularidad de gentes, escenarios paisajísticos, riqueza biológica, contrastes y vulnerabilidad hídrica son parte del paisaje cotidiano.
La convergencia en torno a Alto Verde y el paraje La Boca de investigaciones interdisciplinarias y orientadas a problemas, procesos de extensión y prácticas de educación experiencial, constituye un desafío metodológico y una oportunidad única para intentar traducir en términos teóricos una variedad irreductible de perspectivas y saberes.
El paisaje, entidad percibida, nutrida de conocimiento diverso, se abordó en importantes investigaciones en el área portuaria de Santa Fe (Fedele, 1999, 2011a, 2011b) y en el área de la costa (Collado, 2011; Bertuzzi, 2006, 2010, 2012, 2015). El paisaje cultural aparece como uno de los más potentes conceptos de interpretación del área en Bertuzzi (2006, 2010, 2012, 2015), en particular cuando considera la costa santafesina en el tramo entre La Guardia y San Javier, integrada en el albardón costero a lo largo de la Ruta Provincial Nº1, concebida en una lectura en red a partir de sus características comunes naturales y culturales, y otorgándole un carácter proyectivo como Parque Fluvial del río Paraná (Bertuzzi, 2010, p. 154). Esta hipótesis interpretativa en red en clave de patrimonio cultural, deja sin considerar la parte sur del área de este estudio.
Actualmente, la denominación de paisaje/s insular/es, referida al área de la Micro Región Insular (MRI) resulta cada vez más frecuente [1], lo que hace imprescindible su explicitación conceptual. Para esto, resultan particularmente útiles las lecturas yuxtapuestas que plantea Jean-Marc Besse (2006, p. 155) encadenando enfoques sistémicos y experiencias, y la narrativa por episodios como estrategia argumental e hilo conductor.
Lo que se propone entonces este trabajo es:
1. Reunir experiencias e informaciones que den cuenta de la característica insular de los paisajes del área de estudio a partir de una sucesión de episodios.
2. Demostrar que la condición de insularidad emerge como el carácter (Mata Olmo, 2008, p. 155) fundante de una identidad territorial, atravesando patrimonio natural y cultural.
3. Presentar la condición insular como idea-fuerza territorial (Sabaté Bel, 2004, p. 8), clave para un proyecto que motorice un desarrollo sustentable entendido como despliegue de capacidades endógenas del sistema integral tendientes al mejoramiento de la calidad vida.
Micro Región Insular como espacio proyectual
La Micro Región Insular es un espacio proyectual definido en el marco del proyecto de investigación “Procedimientos de Gestión del Desarrollo Sustentable en Áreas Inundables con Gobernabilidad Difusa. El turismo sustentable como estrategia de gestión de la Micro Región Insular Santa Fe, Rincón y Arroyo Leyes” [2] y gestionado por el Programa Ambiente y Sociedad (UNL, s.f.a). Surge como iniciativa de colaboración entre la universidad y los gobiernos locales de Santa Fe, San José del Rincón y Arroyo Leyes, con el acompañamiento de la Secretaría de Turismo provincial. Es el área de la provincia de Santa Fe ubicada en el valle de inundación del río Paraná entre las ciudades de Santa Fe y Paraná. En la investigación se describe a la MRI como una isla rodeada de agua: sus límites son el Arroyo Leyes al norte, el Canal de Acceso al puerto de Santa Fe al sur, el río Paraná al este y la laguna Setúbal al oeste. Se define un área de una superficie de unos 500 km2 y población que supera los 60 mil habitantes, conformando una unidad de desarrollo a partir del turismo sustentable como estrategia de gestión que ha sido reconocida como Micro Región Turística en el marco del Corredor de la Costa.
Estos territorios están atravesados por riachos, arroyos y zonas de islas, más del 70% de su superficie corresponde a ambiente de humedales y poseen alta biodiversidad; con un patrimonio natural y cultural asociado a esa riqueza, a las huellas de los usos y procesos productivos que en ellos tienen y tuvieron lugar; con poblaciones y dinámicas heterogéneas; servicios e infraestructuras insuficientes; patrones de uso del suelo no concertados interjurisdiccionalmente y dispar grado de concientización y preparación frente a la vulnerabilidad del riesgo hídrico.
