JAVIER ORLANDO CURROS CÁMARA
Universidad de Buenos Aires
Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo
Resumen
Los estudios sobre la ciudad islámica y sus aspectos sociales, culturales y filosóficos estuvieron históricamente teñidos de un tinte eurocéntrico y colonialista, de cuyos principales exponentes se nutre el cuerpo bibliográfico al cual se tiene comúnmente acceso. En este trabajo se examinan las actuales propuestas bibliográficas de las cátedras de Historia de la Arquitectura de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires y se profundiza en el análisis del discurso de uno de sus referentes, con la intención de visibilizar la naturalización implícita en la elección acrítica de determinados autores y el sesgo ideológico subyacente sobre este particular objeto de estudio.
Palabras clave
Ciudad islámica, Enseñanza, Historiografía, Poscolonialismo
An urban “community”, in the full meaning of the word,appears as a general phenomenon only in the Occident. Exceptions occasionally were to be found in the Near East (in Syria, Phoenicia, and Mesopotamia) but only occasionally and in rudiments
Max Weber (1969, p. 38)
Introducción
Si se considera que lo islámico refiere a una cultura, caracterizar un tipo de ciudad en tanto su condición cultural es cuanto menos discutible. No obstante, la ciudad islámica como categorización está tan fuertemente arraigada en el ámbito académico que cualquier intento de reformulación debe enfrentarse a la enorme inercia del statu quo imperante.
La ciudad islámica existe como tema en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la Universidad de Buenos Aires (UBA), pero su entidad es netamente secundaria e históricamente subvalorada. Al no formar parte de los saberes centrales de la disciplina, pierde la oportunidad de someterse a un debate constante y corre el riesgo de ser encasillada en posiciones e ideologías caducas.
Partiendo de esta hipótesis y entendiendo que la práctica docente no es ajena ni ingenua ante el recorte ideológico de determinados objetos de estudio, queda preguntarse cuál es el escenario actual de la enseñanza sobre la ciudad islámica en las cátedras de grado de la FADU.
Con la intención de responder estos interrogantes, el siguiente trabajo se estructura en base a dos análisis: el primero, principalmente cuantitativo, evalúa las propuestas bibliográficas de las diferentes cátedras que abordan el tema de la ciudad islámica; el segundo, en cambio, corresponde al examen pormenorizado del caso más representativo del universo bibliográfico escrutado.
Observación de las propuestas bibliográficas
En principio debe decirse que la ciudad islámica es vista, salvo contadas excepciones, como una categorización histórica: más precisamente como historia de la Edad Media. Actualmente en la FADU hay doce cátedras que enseñan Historia de la Arquitectura y la mayoría incluye el período medieval, y por ende a la ciudad islámica, en el curso de Historia 1.
De las doce cátedras de Historia [1], dos de ellas no informan sobre la bibliografía que utilizan en sus cursos. El resto detalla un listado de material bibliográfico sugerido tanto para abordar los temas generales como los específicos. Una primera lectura de estos listados evidencia una constante a resaltar: algunos títulos se repiten en casi la totalidad de los casos, sobre todo para los temas asociados a la ciudad, lo cual permite inferir, en primera instancia, que cierto material de estudio es ampliamente aceptado. Breve historia del urbanismo (2011) de Fernando Chueca Goitia es uno de ellos. Asimismo, aquellas cátedras que contienen este libro en su bibliografía, sea general, complementaria o específicamente asociada a los temas urbanos, también incluyen, indefectiblemente, otro ejemplar del mismo autor: Historia de la arquitectura occidental (2000). El Gráfico 1 muestra que más de un 70% de las cátedras incluye estos libros en su bibliografía. Pero si se excluyen las cátedras que no aportan información sobre la bibliografía utilizada, el porcentaje de cátedras que recomiendan estos libros ascendería a más del 90%.
