La participación de las primeras arquitectas en la Revista de Arquitectura (Argentina, 1926-1947)


NATALIA SILVINA DALDI
Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales
Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas



Resumen

La Revista de Arquitectura, desde su creación en 1915 hasta 1926, estuvo dirigida por estudiantes y arquitectos varones. De hecho, todos los proyectos que se publicaban en ella eran de autoría masculina. Fue recién en 1926, que la revista publicó por primera vez un trabajo realizado por una mujer. Desde entonces, los proyectos femeninos comenzaron a visualizarse con mayor frecuencia en la publicación. El presente artículo busca colaborar en la comprensión del camino de inserción de las primeras arquitectas en el campo académico y profesional a través del análisis de la Revista de Arquitectura como fuente principal, entre 1926 y 1947.

Palabras clave
Arquitectura, Mujeres arquitectas, Género, Historia de la Arquitectura

Introducción [1]

En noviembre de 1905, la revista Arquitectura [2], publicó una nota titulada: “Una Mujer Arquitecto” [3]. En la nota, el autor Enrique Chanourdie, se preguntaba por qué en Argentina aún no había “mujeres arquitectos” si, hacia esos años, Buenos Aires ya contaba con doctoras en Medicina, en Filosofía y en Cirugía dental, o con escultoras y escritoras de fama consagrada como Lola Mora. Manifestaba que en Buenos Aires –como en todas las sociedades modernas–, se veía ensanchar cada día el horizonte del campo de acción de la mujer; pero la ciudad no contaba aún con una “mujer arquitecto”, lo cual parecía ser la última expresión del feminismo. Decía: “¿Acaso hay más inconvenientes para una mujer en dedicarse a la arquitectura que a la medicina por ejemplo?” (Chanourdie, 1905).

Si bien en Argentina el cambio de siglo ofreció, entre otras cuestiones, una visión un poco más renovada de algunas concepciones patriarcales que situaban a las mujeres en posiciones pasivas dentro del orden social [4], lo cierto es que, hacia esos años, la arquitectura aún no contaba con integrantes mujeres [5]. En efecto, desde la creación en 1901 de la Escuela de Arquitectura en el seno de la Facultad de Ciencias Físicas, Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (FCFEyN-UBA) se habían recibido en total 485 hombres y ninguna mujer. Recién en noviembre de 1929 egresó la primera arquitecta argentina, Finlandia Elisa Pizzul [6]. Al cabo de dos años, en 1931, egresaron de la Escuela dos mujeres más, Nelly Nieburh y María Luisa García Vouilloz.

A comienzos de la década del treinta, el campo de la arquitectura argentina estaba consolidado y era reconocido socialmente gracias a la participación activa de sus agentes (Cirvini, 2004).  Según esta autora, en el período que va desde 1910 a 1930 [7], dentro del que comenzaron a estudiar Arquitectura las primeras mujeres, se registró un importante fortalecimiento
institucional del gremio por medio de la acción de la Sociedad Central de Arquitectos (SCA), de la Escuela de Arquitectura y de la actividad profesional liberal. Fue notable la difusión que alcanzaron los temas arquitectónicos tanto en la prensa común y especializada, como en la realización de congresos, exposiciones y salones artísticos. Por otro lado, el Centro de Estudiantes de Arquitectura tuvo un papel central en la prensa arquitectónica mediante la cual contribuyó a modelar y forjar la illusio del campo [8].

La presencia de las primeras mujeres en la Escuela de Arquitectura, y posteriormente, en la práctica profesional, fue uno de los principales indicadores de las grandes transformaciones por las que atravesó el campo disciplinar y profesional de la arquitectura argentina a principio de la década del treinta. Según Espegel (2007), la incorporación de las mujeres como profesionales a la sociedad fue uno de los parámetros más importantes de la modernidad en el siglo pasado. Sin embargo, desde los inicios, la Teoría de la Arquitectura ha estado influenciada por otras ciencias como la Filosofía o la Sociología y estas áreas, generalmente, han estado dominadas por hombres (p. 77).