Entre los resultados de la investigación se presenta el río Paraná como el eje estructurador y sus canales trenzados dando forma al territorio, figura que representa la iniciativa del turismo sustentable como la estrategia de desarrollo que entrama cuidado de la naturaleza, patrimonio natural y cultural y singularidad de gentes en propuestas de generación de oportunidades de empleo e inversión. Aquí, pensar en un turismo sustentable, implica: 1) el reconocimiento, cuidado y manejo del patrimonio natural y cultural; 2) la definición de modos de habitar, la generación de consensos sobre uso del suelo y la realización y creación de actividades sostenibles; y 3) la consolidación de acuerdos de gobernabilidad y políticas (Mines, Tosello y Mihura, 2015).
En setiembre de 2019, la UNL ha postulado la Micro Región Insular en la categoría provincial de Reserva Hídrica [3]. Su posible reconocimiento legislativo, constituye una herramienta para la gobernanza de recursos naturales y culturales, la gestión del riesgo y un desarrollo sustentable, una oportunidad para la investigación, la educación y el desarrollo cuidadoso de actividades económicas como el turismo.
Alto Verde y La Boca, lugares para pensar el sistema insular
La definición del sistema completo MRI en el marco de la investigación a escala macro, y los proyectos de extensión universitaria desarrollados por más de ocho años en Alto Verde y La Boca ya mencionados [4] a escala micro, fueron arrojando las claves para pensar lo insular y sus posibles conexiones como una identidad territorial dominante.
Por un lado, en los estudios de paisaje mencionados, el área macro es leída como un encadenamiento de centralidades de La Guardia, Colastiné Sur y Norte, San José del Rincón y Arroyo Leyes, asociadas a partir de rasgos comunes, singularidades y la búsqueda de argumentos; quedando Alto Verde, la Vuelta del Paraguayo y el paraje La Boca como nodos emergentes para ampliar la lectura en red como objetivo de completamiento expresado en trabajos anteriores [5].
Por otro lado, si bien Alto Verde es considerada en diversos estudios (Fedele, 1999), como una isla modificada por la construcción del puerto que originó el asentamiento, resulta pertinente extender esta interpretación del territorio más allá, en la búsqueda de rasgos y cualidades de lo insular.
El paisaje cultural y la construcción de episodios
La noción de paisaje cultural adoptada en este trabajo requiere una interpretación estructurada; esto es, elaborar una narración (hilo argumental, historia oculta) del territorio (Sabaté Bel, 2004). El análisis procesual del territorio desde la perspectiva del paisaje plantea la descripción y análisis de datos y materiales que aportan varios ángulos a la mirada –social, ambiental, pero también ideológico y cultural–, así como diferentes escalas geográficas, ordenadas en una sucesión temporal. Este último punto implica la lectura evolutiva del paisaje a través de la estratificación historia de valores y atributos culturales y naturales (UNESCO, 2011) y su percepción plurisensorial traducida en episodios.
La estrategia que se elige para describir el proceso de construcción cultural del paisaje en el área de estudio, es indicativo de ciertos momentos: “operaciones que realiza la sociedad en su relación con la naturaleza como las acciones que originan nuevas formas, estructuras y funciones en el territorio” (Gioria, 2009, p. 27), momentos en los que, aspectos tales como los imaginarios asociados a esta historia, persisten en la memoria a través de diferentes registros (relatos de viajeros, actas, imaginarios, entre otros).
Los momentos se identifican a partir de episodios significativos que marcan ese proceso de transformación.
Episodio 1. La forma natural del río
Las ciencias hídricas estudian la morfología de los ríos como agentes modeladores del paisaje. Los ríos generalmente desarrollan tipologías de cauces entrelazados o meandriformes en respuesta a la producción de sedimentos a nivel de cuenca, la pendiente del lecho a escala regional, y a los procesos de erosión de las orillas a escala local.
El Paraná Medio, se caracteriza por ser un río típico de llanura con fondo móvil, en el cual la planicie de inundación se dilata en comparación con su tramo superior, las aguas se vuelven más turbias y lentas y se forman varios brazos que producen la formación de islas bajas (Mihura, 2013, p. 506). Estas islas tienen la forma de “platos hondos”, con perímetro alto por la acumulación de sedimentos más gruesos y centros bajos, lagunas u ojos de agua.
Por un lado, esta eco-forma presentada en Rubén Pesci, Jorge Pérez, Lucía Pesci (2007, p. 218) es un concepto trasladable al concepto de lo insular ya que es rápidamente reconocible en los mapas. Esta morfología del río da origen a la representación de los canales trenzados y las islas del isologo de la Micro Región Insular que se muestra en la Figura 4.
Por otro lado, los canales trenzados, claramente representables como delimitación de las islas y caracterización de la Micro Región Insular, no son fácilmente perceptibles desde la escala humana. Estos canales se presentan al observador con orillas variables por la modelación del río, por los sedimentos o agrupaciones vegetales, con bordes recorribles; en los cuales la unidad de la isla no aparece como una entidad reconocible tan claramente como se realizaba desde la visión del mapa.