Continuando con el análisis, ha de notarse que algunas cátedras enumeran incluso una serie de material específico para el estudio del módulo que suelen denominar Islam [2]. Una vez compilados todos los títulos y verificadas las veces que aparece nombrado cada uno surge otra apreciación: el libro con mayor cantidad de menciones en los listados de bibliografía específica sobre el islam vuelve a ser Breve historia del urbanismo de F. Chueca Goitia (ver Gráfico 2). Y en segundo lugar otro libro del mismo autor: Invariantes castizos en la arquitectura española. La segunda posición, no obstante, la comparte con la traducción al español de El Islam, desde Bagdad hasta Córdoba. Las edificaciones de los siglos VII al XIII del suizo Henri Stierlin. Más atrás se ubican los trabajos de John Hoag y de Hamurabi Noufouri y Fernando Martínez Nespral que se mencionan al menos dos veces. Luego la lista sigue con una enumeración más extensa de títulos que aparecen solo una vez, es decir, solamente una cátedra de las doce existentes los incluyó dentro de la bibliografía específica relativa al arte, la arquitectura y el urbanismo islámicos.
Con lo visto puede decirse que los libros de Chueca Goitia gozan de un innegable privilegio dentro del ámbito académico de la FADU. No solo más de un 70% de las cátedras de Historia los incluye dentro de su bibliografía general sino que para referirse a la ciudad y a la arquitectura islámica sus libros son los más suscritos.
Ahora bien, en este punto se nos plantea la siguiente pregunta: ¿son los libros de Chueca Goitia la mejor referencia para hablar de lo que se ha dado en llamar la ciudad islámica? Para responder a este interrogante, se analizará pormenorizadamente el capítulo dedicado a la ciudad islámica en Breve historia del urbanismo comparándolo con un trabajo mucho más reciente y específico, cuyo autor, a diferencia de Chueca Goitia, es prácticamente desconocido en el ámbito académico de la FADU.
Análisis historiográfico comparativo
Justificación
La primera edición de Breve historia del urbanismo fue editada en España en la década del sesenta. La última es del 2011, prácticamente sin cambios sustanciales en su contenido. El otro trabajo, en cambio, corresponde a una ponencia en un congreso sobre inmigración e interculturalidad de 2006 bajo el título: La ciudad islámica: sus referencias culturales, de Abdelkader Nakhli Mtiri, que forma parte del repositorio digital de la Universidad Complutense de Madrid, de acceso libre y permanente a partir de su depósito en marzo de 2013.
Chueca Goitia, en Breve historia del urbanismo, ha pretendido sintetizar en 10 lecciones la historia universal del urbanismo, caracterizando las ciudades según el período histórico en que se desarrollaron, desde la antigüedad hasta el presente. En este contexto, el capítulo “La ciudad islámica” es una lección más entre otras tantas, ubicada entre la ciudad antigua y la ciudad medieval. Nakhli Mtiri se dedica, en cambio, a la ciudad islámica en la totalidad de su trabajo académico; en los dos primeros capítulos intenta contextualizar el concepto de ciudad islámica y los estudios que se han hecho sobre la misma; en tres capítulos siguientes explora las implicancias religiosas, filosóficas y espaciales de la ciudad.