De igual forma, la Revista de Arquitectura –el principal órgano de difusión del Centro de Estudiantes de la Escuela de Arquitectura junto a la SCA–, desde sus inicios en 1915, estuvo dirigida por estudiantes y arquitectos varones; raramente publicaba obras y/o proyectos de mujeres que se estuviesen desempeñando en el campo profesional [9]. Recién en 1926, la revista publicó un logro académico proveniente de una estudiante mujer y, en setiembre de 1940, se integró la primera mujer al Comité Editorial. Estos antecedentes fueron claves para las posteriores visualizaciones de las mujeres en la revista.

El presente texto que pertenece a una investigación mayor, toma la Revista de Arquitectura como fuente principal y busca indagar cómo comenzaron las primeras arquitectas su participación en el campo académico y en el campo disciplinar. El recorte temporal comienza en 1926, por ser la fecha en la que apareció publicado, por primera vez el proyecto de una estudiante mujer, y se extiende hasta 1947, cuando la Escuela de Arquitectura –hasta entonces dependiente de la FCEFyN-UBA– se convirtió en Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU). Este hecho, produjo un cambio notable en la relación entre las instituciones directivas de la revista y derivó en que, años más tarde, la dirección de la misma quedara, únicamente, en manos de la SCA (Cirvini, 2004, pp. 65-66). De esta forma, quedó sin efecto la participación de los miembros del Centro de Estudiantes de Arquitectura y, por ende, se dejaron de publicar los trabajos de la Escuela de Arquitectura.

Partimos del supuesto que la publicación de los trabajos en la Revista de Arquitectura funcionó para las primeras arquitectas, como una estrategia de inserción al campo disciplinar y profesional. Pues, desde su iniciación como estudiantes, estas mujeres advirtieron la repercusión mediática que la mencionada revista tenía tanto en el campo académico, como en el campo disciplinar y profesional. En consecuencia, buscaron que sus nombres y proyectos aparecieran en ella.

Analizamos la revista como una fuente tradicional pero desde una mirada que busca enfatizar el carácter histórico de las diferencias de género [10], del ejercicio del poder y de la dominación sobre las mujeres tanto en el mundo académico como en el mundo del trabajo [11]. Asimismo, compartimos con Mary Nash (1985) la idea de que estos estudios no deben basarse exclusivamente en las limitaciones históricas de las mujeres sino que deben “superar la dicotomía de la victimización y de los logros femeninos para reconocer la fuerza individual y colectiva de las mujeres, sin por ello olvidar su opresión histórica” (p. 103).

En tal sentido, los aportes de las Teorías Feministas han sido de significativa importancia en la comprensión del rol que ocuparon estas profesionales en la política y su lugar en la transformación del orden social [12]. Por otro lado, el marco conceptual que Bourdieu (1980) desarrolla en torno a las ideas de campo, habitus, capital y estrategia en su “Teoría de la acción” nos permite explicar la relativa autonomía que puede reconocerse en el campo disciplinar de la arquitectura argentina y el rol de las arquitectas como nuevas agentes legítimas del campo.

El artículo se ordena en tres partes. En la primera, abordamos una introducción con una breve descripción del escenario de la investigación; además, mencionamos algunas nociones teóricas de nuestro marco conceptual. A continuación, indagamos acerca del papel que tuvieron las revistas técnicas y especializadas en Argentina durante el primer cuarto de siglo, haciendo especial mención al caso de la Revista de Arquitectura. Luego, analizamos la participación de las primeras mujeres en el campo académico de la arquitectura argentina a través de sus publicaciones en la revista. Finalmente, en el tercer apartado, consignamos algunos preliminares.