La mirada del mapa, desde arriba, coincide con la del geógrafo, mientras que la del arquitecto, desde la escala humana, aporta un punto de vista oblicuo según José Francisco Sancho Comins (2000). Integrar ambas miradas resultan de valor en la definición de la forma insular.
La isla a la que se accede por cursos agua está presente en los relatos de viajeros del siglo XIX. Lina Beck Bernad (2013) relata la llegada a la ciudad de Santa Fe por barco cuando aprovechan “para visitar una isla encantadora a la derecha: La isla de Rincón tiene magníficas praderas, cultivos y un hermoso pueblo con una iglesia blanca que brilla a lo lejos en el fondo del azul del cielo” (p. 64).
El área referida al paisaje cultural insular en el presente trabajo ha sido abordada por diversos estudios, algunos ya mencionados. Particularmente Adriana Collado (2011), señala que “hay una constante de todos los relatos: es la idea de aislamiento al que los pobladores estaban sometidos” (p. 16). Habla de una visión paradojal y por momentos contradictoria: “el río, que tradicionalmente había significado comunicación, circulación, movimiento, pasaba a representar aislamiento” (p. 16).
En el mismo libro, Luis Müller recupera la acción de los artistas que plantean distintas miradas sobre el paisaje costero, “modos de ver y representar, de percibir sensaciones y expresar emociones, producir imágenes que van construyendo una definición cultural de ese territorio, que se constituye como paisaje en la medida en que es observado y apreciado por alguien” (Collado, 2011, p. 23). Pintores –especialmente acuarelistas–, escultores, escritores y músicos han nutrido el imaginario litoraleño o costero con su importante obra. Supisiche, Matías Molinas, Pucinelli, Estrada Bello, Arancio, el Kiwi, Birri, Guaraní, Saer, son algunos de los que inspiraron sus obras en estos territorios que hoy las evocan.
Había una vez un nene que se llamaba Wenceslao. Su papito era pescador, y vivían en una casita preciosa a la orilla de un río. En ese país el río tenía muchas, pero muchas orillas, y no dos, como en otros países, porque el río era muy ancho y estaba lleno de islas en el medio (Saer, 1974, p. 19).
Las múltiples orillas de “un río lleno de islas” de Saer, son la imagen poética representativa de la mirada vertical de la forma natural del río en el mapa: canales trenzados con islas. La definición cultural del paisaje, la identificación de la idea fuerza territorial insular, encuentra su episodio de partida en la eco-forma, matriz natural insular representada en “un río lleno de islas”.
Episodio 2. La isla transformada por el puerto
La acción antropizadora del hombre sobre la naturaleza se manifestó concretamente en las operaciones que se le realizaron sobre las formas de estos territorios fluviales en la construcción del puerto de ultramar (1904-1910); generando una tensión entre naturaleza y cultura.
En particular, el límite material de geometría abstracta es irrupción no coincidente con la topología del lugar, en la acción realizada en la construcción de los diques. Según se menciona en las transformaciones materiales analizadas por Javier Fedele, el objetivo es “transformar el perfil de la costa, la línea de frontera entre lo artificial y lo natural, domesticar al río en su acción destructora de la costa de la ciudad y recreando un nuevo lugar” (Fedele, 1999).
En el relato del surgimiento del barrio Alto Verde con las acumulaciones de los sedimentos y tierras –quitados para dar paso al canal de acceso al puerto– se vuelve a manifestar la operación de transformación sobre el río y sus formas “en estas islas donde la fauna enriqueció el majestuoso esplendor de sus serpenteantes arroyos […] la isla Los Mellados conoció mucho antes de 1910 el aguijón que tremendamente le clavaron las dragas Santa Fe y Belgrano, mordiendo con fiereza la tierra islera” en palabras de Ricardo Centurión (2000) en su poesía Mi barriada de ayer.
En el transcurso de los años, otra vez la operación no interpretó el paisaje y la transformación propuesta fue la modificación de la forma natural. El carácter isleño del barrio Alto Verde “necesitaba un terraplén que lo proteja del aumento de las aguas de las lagunas que caracterizan estas islas, y de un puente palitos que en 1962 lo conectó con la ciudad” (Gioria, 2009, p. 115). La tensión naturaleza-cultura reaparece desdibujando la isla atrás del terraplén.