Los cuándo
Chueca Goitia publicó su texto en 1968, diez años antes de la primera edición de Orientalismo, de Edward Said (2002). Hasta ese entonces puede decirse, en el mejor de los casos, que no se tenía en Europa una conciencia clara del prejuicio y de los clichés ideológicos acerca del islam, de los musulmanes, y por ende de todos aquellos estudios relacionados con lo islámico. Lo que había, en cambio, era una fuerte tradición y conducta –deliberada en algunos casos, ingenua en otros– acerca de cómo escribir sobre estos temas. Tradición que, en lo que refiere a la ciudad, puede rastrearse hasta principios de siglo XX, con las ideas impulsadas por Weber (1969), para legitimar una noción de superioridad de lo occidental sobre lo oriental. Este discurso de dominación que denunció Said en Orientalismo prevaleció durante casi un siglo, y aún continúa, siendo la base ideológica de la mayoría de los escritos sobre las ciudades englobadas bajo el título de ciudades islámicas. Pero aunque la obra de Said pueda considerarse como un punto de inflexión, no todos los escritos posteriores van en dirección contraria a los preceptos anteriores. La inercia es tan grande que, aun hoy, casi cuarenta años después, esta ideología sigue gobernando en muchos aspectos el pensamiento del mundo académico. Los ejemplos abundan, pero continuemos con Chueca Goitia. En Historia de la arquitectura occidental, en el volumen I – de Grecia al Islam, de 1979, Chueca Goitia señala:
Todavía el arte islámico, en fase tan incipiente, no ha llegado a formulaciones propias ni a adquirir madurez y perspectiva tradicional. Tiene, pues, que valerse de las culturas y de las artes ajenas para poder avanzar, y si esto fue, al correr del tiempo, tan típico del arte musulmán, en sus comienzos lo fue todavía más (Chueca Goitia, 2000, p. 264).
En la reedición de 2000, con la que se está trabjando en este artículo, la editorial Dossat comenta en la contratapa: “La obra del profesor Chueca Goitia sigue vigente después de muchos años de presencia en el mercado. Ahora se reeditan estos volúmenes con fotografías totalmente renovadas, pero con el mismo texto: no necesita puesta al día” (Chueca Goitia, 2000). Más allá del artilugio comercial de la editorial, el pensamiento sigue difundiéndose sin alteraciones.
El escrito de Nakhli Mtiri, en cambio, podría considerarse como una visión crítica, renovada y despojada de tales prejuicios, tres décadas después de la publicación de los primeros estudios poscoloniales iniciados con Said en los ochenta. En 2006 ya se habían publicado numerosos estudios que revisaban críticamente los intentos de representar la esencia de la ciudad islámica desde la perspectiva de los orientalistas occidentales. Entre ellos el de la norteamericana Janet Abu-Lughod, que en 1987 publicó en International Journal of Middle East Studies un artículo en el cual expone el modo en que estos eruditos del orientalismo fundamentaban sus afirmaciones, apoyándose sucesivamente unos sobre otros, construyendo así una “cadena de autoridad”, en donde la referencia a una autoridad anterior justificaba la veracidad de las declaraciones sin la necesidad de un análisis más profundo (Abu-Lughod, 1987). Así deconstruye las cadenas de autoridad sobre las cuales se construyó este pensamiento orientalista; pensamiento presente, por ejemplo, en los escritos de Chueca Goitia. Si bien Nakhli Mtiri no cita este artículo de Abu-Lughod, su influencia es evidente, sobre todo en la manera de desarrollar el estado de la cuestión en su trabajo. En el capítulo segundo, por ejemplo, recorre las diferentes aproximaciones a la ciudad islámica a lo largo del siglo XX, desde los trabajos de los hermanos Marҫáis [3] en el Norte de África hasta el clásico estudio de Albert Hourani [4] de fines de los sesenta, aunque con un carácter menos analítico y profundo que el de Abu-Lughod.