Las revistas técnicas y especializadas en Argentina

En la moderna Argentina del siglo XX [13], la dimensión de los emprendimientos editoriales fue variada y heterogénea según los recursos y expectativas de cada grupo gestor. En tal sentido, las revistas fueron algo más que espacios privilegiados de donde sacar ideas e inquietudes: fueron espacios de gestación de cambios sociales, núcleos de articulación de estrategias grupales, instrumentos de legitimación, expresión de ideas de un grupo, un movimiento, una generación.

En el caso de las revistas técnicas y especializadas de arquitectura, se trató de una estrategia colectiva de construcción del propio campo disciplinar, donde los portavoces intentaron movilizar el efecto de reconocimiento entre los agentes, y con lo cual conseguían consolidar representaciones en torno de sus papeles en el juego social, dándole contenido al producto profesional y diferenciado que ofrecían; al mismo tiempo, se iban constituyendo como tales (Cirvini, 2004, p. 47).

El ámbito de desarrollo de las revistas fue un espacio de debate entre iguales, contradictorio y conflictivo, pero siempre dentro de los límites de una elite intelectual y social cuyo reconocimiento era importante para la corporación. En estos espacios, se instaba al debate, se promovían conductas y modelaban las prácticas. Además, se establecían códigos que apuntaban a homogeneizar el campo disciplinar para construir una identidad propia. La aparición cronológica de los órganos de la prensa técnica corporativa se corresponde con el desarrollo habido en la delimitación de los campos disciplinares y con la modificación de las prácticas profesionales, a medida que se profundizaba la modernización como proceso de trasformación material de la cultura (Cirvini, 2004, p. 50).

En Argentina, la primera revista especializada que se difundió fue la Revista Técnica (1895); luego, comenzó a circular La Ingeniería (1897); y más tarde, como suplemento específico dentro de la Revista Técnica, apareció Arquitectura (1904). Después, se fundó la Revista del Centro de Estudiantes de Arquitectura (1911) [14], que tuvo la efímera vida de un año. En 1915, la organización estudiantil volvió a propagar otra publicación, titulada Revista de Arquitectura, que a partir de 1917 y hasta 1948, fue de dirección compartida entre el Centro de Estudiantes y la SCA; luego de 1948 y hasta su finalización en 1962, fue dirigida sólo por la Sociedad Central. En 1929, Walter Hylton Scott fundó Nuestra Arquitectura, revista que tuvo circulación hasta 1986 [15].

Figura 1
Portada de la RDA de febrero de 1933. RDA N°146, Buenos Aires, 1933.
El caso de la Revista de Arquitectura

Como ya mencionamos, la Revista de Arquitectura (RDA) fue fundada por los miembros del Centro de Estudiantes de la Escuela de Arquitectura en julio de 1915, apoyados por un grupo de estudiantes de Bellas Artes y de algunos arquitectos protectores [16]. Esta revista fue el primer órgano de difusión de ideas con una producción conducida por estudiantes y arquitectos y circulación también orientada en forma especial a este grupo. El proyecto editorial apuntaba a construir un bloque con identidad y recursos propios de los arquitectos, diferenciado respecto de los otros agentes de la construcción como los ingenieros [17]. De este modo, la RDA, enarbolaba la necesidad de desarrollar una propuesta original en el campo disciplinar y la conveniencia de una autonomía cultural (Cirvini, 2004).

Dentro de la trayectoria de vida de la RDA (1915-1962) se definen dos momentos importantes. Una primera época, de 1915 a 1917, desde que se funda la revista con los miembros del Centro de Estudiantes de Arquitectura; y una segunda, desde 1917 a 1962, marcada por la integración de la SCA al proyecto editorial juvenil, hasta su posterior división entre ambos en 1948, y su desaparición en 1962 (Cirvini, 2004, p. 65). Según Cirvini, la integración de la SCA al proyecto estudiantil en 1917, puede traducirse como una señal de la importancia que alcanzó la revista durante los dos primeros años. Asimismo, este hecho se enmarca en una situación de lucha, de intercambio de capitales simbólicos y económicos, entre los arquitectos reconocidos del campo y los jóvenes estudiantes de arquitectura.

