Reseña de libro. Lo radical de la metáfora


LAURA A. IRIBARREN

Universidad de Buenos Aires
Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo

Recibido
1 de octubre de 2022
Aceptado
18 de octubre de 2022

Reseña de libro

La metáfora en el arte. Fundamentos y manifestaciones en el siglo XXI

Elena Oliveras. 2021.
Paidós. 304 páginas.
Idioma español.
ISBN 9789501203332.

En el año 2007 Elena Oliveras publicó La metáfora en el arte, obra que ha sido premiada y citada como referente para el estudio del lenguaje del arte. En esta reedición, ampliada y modificada, la investigadora recupera esta larga trayectoria de estudio sobre la metáfora y logra articular, por un lado, la reflexión teórica y, por el otro, el objetivo de delimitar herramientas que contribuyan a describir y analizar su funcionamiento en la actualidad. Abordar el estudio de la metáfora en el arte implica introducirnos en un mecanismo que para Oliveras es esencial. El lector deberá estar dispuesto a desanudar las zonas grises, desandar caminos ya transitados por la retórica y la semiótica, y centrar la atención en el “hacer ver”, un denominador común para el campo expresivo y el interpretativo.

Como se anuncia desde las primeras páginas, la metáfora visual es esencial al arte porque construye una mirada a partir de otra cosa. Una idea que se desarrollará en los sucesivos capítulos y que, en definitiva, es central al coincidir con la actividad creativa propia del arte: la unión de dos estados del mundo de una manera diferente. En palabras de Oliveras:

El placer de la metáfora deriva de los juegos de la fantasía cuando, más allá del efecto sorpresa, son capaces de generar una figurabilidad peculiar y un espesor semántico desconocido (p. 70).

Con estilo didáctico y rigurosidad teórica, esta obra nos invita a trascender el campo del arte para observar que la metáfora es esencial al pensamiento humano y, por ende, a todas las formas de expresión. Se trata de un modo de aproximación al mundo que atraviesa no solo nuestro lenguaje cotidiano –como demostraron en Metáforas de la vida cotidiana George Lakoff y Mark Jonhson (2017) en los años ochenta– sino también el discurso científico o académico en diversas disciplinas, como la filosofía o el psicoanálisis. Esta amplitud de la noción de metáfora atraviesa toda la obra. Por ejemplo, la capacidad cognoscitiva es trabajada en un capítulo dedicado a las metáforas en el discurso filosófico. Allí se explica el funcionamiento del río de Heráclito, el wink de Jean-Luc Nancy, la caverna de Platón, el caminante de Friedrich Niezsche y el rizoma de Gilles Deleuze y Félix Guattari, entre otros.

El libro, de 15 capítulos, posee una estructura que va desde lo específico de la metáfora, tal como es planteado por diversos enfoques –como la retórica aristotélica, el grupo µ, teorías interaccionistas, entre otros– para luego distinguir las diferencias entre metáfora, símbolo y alegoría. Estas distinciones permiten reflexionar sobre la relación entre metáfora y verdad como modo de contribuir en la explicación o a la construcción del conocimiento. Luego la autora identifica las metáforas más relevantes del mundo filosófico (mencionadas previamente). Y, por último, encontraremos una serie de análisis de las variantes metafóricas surgidas en el arte del siglo XXI que exhiben la fuerza hermenéutica de la metáfora.

Rendir cuentas de la metáfora de manera sistemática –tal como la conceptualiza la neorretórica por ejemplo–, caracterizar a la metáfora visual y finalizar en una concepción más amplia que abarque los modos de pensamiento, es un tarea que se basa en la siguiente hipótesis:

Así como la metáfora ha servido de modelo al trabajo poético, la metáfora visual sirve, a su vez, de modelo perceptivo visual del trabajo metafórico en general (p. 19).

Esta afirmación nos recuerda cuestiones tratadas por Ludwig Wittgenstein, y retomadas por Tomás Maldonado, acerca de la imagen como modelo. Para esta concepción, la imagen no es un enunciado sino una proposición, por lo tanto, es una forma del conocimiento del mundo. Frente a los objetos del mundo, la mente construye modelos que se adecuarían a una realidad “objetiva”. La cuestión está en pensar si la realidad es algo que está por fuera del proceso del pensamiento o es su resultado, es decir, una construcción sígnica. Esta discusión también está implícita en la definición de la noción de semejanza que la autora trabaja.

No obstante, en el capítulo “Modelo de cualidades”, la autora nos advierte acerca de los múltiples usos que ha tenido el concepto de “modelo” en la metafísica, la ética, la estética o la epistemología, y delimita el sentido que le va a dar con relación a la metáfora, “damos al concepto de ‘modelo’ el sentido de ‘tipo ideal de una clase de cosas’ o de ‘ejemplo que posee en alto grado la cualidad que expresa’” (p. 71). De este modo explica el proceso de selección y transferencia metafórica: en la metáfora se encarna la característica “más llamativa” del sujeto, es decir, el “modelo de cualidades”.