Los cómo
El escrito de Goitia no es más que un capítulo dentro de un libro sobre la historia general de las ciudades; el trabajo de Nakhli Mtiri es una ponencia presentada en un congreso sobre inmigración e interculturalidad. Ambos textos se titulan: La Ciudad Islámica. Esta coincidencia habilita, sin una mayor justificación, su comparación y por consiguiente la indagación sobre la forma en que cada uno aborda el tema. La ponencia de Nakhli Mtiri sigue los lineamientos de cualquier artículo académico, con una estructura ordenada, apelando incluso a un glosario para elucidar los arabismos utilizados. La prosa de Chueca Goitia, en cambio, es mucho más libre y narrativa gracias a la libertad que le permite el formato de su texto y su pluma refinada. Pero más allá de los modos estilísticos de cada uno, es interesante revisar sus referencias y sus fuentes. Mientras Nakhli Mtiri cita no menos de 70 autores, Chueca Goitia solo seis, entre los cuales Torres Balbás [5], por ejemplo, es utilizado para engrosar la idea de que en los distintos barrios y arrabales de estas ciudades la población se agrupaba de acuerdo a sus oficios, enumerando así varios ejemplos de ciudades principalmente españolas. En este caso, la cita funciona como una mera ejemplificación. En otro sentido, la cita del geógrafo Pierre George [6], cuya descripción a modo de relato de viajero sobre la ciudad de Damasco, en un principio es empleada para remarcar el contraste entre las zonas residenciales y comerciales de esa ciudad, pero luego Chueca Goitia es utilizada para generalizar una constante en la organización funcional de todas las ciudades islámicas. Robert Dickinson [7], otro geógrafo citado en el texto de Chueca Goitia, impone un discurso totalmente peyorativo acerca de la ciudad de los musulmanes, diciendo que “se desarrollan como compactos asentamientos campesinos sin ninguna clase media organizada y sin ninguna idea de plan o autoridad” (Chueca Goitia, 2011, pp. 73-74).
En este caso, Goitia adopta una posición crítica sobre las afirmaciones de Dickinson, considerando que ciudades como Córdoba, Sevilla o El Cairo no podían ser solo asentamientos de campesinos sin una función urbana. Por otro lado, esta diferencia con Dickinson le permite introducir el tema de la relación campo-ciudad, y así poder citar al pensador Ibn Jaldún, también citado por Nakhli Mtiri. Pero lo interesante es que mientras las citas de Nakhli Mtiri provienen de la traducción moderna de Introducción a la historia universal (al-Muqaddimah), y al que le dedica la mitad de uno de los capítulos de su texto, las citas que esgrime Chueca Goitia han sido digeridas previamente: “seguiremos el pensamiento de Abenjaldum de la mano de Ortega y Gasset, que tan donosamente nos lo explicó en aquel luminoso ensayo suyo titulado Abenjaldum nos revela el secreto” (Chueca Goitia, 2011, p. 70). Otro de los referentes citados por Chueca Goitia es el sociólogo Robert Park [8], referente, entre otros, de la Escuela de Chicago. Lo que toma Chueca Goitia de Park es una clasificación general de la sociedad en dos niveles: biótico y cultural, aduciendo que las sociedades de los musulmanes pertenecen al nivel biótico y, por lo tanto, opuesto al cultural, justificando así la morfología de las ciudades islámicas:
la ciudad islámica con su compacto caserío, con sus terrazas, con sus patios como únicos espacios abiertos, con sus callejuelas tortuosas e insignificantes, no se asemeja a nada, porque no es un artificio racional, sino un organismo puramente natural y biológico (Chueca Goitia, 2011, pp. 72-73).
Hasta aquí los autores seleccionados por Chueca Goitia son utilizados para adornar conceptos predefinidos por el propio autor en una narración predominantemente descriptiva y novelesca. Ibn Jaldún, Torres Balbás, Robert Park, autoridades eruditas que refuerzan la isnād [9] de Chueca Goitia, cuyas proposiciones pasan a ser juzgadas ya no por su veracidad sino por la confianza en esa cadena de autoridad.