La revista, entre 1915 y 1951, tuvo aparición mensual y ofreció diversas secciones de interés tanto para arquitectos recibidos como para jóvenes estudiantes. En ella se difundían, por un lado, los extractos de las actas de la SCA; proyectos y obras de arquitectura nacional, proyectadas y dirigidas por los miembros de la SCA y obras internacionales, provenientes de Europa y EE.UU.; concursos nacionales para arquitectos; congresos nacionales e internacionales de Arquitectura; y propagandas abocadas al rubro.

Por otro lado, la revista ofrecía un espacio para difundir los trabajos de la Escuela de arquitectura. Esta sección era promovida por el Centro de Estudiantes de arquitectura para difundir los logros académicos de los estudiantes destacados. Generalmente, cada número presentaba tres o cuatro trabajos realizados por los alumnos y pre-seleccionados por los profesores René Karman [18], René Villeminot [19], Raúl J. Álvarez [20], entre otros. Además, en esta sección también se difundían los Proyectos finales de alumnos sobresalientes. Los concursos anuales de Arquitectura y Composición Decorativa, organizados por los profesores de la Escuela de Arquitectura bajo la modalidad de encierro [21] también tenían lugar dentro de la revista. Así pues, se publicaba el listado de ganadores y se exhibían sus obras.

Finalmente, las “Crónicas Sociales” comentaban las participaciones de los jóvenes estudiantes, profesores y demás socios de la corporación en los distintos eventos sociales y culturales organizados por la SCA. De este modo, se describían las actividades que los miembros realizan en las comidas de camaradería, en las exposiciones culturales, en los viajes de estudio, en las recepciones a los nuevos egresados y otros eventos similares. Asimismo, en la última sección de la revista, se publicaba el listado de los socios activos de la SCA diferenciando con un asterisco los socios aspirantes (que eran los alumnos avanzados) de los recientemente diplomados [22].

A lo largo de los dos períodos definidos por Cirvini (2004), es decir, desde 1915 hasta 1962, la RDA publicó un total de trescientos ochenta (380) números.

Las primeras mujeres en la Escuela de Arquitectura

En 1901 egresaron las cuatro primeras mujeres de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Una de esas jóvenes, Elvira López [23], quien se graduó con la tesis titulada “El movimiento feminista”, describió cómo en distintos países del mundo las mujeres estaban accediendo a los estudios universitarios, destacando el tipo de carrera en la que ingresaban y las reacciones que despertaban en la sociedad de la época (Palermo, 2006). En ese tiempo, el país contaba con muy pocas mujeres que desarrollaran carreras de educación superior. El camino se había iniciado con Medicina, como ocurrió en casi todos los países occidentales, aunque con la apertura de la Facultad de Filosofía y Letras se reorientaron las elecciones femeninas hacia las carreras de esa facultad (Palermo, 2006).

Si bien en Argentina nunca se esgrimió una reglamentación expresa que limitara el ingreso de las mujeres a la universidad (Lorenzo, 2016); lo cierto es que sí existían diversos mecanismos por medio de los cuales las mujeres reorientaban sus elecciones hacia carreras que eran socialmente aprobadas para ellas (Palermo, 2006). De esta forma, la mayoría de las estudiantes elegían continuar sus estudios superiores en carreras como Filosofía y Letras (para ejercer luego la docencia) o Medicina (donde podían desarrollarse en la Obstetricia); mientras que las carreras técnicas como la Ingeniería eran descartadas [24]. No obstante, en 1917 se recibió la primera mujer ingeniera civil argentina, Elisa Bachofen [25].