Evidentemente, las transformaciones estaban orientadas con el pensamiento hegemónico de la modernidad que no incluía una interpretación del paisaje insular. La acción misma de la transformación era pensada sin mediar consecuencias sobre los impactos al entorno natural. No obstante estas intervenciones sobre la forma de las islas no impidieron que la fuerza insular se manifieste.
Episodio 3. La persistencia de la isla
Las referencias a lo insular del territorio se siguen comprobando, en las actuales denominaciones catastrales de las nuevas formaciones isleñas como una toponimia recurrente. Un primer ejemplo, se da en los datos documentales de los empadronamientos recientes. En el expediente se recurre a la denominación de la isla fiscal s/n, entre la isla Los Mellados y isla La Tona como referencias cercanas, nuevamente insulares [6]. Un segundo ejemplo, lo constituye la denominación de terrenos fiscales en los cuales se dispone un área natural protegida en referencia a la mensura de la isla Mellados.
Los imaginarios recurren a la misma imagen de lo insular. Dentro de las publicaciones periódicas de Alto Verde, se hace mención a su vecina isla, “hacia el sudeste de la ciudad, a orillas del río, se extiende el ultimo paraje y quizás el más bello de Alto Verde, conocido como La Boca es sinónimo de amabilidad y tranquilidad, pero también de marginación” (Veaute y Saucedo, 2015, p. 4). De igual modo, expresa la mayor distancia y aislamiento en el territorio “cuando viene la crecida del río y tapa el camino de acceso, son causas que hacen que a La Boca la apoden literalmente, la isla”, al referirse a La Boca como “La isla de la isla” (p. 4).
El carácter insular actualmente se refuerza a partir del relato generacional [7]. Los elementos que persisten en las narraciones de los vecinos de diferentes edades y ocupaciones sobre los lugares que son representativos para su vida cotidiana y de su calidad de vida, refieren a elementos caracterizadores de la isla que han surgido en los episodios ya mencionados. Los cuales han surgido tanto en los relatos de viajeros, en las representaciones de los artistas y los imaginarios comentados.
Los elementos característicos del patrimonio cultural, tanto material como inmateriales trabajados refieren a estos episodios. Las postales que integran la Colección de Postales de la Micro Región Insular (UNL, s.f.b) son representaciones de relatos visuales que también retoman y sintetizan los elementos de caracterización de la Micro Región Insular a partir de la identificación de elementos que pertenecen al patrimonio cultural del paisaje insular. En alguna de ellas se hace referencia a sus aspectos materiales (la isla, la jirafa, las canoas) e inmateriales (empanadas, construcción de instrumentos, la pesca, los bailes).
La dimensión natural de isla se mantiene constante y persiste en la dimensión cultural, en la cual la entidad refiere alas geometrías representativas de los mapas presentes en los catastros que referencian superficies y posiciones; al igual que en las imágenes recurrentes que emergen y resurgen en el imaginario; como así también en el argumento en la construcción de relatos visuales.
Episodio 4. La isla/las islas para pensar el proyecto
Los episodios analizados ofrecen una interpretación del paisaje cultural a partir de reconocer el carácter insular. La matriz natural, las transformaciones y las persistencias confirman el carácter insular del paisaje a través de los diferentes momentos como una idea recurrente cuya fuerza está ligada a lo territorial.
Esta idea fuerza territorial, hilo conductor, permite a la vez, generar un cuarto episodio de carácter proyectivo. Sobre los episodios se presentan categorías que permitan inferir algunas aproximaciones a criterios proyectuales para el área de estudio.
Colección de postales del patrimonio natural y cultural de la Micro Región Insular. Serie Paraje La Boca: El semáforo y Los bombos del gringo.
Fuente: PEIS 2016 “Turismo sustentable en el paraje La Boca y Programa Ambiente y Sociedad”, SESyC, UNL.
Matriz natural
La matriz natural leída como un río con islas y canales trenzados se constituye en un a priori del proyecto; que requiere ser reinterpretado para cada planteamiento o ideación sobre este territorio insular.
Transformación-intervención
A partir de interpretar la matriz natural, la transformación propuesta debe ser guiada. El carácter insular, como sentido proyectivo de esa interpretación, es la guía para proponer cualquier tipo de transformación. La sustentabilidad de un asentamiento está dada por la forma de relación con la naturaleza, posibilidad de permanencia, crecimiento y expansión.
Persistencia
La matriz natural que persiste en la cultura es un aporte a la gestión y gobernanza del proyecto. Este, al recuperar las persistencias, confirma los valores culturales compartidos que se han ido manifestando en el paisaje cultural en tanto la percepción acordada del territorio. De este modo la idea fuerza del paisaje insular aporta los valores naturales y culturales, de un patrimonio insular como recurso para el desarrollo territorial.