Otro punto de comparación entre ambos textos, que no debe pasarse por alto, es el uso que cada autor hace de la adjetivación. Se dejarán de lado las caracterizaciones sobre el islam o sobre los musulmanes, cuyas menciones abundan en ambos textos, para evitar extenderse en la exposición y enfocarse principalmente en las cuestiones urbanas. Por ejemplo, Nakhli Mtiri rescata de la medina o ciudad árabe/islámica su capacidad de ser reconocible; la caracteriza como un producto histórico y social de carácter singular y excepcional, con señas propias de identidad; como una imagen de marca, citando al catedrático español Valenzuela Rubio [10] (Nakhli Mtiri, 2006, p. 7). En cambio, Chueca Goitia, refiriéndose a la ciudad islámica, utiliza los adjetivos: simple, tosca, indiferenciada, monótona, semejante. Al mismo tiempo, aclara que, dada la manera de ser evidentemente destructora de los árabes, irrespetuosos con todo lo que encontraron a su paso, digirieron las ciudades preexistentes, sumado a que, debido a su instinto permanente e invariante, han renovado siempre el mismo tipo de ciudad, independientemente del paso del tiempo o de las condiciones geográficas (Chueca Goitia, 2011, pp. 65-66). Mientras tanto, Nakhli Mtiri, si bien admite la similitud entre las ciudades islámicas, reconoce que cada ciudad tiene aspectos urbanísticos locales y características propias que reflejan la influencia de las tradiciones y costumbres de cada región y los contextos socioeconómicos de cada época (Nakhli Mtiri, 2006, p. 37). Siguiendo con la calificación predominantemente negativa, Chueca Goitia describe estas ciudades como ciudades privadas, de carácter profundamente religioso, secreto, cuyo compacto caserío y callejuelas tortuosas e insignificantes, no son un artificio racional, no se asemejan a nada y no tienen precedentes en la historia del urbanismo excepto en el arcano seno del alma oriental (Chueca Goitia, 2011, pp. 65-66). En cambio, Nakhli Mtiri adopta una visión mucho más positiva y las caracteriza como un paraje de la diversidad, contenedor de todas las comunidades y confecciones, todos los tipos de humanos, todas las actividades, como una configuración de facetas armónicamente confeccionadas, citando a Marc LaVergne [11] (Nakhli Mtiri, 2006, p. 7).
Los para qué y para quién
Una constante en el texto de Chueca Goitia es la comparación de las ciudades islámicas con las ciudades clásicas, sean griegas o romanas, pero también con las ciudades medievales europeas, las ciudades germánicas, las ciudades occidentales o aristotélicas, según mejor convenga. Estas comparaciones no tienen otro objeto que subvalorar la ciudad islámica en relación a la ciudad europea. El primer paso para lograrlo es la generalización:
Lo que distingue a las ciudades de la civilización islámica es su semejanza, desde el Atlántico al golfo Pérsico. En ninguna otra cultura se encuentra semejanza parecida. Las ciudades griegas y romanas, como hemos visto, eran muy diferentes entre sí (Chueca Goitia, 2011, pp. 66-67).
Esta semejanza es discutida, en parte, en el texto de Nakhli Mtiri, ponderando la capacidad de los musulmanes de adaptarse a las diferentes condiciones geográficas y temporales:
Cabe señalar que a pesar de la similitud entre las ciudades islámicas, cada categoría de esas ciudades tiene sus aspectos urbanísticos locales y sus propias características que reflejan la ingeniosidad de cada comunidad musulmana y las particulares geográficas de cada región (Nakhli Mtiri, 2006, p. 7).
Pero el discurso de Chueca Goitia no se limita solo a la cuestión física o morfológica de la ciudad, sino que estas comparaciones son utilizadas también para determinar la propia cultura islámica, haciendo referencia a un evidente atraso cultural en detrimento del progreso universal:
En lo que se refiere a las ciudades, notamos a la llegada del Islam un visible empobrecimiento con relación a los complejos urbanos del mundo helenístico y de Roma. La ciudad islámica es funcional y formalmente un organismo más simple y tosco (Chueca Goitia, 2011, pp. 67-68).
Estas declaraciones encajan, en principio, en lo que Said establece como un estilo de pensamiento basado en la distinción ontológica y epistemológica entre Oriente y Occidente:
Así pues, una gran cantidad de escritores […] han aceptado esta diferencia básica entre Oriente y Occidente como punto de partida para elaborar teorías, epopeyas, novelas, descripciones sociales e informes políticos relacionados con Oriente, sus gentes, sus costumbres, su “mentalidad”, su destino, etc. (Said, 2002, p. 21).