La carrera de Arquitectura, a comienzos del siglo XX, se dictaba en la Escuela de Arquitectura dependiente de la Facultad de Ciencias Físicas, Exactas y Naturales. De hecho, antes de su inauguración en 1901, la Arquitectura no tenía currículo propio y funcionaba como una especialización de rango inferior dentro de la carrera de Ingeniería. Luego de su inauguración, los agentes del campo se preocuparon por delimitar las prácticas de los arquitectos en función de establecer un habitus propio para ellos respecto del de los ingenieros. Pese a los primeros esfuerzos de diferenciación al interior del campo, para el imaginario colectivo de la sociedad, la carrera de Arquitectura aún era considerada una rama de la Ingeniería. Y la Ingeniería, hacia esos años, estaba entre las típicas carreras masculinas a las que las mujeres no podían acceder, probablemente, debido a la cantidad de materias técnicas y científicas que la misma contenía.

Esta podría ser una de las razones por las que, al momento de publicación de la nota elaborada por Chanourdie (1905), no había mujeres arquitectas ni estudiantes de arquitectura en Argentina. En este sentido, se puede entender que durante los primeros años del siglo XX la carrera no fuera de especial atención para las mujeres ya que, al ser asociada directamente con la ingeniería, también sería de exclusividad masculina. Ahora bien, luego de la inauguración de la Escuela, los agentes del campo (tanto estudiantes como arquitectos recibidos) buscaron acentuar los rasgos distintivos de un habitus propio para diferenciarse de sus pares de la ingeniería y, en este sentido, se propusieron alimentar la representación [26] del arquitecto artista, más libre y menos sujetos a convenciones de todo tipo, frente a la mentalidad práctica y científica de los ingenieros (Cirvini, 2004).

Así fue como, a mediados de la década del veinte, cuando el debate ingenieros y arquitectos [27] había comenzado a perder fuerza producto de haber cumplido ya una función diferenciadora y aglutinadora en un nosotros para los arquitectos (Cirvini, 2004, p. 95), las primeras estudiantes comenzaron a ingresar a la Escuela. Probablemente, esta coincidencia tenga que ver con que en la carrera de Arquitectura, al haberse afianzado con un perfil más artístico que técnico, se presentaba frente a la sociedad como una opción más apropiada para las mujeres. Pues, elegir una carrera con una orientación más artística podría ser la clave para que una mujer desarrollara y ejerciera una profesión, sin alterar completamente los roles y mandatos sociales preestablecidos para el estereotipo de género femenino de la década del veinte [28].

De esta forma, y cuando el habitus académico de los arquitectos ya estaba naturalizado y podía diferenciarse claramente del habitus de los ingenieros (Cirvini, 2004), Finlandia Pizzul se inscribió en la Escuela de Arquitectura. Luego de rendir los exámenes de ingreso [29] correspondientes comenzó a estudiar la carrera siendo la única mujer de la institución hasta 1926, cuando ingresaron Nelly Nieburh y María Luisa García Vouilloz. Al cabo de cinco años, Pizzul se recibió con honores y se convirtió en la primera arquitecta argentina. Posteriormente, egresaron las demás [30].

Cabe destacar que durante nuestro período de estudio (1926-1947), se recibieron en total 56 arquitectas mujeres, solo en la Escuela de Arquitectura de la UBA [31], frente a un total de 658 estudiantes varones. Las mujeres representaron un 7,6% de matrícula, frente a un 92,4% de matrícula masculina. En tal caso, puede decirse que cada 100 arquitectos varones se recibieron aproximadamente siete u ocho mujeres.

Figura 2
Retrato de Finlandia Pizzul como bibliotecaria de la SCA, luego de recibida de arquitecta.
RDA N°184, Buenos Aires, 1936, p. 165.
Las mujeres en la Revista de Arquitectura

En marzo de 1926, la RDA número 63 publicó por primera vez un logro académico proveniente de una estudiante mujer. Se trató de un trabajo realizado por la alumna Finlandia Pizzul para la materia Composición Decorativa I, que dictaba el profesor René Villeminot. El proyecto se denominaba Un aljibe y fue publicado en la sección “Trabajos de la Escuela de Arquitectura”.