A lo largo de este trabajo, se retoma la noción de signo de Charles S. Peirce, por ejemplo, al afirmar que “si bien los filósofos trabajan con conceptos (símbolos, según Peirce), las imágenes (íconos) no están excluidas” (p. 196). Sin embargo, nos preguntamos si este modo de aplicar estas nociones no termina por diluir la productividad del pensamiento peirciano que consiste justamente en abolir clasificaciones taxonómicas (esto es un ícono o esto es un símbolo) y dar paso al reconocimiento de que toda semiosis está atravesada por lo icónico, por lo indicial y por lo simbólico como órdenes del sentido. Esto habilitaría a superar la cuestión de la imagen o la palabra, discusión que ha sido abordada por Roland Barthes cuando afirma que la preeminencia la tiene la palabra porque el sentido no puede ser más que nombrado o posturas más recientes como la de Paolo Fabbri que defiende la especificidad de cada sistema de significación y sostiene que el sentido también se da en lo no lingüístico. En definitiva, en el contexto de nuestras sociedades mediatizadas, parece más sugestivo pensar que tanto la obra de arte, como el discurso filosófico, pasando por las múltiples producciones discursivas que circulan en nuestra sociedad, están atravesadas por diversas operaciones metafóricas que descansan en materialidades heterogéneas y que alimentan la idea de que el sentido es el resultado de un proceso complejo de significación.

Podemos afirmar entonces que lo radical de la metáfora –tomando el término del filólogo Max Müller que recupera Oliveras (p. 181)– va más allá de la práctica social en la que se inserte –sea artes plásticas, arquitectura, diseño, entre otras–, dado que nos atraviesa en cada experiencia que implique conectarnos con nuestro entorno desde un posicionamiento nuevo. Dicho de otro modo, es la capacidad de abrir nuestras mentes hacia otros mundos. Coincidimos con la autora cuando afirma que la metáfora “no es un mero adorno del lenguaje sino una necesidad” (p. 180). Perder la capacidad de elaborar metáforas –¿un mundo sin arte?–, implicaría un mundo estático y en franca decadencia:

“Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”, decía Wittgenstein. A través del lenguaje “hacemos” el mundo, agrega Goodman. Podríamos deducir entonces que habría que crear mejores versiones del mundo para generar, quizás, mejores mundos (p. 78).

Por otra parte, señala que tanto en la producción como en la instancia de reconocimiento de las imágenes se despliegan saberes y discursividades que las preceden. Adopta un enfoque más comunicacional que semiótico al describir las competencias que requiere un receptor para leer la obra de arte, así como los saberes que pone en juego el pintor al momento de “poner una imagen sobre la tela” y concluye que “palabra e imagen proceden por alumbramientos mutuos”. Es decir, encuentra una zona intermedia en que la palabra evoca una imagen y la imagen a una palabra. También podríamos incluir aquí las emociones, los afectos, los comportamientos que refieren al orden de la experiencia corporal. La metáfora como procedimiento que atraviesa distintos tipos de discurso, tanto la obra de arte como el discurso científico, generará efectos de sentido en las diversas materias significantes.

Como hemos adelantado, el último capítulo que se incorpora en esta reedición, refiere a las metáforas en el arte de la metamodernidad. Aquí la autora selecciona y analiza aquellos tópicos que caracterizan nuestro siglo como la violencia, la locura consumista o la crisis ecológica. La elección del término metamodernidad cubre el espectro del llamado “arte contemporáneo”. Este concepto resulta de una combinatoria entre la modernidad y la posmodernidad:

Si la posmodernidad supone un corte con la modernidad (dado que la preposición pos señala, cronológicamente, que algo ya ha terminado), la metamodernidad la incluye. Está lejos de ser una “antimodernidad” y uno de los aspectos que conecta la metamodernidad con la modernidad es el retorno de la utopía así como también la potenciación del Yo.

Asimismo, en algunos de sus rasgos, la metamodernidad se emparenta con la posmodernidad. Si la modernidad manifestaba una profunda fe en la Verdad (con mayúscula) generadora de metanarrativas, la posmodernidad –con autores como Lyotard, Vattimo o Jameson– señala su derrumbe (p. 224).

La metamodernidad se constituye como el escenario donde se desarrollan las metáforas y caracteriza el modo en que irrumpen los fenómenos a escala mundial como, por ejemplo, la COVID-19, enfermedad que ha puesto en tela de juicio valores y creencias muy arraigados en nuestras sociedades occidentales.

El arte contemporáneo acompaña y visibiliza a los hechos significativos de nuestra vida cotidiana. El análisis de estas manifestaciones indica la preeminencia de metáforas que corresponden a nuevas “estructuras del sentimiento”, como las de la “violencia” o el “borde” por ejemplo, que ocupan un lugar central en las producciones de Anish Kapoor, Eduardo Basualdo, Graciela Taquini o Silvia Rivas, por citar a algunos.

Intervenir en el mundo a través de las diversas disciplinas es intervenir en el mundo del sentido. La lectura de este libro nos ayuda a acercarnos a su funcionamiento a partir de la metáfora. Una perspectiva sumamente valiosa para quien pretenda posicionarse desde una mirada crítica para “hacer visible” al entorno que nos rodea ■


REFERENCIAS

  • Lakoff, G. y Johnson, M. (2017). Metáforas de la vida cotidiana. Madrid: Ediciones Cátedra.

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Iribarren, L. A. (mayo-octubre 2022). Lo radical de la metáfora. [En línea]. AREA, 28(2). Recuperado de https://area.fadu.uba.ar/area-2802/r_iribarren2802/