Si bien hoy la perspectiva de los estudios sobre las cuestiones islámicas es más amplia, plural y menos dogmática, la inercia de este pensamiento orientalista perdura, cuando menos subyacentemente. La tesis doctoral, por ejemplo, de Aida Youssef Hoteit (1993), dirigida por el propio Chueca Goitia, aunque con una visión mucho más profunda y actualizada, transcribe muchas de las frases de su maestro, proyectando y adscribiendo de esta forma a su pensamiento. El trabajo de Nakhli Mtiri, por otro lado, tampoco es completamente ajeno a la influencia aleccionadora de Chueca Goitia. En su ponencia, Nakhli Mtiri lo cita, entre otras cosas, para justificar la importancia de la religiosidad del islam en la conformación de la ciudad. Y lo hace introduciendo una frase que Chueca Goitia expresa tanto en el trabajo que se está analizando, como en el artículo “El urbanismo islámico”, en Vivienda y Urbanismo en España, de 1982. La frase que transcribe Nakhli Mtiri dice: “Edris II fundió [sic] la ciudad de Fez con el propósito de crear un espacio donde se puede adorar al Dios Supremo y sus leyes fuesen cumplidas; ciudad eminentemente de creyentes y fieles” (Nakhli Mtiri, 2006, p. 15). Acto seguido, Nakhli Mtiri remarca que la ciudad islámica debe atender, según la ley islámica, a determinados objetivos, que luego él desarrolla con mayor profundidad. Y basta remitirse a los subsiguientes capítulos de su trabajo para encontrar un mayor estudio en relación a la figura de Edris II y a la ciudad de Fez. Temas que, por otro lado, retomará más adelante en su tesis doctoral dedicada al espacio histórico marroquí presentada en 2009 [12]. Pero volviendo a la cita en cuestión, también aparece en la tesis doctoral de Youssef Hoteit, para ilustrar la relación entre la ciudad y la religión:
La religión y la política se confunden en el Islam, y esto termina con la pluralidad de poderes que separa lo temporal de lo trascendente. Cuando Idris II se disponía a fundar Fez, le dijo a un viejo ermitaño que quería construir una ciudad donde se adorara al Dios Supremo, donde se leyera su libro y sus leyes fueran cumplidas. En tan simple propósito se encierra el programa de la ciudad islámica, ciudad eminentemente de creyentes (1993, p. 18).
Pero lo interesante de remarcar aquí no es la exploración de Nakhli Mtiri sobre el derecho islámico y la ciudad, ni la inclusión de la misma cita en el trabajo de Youssef en relación a la religiosidad de la ciudad, sino lo que el propio Chueca Goitia dice inmediatamente después de esta acotación:
Cuando Idris II se disponía a fundar Fez le dijo a un viejo ermitaño que quería construir una ciudad donde se adorara al Dios Supremo, donde se leyera su libro y sus leyes fueran cumplidas. En tan simple propósito se encierra el programa de la ciudad islámica. Se trata de una regresión frente a las ciudades del mundo clásico (2011, p. 68).
Es decir que, para Chueca Goitia, una explicación posible de la superioridad de la ciudad clásica frente a la ciudad islámica está dada por la simpleza de su programa, basado en el hecho religioso de adorar a Dios, de leer su libro y de cumplir sus leyes. No resulta ilógico pensar, entonces, que en el texto de Chueca Goitia predomina una voluntad de imponer sus preconceptos más que la de exponer los resultados de un verdadero estudio sobre el tema. Veamos que sucede cuando, para fijar otra idea, cita El Corán:
Entre la ciudad pública, la polis griega, la civitas romana y la ciudad doméstica del mundo germano tenemos otro tipo de ciudad irreductible a los dos primeros: la ciudad islámica, que llamaríamos privada. Su clave nos la dan los versículos 4 y 5 del capítulo XLIX de El Corán, llamado el Santuario (véase pág. 12). Esto da a la ciudad musulmana un carácter profundamente religioso que desde la propia casa (que para el musulmán es un santuario) trasciende a todo, impregna todo (Chueca Goitia, 2011, p. 75).