Figura 3
Un aljibe: Trabajo de la Escuela de Arquitectura realizado por Finlandia Pizzul en 1924.
RDA N°63, Buenos Aires, 1926, p. 121.

Dos años después del primer antecedente de publicación de un logro académico femenino, es decir, en noviembre de 1929, la RDA difundió el segundo logro académico proveniente de otra estudiante mujer. El proyecto había sido realizado por María Luisa García Vouilloz para la materia Arquitectura IV, dictada por René Karman y se denominaba Un casino [32].

Posteriormente, se publicó otro proyecto, esta vez realizado por Nelly Nieburh para la materia Composición Decorativa II, que también tenía como profesor a René Villeminot. El Tema era Un embarcadero al borde de un lago [33]. A partir de entonces, los nombres de estudiantes mujeres comenzaron a aparecer con más frecuencia en las páginas de la revista, de acuerdo con el paulatino crecimiento de la matricula femenina en la Escuela. Así pues, el apartado “Trabajos de la Escuela de Arquitectura” mostró varios proyectos de estudiantes mujeres junto con los trabajos de sus compañeros varones.

Figura 4
Un casino. Trabajo realizado por M. Luisa García Vouilloz en 1928.
RDA N°100, Buenos Aires, 1929, p. 276.

Sin embargo, cabe destacar que el logro académico de Finlandia Pizzul, el cual fue publicado en 1926, había sido realizado dos años antes de la fecha de su publicación, es decir, en 1924. Desde nuestra perspectiva teórica, consideramos que tal demora en la publicación no es azarosa ya que la misma puede estar asociada a una especie de resistencia, por parte del comité de la revista, a visualizar logros o realizaciones de mujeres al interior del campo. En este sentido, la violencia simbólica –entendida como una fuerza particular de la que disponen ciertos agentes sobre los otros, con su complicidad (Bourdieu, 2015)–, es ejercida hacia Pizzul a partir de la demora en la presentación formal de su trabajo académico en función de intentar disuadir su inserción como nueva agente del campo. De este modo, no solo se desvalorizaba el mérito por el género, sino que se diluía la presencia femenina en el masculinizado grupo estudiantil.

Por otra parte, la RDA dio cuenta de la participación de las estudiantes mujeres por medio de la publicación de sus logros en los concursos anuales de Arquitectura y Composición Decorativa que organizaban los profesores de la Escuela, al estilo Beaux Arts [34]. Estos concursos se realizaban bajo la modalidad de encierro. Los estudiantes se veían obligados a plasmar todas sus destrezas y conocimientos proyectuales (tanto teóricos como prácticos) en función de obtener algún reconocimiento meritorio en el concurso. Luego, la RDA daba a conocer los alumnos ganadores y publicaba las láminas de los proyectos.

Figura 5 Una estación de ferrocarril. Proyecto realizado por la estudiante Ítala Villa para el Concurso Anual de Arquitectura y Composición Decorativa de 1934. RDA N°160. Abril de 1934. Pág. 177.

De esta forma, hemos podido conocer los nombres de las mujeres que obtuvieron premios y menciones honoríficas en los concursos anuales realizados durante nuestro período de estudio. Según la fuente analizada, la primera vez que las mujeres obtuvieron premios y menciones en un concurso anual, fue en 1934. Cabe destacar que ese mismo año, se realizaron dos concursos: uno, en abril y otro, en diciembre. En el primero, las alumnas Ítala Villa y Blanca Hirsh obtuvieron los segundos y terceros premios respectivamente, en la materia Arquitectura V que dictaba René Karman. El proyecto que presentaron se denominó Una estación de ferrocarril. La estudiante Julia Molina y Vedia obtuvo el primer premio en la materia Composición Decorativa de segundo año con el proyecto Un bar [35].