La fuerza insular de “un río lleno de isla”.
Fuente: relato gráfico de Virginia Monasterolo.
Conclusiones
Habitar el valle de inundación del río Paraná se presenta como uno de los más desafiantes escenarios en donde la ocupación y la tensión naturaleza-cultura resultan inevitables. La complejidad del horizonte requiere incorporar dimensiones creativas. Por lo cual, el trabajo consideró el desarrollo sustentable como proceso de despliegue multidimensional cualitativo de potencialidades que vinculan la valoración del paisaje cultural del área insular con el patrimonio como recurso para el desarrollo en su carácter proyectivo.
Los tres primeros episodios: matriz natural, transformación-intervención y persistencia, dejaron emerger interpretaciones que hacen visible las direcciones futuras de un paisaje insular. De este modo, el cuarto episodio retomó estos momentos anteriores reagrupados en categorías que permiten reflexionar anticipadamente sobre los proyectos que sobrevengan a intervenir estas áreas, y empezar a considerarlas como criterios a aplicar.
En síntesis, se presenta la condición insular como la fuerza territorial, hilo conductor que atraviesa desde el patrimonio natural y resurge persistentemente en lo cultural. Por lo tanto, requiere ser empleado como argumento para el despliegue de las capacidades locales que hagan posible el desarrollo sustentable y finalmente, así afrontar los desafíos de la complejidad de un río muy ancho ■
REFERENCIAS
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NOTAS
1. Recorriendo Paisajes insulares es la propuesta del PAS, SESyC, UNL orientada a promover el turismo como estrategia de desarrollo sustentable de la Micro Región Insular Santa Fe, San José del Rincón y Arroyo Leyes, visibilizando su patrimonio natural y cultural (UNL Noticias, 2019).
2. En ambos espacios universitarios de investigación y extensión está involucrada una de las autoras de este artículo. CAI+D 2016 Procedimientos de Gestión del Desarrollo Sustentable en Áreas Inundables con Gobernabilidad Difusa. El turismo sustentable como estrategia de gestión de la Micro Región Insular Santa Fe, Rincón y Arroyo Leyes. (FICH, UNL). Dirección: Mag. Ing. Enrique Mihura y co-dirección: Mag. Arq. Patricia Mines. Programa de Extensión Ambiente y Sociedad (SESyC, UNL) Dirección: E. Mihura. Coordinación patrimonio cultural: Mines.
3. Reserva Hídrica o Humedal es una de las categorías en que la Ley Provincial Nº 12.175 (2003) clasifica las áreas naturales protegidas. Un área protegida es un “área definida geográficamente que ha sido designada o regulada y es administrada a fin de alcanzar objetivos específicos de conservación”. Constituye una estrategia a largo plazo para la conservación de la biodiversidad natural y cultural. Las áreas protegidas requieren la participación e involucramiento de todos los actores tanto públicos como privados, en donde la identificación y el consenso respecto de los valores a proteger resulta indispensable.
4. Proyectos de Extensión de Interés Social (PEIS) 2011 y 2013 “Guardianes del Rio, jóvenes al cuidado del patrimonio natural y cultural de Alto Verde e Islas”; PEIS 2016 “Turismo sustentable en el paraje La Boca”; PEIS 2018 “Paraje La Boca: Turismo sustentable en la MRI” (FADU-UNL).
5. PEIS 2014 “Nuevos territorios, nuevos consensos. Propuesta de turismo sustentable en el paraje La Boca” (FADU-UNL).
6. En el marco de las actividades del PEIS 2014 “Propuesta de turismo sustentable en el paraje La Boca”, se realizan las averiguaciones tendientes a identificar un predio en comodato de la Escuela O. Rupp en el extremo sur del paraje, próximo a las ex instalaciones portuarias. Como resultado de la inexistencia de información catastral, se procede a la “denuncia de la nueva formación” dando lugar al procedimiento de alta de una isla fiscal s/n, empadronamiento y declaración de la escuela como cuidadora ad honorem.
7. Actividades enmarcadas en el PEIS 2018 “Paraje La Boca: turismo en la MRI y AET 2018 Guardianes del río”.
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Mines, P. B. y Galarza, A. de los M. (2021, mayo-octubre). “Un río muy ancho, lleno de islas”. La fuerza territorial del paisaje insular. [En línea]. AREA, 27(2). Recuperado de https://www.area.fadu.uba.ar/area-2702/mines-galarza2702/