A partir de estos versos, entonces, la ciudad islámica puede ser caracterizada como privada. El trabajo de Youssef Hoteit, por su parte, vuelve a citar a Chueca Goitia en este punto, y agrega el texto correspondiente a los versículos nombrados, aunque sin aclarar su fuente: “El interior de tu casa –dice Mahoma– es un santuario: los que lo violen llamándote cuando estás en él, faltan al respeto que deben al intérprete del cielo. Deben esperar a que salgas de allí: la decencia lo exige” (Youssef Hoteit, 1993, p. 19). Otras traducciones consultadas de El Corán [13] nombran al capítulo 49 como habitaciones privadas o moradas, y no usan la palabra santuario, pero el propósito de este trabajo no es comparar las posibles diferentes traducciones, ni siquiera considerar si la interpretación de estos versículos tiene justificación en la determinante caracterización que realiza Chueca Goitia sobre la privacidad de la ciudad. Lo que sí resulta interesante, en cambio, es ver de qué manera Chueca Goitia escribe para un público ajeno al islam, donde el musulmán es el otro, lo extraño. Aludiendo a El Corán define y determina al pueblo musulmán y a su cultura, aun sabiendo que el público lector no constatará la pertinencia de la traducción ni de su interpretación. Esta cita sirve, además, para demostrar la tesis de Abu-Lughod sobre la construcción de las cadenas de autoridad, que en este caso funcionaría de esta forma: El Corán, en tanto libro sagrado de la religión islámica, es una autoridad indiscutida per se; ergo, si se dice que los versículos 4 y 5 de la sura 49 decretan el carácter privado de la ciudad, no hace falta un ulterior análisis para apoyar esta afirmación.
Consideraciones finales
Se dijo que la ciudad islámica se estudia como un hecho particular de la historia de las ciudades, muchas veces sin explicar el porqué de la connotación religioso-cultural de su caracterización, mientras que el resto de las ciudades son clasificadas según períodos históricos. Aunque parezca insignificante, este hecho arrastra un modo de pensamiento colonialista que ha pretendido justificar la dominación occidental sobre los territorios y culturas primero denominadas orientales, y luego caracterizadas como inferiores, incultas e incivilizadas. En palabras de Said: “Oriente fue orientalizado, no solo porque se descubrió que era ‘oriental’, según los estereotipos de un europeo medio del siglo XIX, sino también porque se podía conseguir que lo fuera –es decir, se le podía obligar a serlo” (2002, p. 25).
Si bien la advertencia de Said se refiere en mayor medida a las iniciativas británica, francesa y norteamericana, no podemos menoscabar el papel de España en este aparato de irradiación y diseminación de autoridad sobre el Oriente. Sobre todo porque España, incapaz de resolver su dilema interno en tanto la aceptación de su pasado árabe, fomenta y fortalece este discurso cultural.
A la luz de lo analizado, las diecinueve carillas de la lección número cuatro de Breve historia del urbanismo conforman un compendio de prejuicios y porfías acerca de un tipo de ciudad a la que no ingenuamente se la llamó ciudad islámica. Sin embargo, la trayectoria de su autor, premiado y reconocido por sus estudios en España, indica que la ignorancia no es uno de sus atributos, sino todo lo contrario. Quizás sea este reconocimiento sobre su persona y no sobre su obra lo que lleva a las cátedras de la FADU a incluir, constantemente y sin reparo, sus escritos como material bibliográfico de consulta obligatoria.
La innegable persistencia y predominancia de los textos de Chueca Goitia, y con ellos la importación de todo su bagaje cultural e ideológico, han consolidado un marco teórico que reclama ser revisado y discutido. La inobservancia o su aceptación, incluso con reservas, implican la postergación de un debate que otras disciplinas han formulado hace décadas ■
REFERENCIAS
- Abu-Lughod, J. L. (1987). The Islamic City – Historic Myth, Islamic Essence, and Contemporary Relevance [La ciudad islámica. Mito histórico, esencia islámica y relevancia contemporánea]. International Journal of Middle East Studies, 19(2), pp. 155-176. doi: https://doi.org/10.1017/S0020743800031822
- Chueca Goitia, F. (2000). Volumen I. De Grecia al Islam. Historia de la Arquitectura Occidental. Madrid: Dossat.
- Chueca Goitia, F. (2011). Breve historia del urbanismo. Madrid: Alianza. Nakhli Mtiri, A. (2009). Caracterización y problemáticas del espacio urbano histórico marroquí: la medina de Assilah. Madrid: Universidad Complutense de Madrid.
- Nakhli Mtiri, A. (2006). La Ciudad Islámica: Sus Referencias Culturales. Madrid. Recuperado de: http://eprints.ucm.es/20236/1/la_ciudad_islamica_3%5B1%5D.pdf
- Said, E. W. (2002). Orientalismo. Barcelona: De Bolsillo.
- Weber, M. (1969). The nature of the city [La naturaleza de la ciudad]. En R. Sennet (ed.). Classic essays on the culture of cities [Ensayos clásicos sobre la cultura de las ciudades]. Nueva Jersey: Brandeis University.
- Youssef Hoteit, A. (1993). Cultura, espacio y organización urbana en la ciudad islámica. Madrid: Instituto Juan de Herrera. Recuperado de http://www.alhambra-patronato.es/ria/bitstream/handle/10514/133/Cultura espacio y organizacion urbana en la ciudad islamica.pdf?sequence=3
Notas
1. El sitio web de la FADU redirecciona a las páginas web de cada cátedra. Se puede consultar el listado de las cátedras de Historia 1 en: http://www.fadu.uba.ar/post/365-49-h1-historia-1 (Volver)
2. [Nota Ed.] Si bien “islam” es un sustantivo común y por ende debe escribirse con minúscula, hemos conservado la ortografía propuesta por las cátedras o autores cuando se los cita. Mantendremos la ortografía correcta cuando estén nombrados por AREA. (Volver)
3. Puede consultarse L’Islamisme et la vie urbaine de William Marçáis (1928) y La concepcion des villes dans l’Islam de Georges Marçáis (1945). (Volver)
4. Véase The Islamic City de Hourani A. H. y Stern S. M. (eds.). (1970). (Volver)
5. Leopoldo Torres Balbás: 1888-1960. Fue profesor de Chueca Goitia en la Universidad Politécnica de Madrid. (Volver)
6. Pierre George, geógrafo francés (1909-2006). (Volver)
7. Robert E. Dicki6son, geógrafo británico (1905-1981). (Volver)
8. Robert E. Park, sociólogo urbano estadounidense (1864-1944). Uno de los principales fundadores de la Escuela de Chicago. (Volver)
9. Isnād: se refiere a la cadena de autoridades con que se trasmiten las enseñanzas de la tradición islámica, la cual, según Abu-Lughod es comparable a la forma de justificación que usan los diversos autores del discurso orientalista. (Volver)
10. Manuel Valenzuela Rubio, doctor en geografía y catedrático español. (Volver)
11. Marc LaVergne, doctor en geografía francés (1953- ). (Volver)
12. Ver Nakhli Mtiri (2009). (Volver)
13. Hablan de habitaciones privadas: a) El Sagrado Corán. Versión Castellana: Julio Cortés Edición Electrónica: Mustafa Al-Salvadori. Centro Cultural Islámico «Fátimah Az-Zahra» y b) El Corán. Edición comentada de Raúl González Bórnez. Centro de traducciones de El Sagrado Corán. Primera edición 2008. Habla de moradas: El Corán. Traducción del árabe: Isa García. Revisión de la Traducción: Lic. Anas Amer Quevedo. Primera Edición para Latinoamérica. Bogotá, Abril de 2013. (Volver)