En diciembre de 1934, la segunda instancia del concurso anual distinguió a la alumna Celina Dubin con el primer premio en la materia Arquitectura 2do curso y a Julia Molina y Vedia, nuevamente con un primer premio, pero en la materia Arquitectura 3er curso que dictaba Alfredo Villalonga [36].

Figura 6
Una estela funeraria. Proyecto realizado por la estudiante María Alicia Anzorena para el Concurso Anual de Arquitectura y Composición Decorativa de 1936.
RDA N°192. Diciembre de 1936, pp. 613-615.

En 1935, se realizó solo un concurso anual en el mes de diciembre, y la única estudiante mujer que recibió premios fue Julia Molina y Vedia. La destacada estudiante obtuvo el tercer premio en la materia Composición Decorativa 2do curso, y una mención especial en la materia Arquitectura 4to curso [37]. Y, un año más tarde, en 1936, María Alicia Anzorena obtuvo una mención especial [38] por un proyecto denominado Una estela funeraria, realizado para la materia Composición Decorativa.

Recién ocho años después, es decir en 1942, volvemos a encontrar el registro de otra estudiante mujer que volvió a obtener un primer premio en un concurso anual. Se trató de la alumna Colette Boccara quien obtuvo un primer premio para la materia Arquitectura 3er curso, con el tema Casa de estudio de un artista [39].

En 1937, se había realizado otro importante concurso (distinto a los concursos anuales realizados en la Escuela) organizado por la Compañía Argentina de Electricidad: el “Concurso Luminotécnico C.A.D.E.” [40] que ofreció un importante premio en dinero y fue de pública difusión en la revista. El concurso fue ganado por la estudiante María Alicia Anzorena [41], quien presentó el tema: “Iluminación del salón de ventas de una mueblería importante”. En la revista N°206 de 1938, se publicaron las láminas del proyecto. Si bien, en entrevistas posteriores realizada por Di Bello (1997), María Alicia Anzorena manifestó haber recibido agravios por parte de sus compañeros luego de haber ganado el concurso. La publicación de su proyecto ganador en la RDA aumentó su capital simbólico al presentarse oficialmente como una de las nuevas agentes activas dentro del campo académico y frente a los demás miembros de la corporación. 

Figura 7
Casa estudio de un artista. Concurso Anual de Arquitectura y Composición Decorativa de 1941. Trabajo realizado por Colette Boccara con el que obtuvo el Primer Premio.
RDA N°260, Buenos Aires, 1942, pp. 363-370.

Los Proyectos finales también constituyeron un espacio de conquista femenino dentro de la fuente analizada. En este sentido, hemos registrado la publicación de siete que tuvieron la mayor distinción, dentro de nuestro período de estudio. Estos trabajos pertenecieron a las recientemente recibidas de arquitectas: Blanca Hirsch [42] e Itala Fulvia Villa en 1934 [43], María Alicia Anzorena [44] y Ligia Celasco [45] en 1937, Carmen Renard [46] en 1938, Delfina Gálvez Bunge [47] y Margarita Worm [48] en 1941.

Figura 8
Una universidad. Proyecto Final. Trabajo realizado por Ítala Villa en 1933.
RDA N°158, Buenos Aires, 1934, pp. 81-84.
Figura 9
Una iglesia y patronato. Proyecto Final. Trabajo realizado por Carmen Renard en 1938.
RDA N°216, Buenos Aires, 1938, pp. 595-598.

En suma, mediante la participación de las mujeres en las propuestas curriculares y académicas que impartía hacia esos años la Escuela de Arquitectura, hemos podido observar también cómo el habitus académico fue incorporado por las estudiantes y se convirtió en una disposición estratégica en la medida en que les permitió formar parte del grupo estudiantil, hablar el mismo lenguaje, y realizar las mismas prácticas. Por otro lado, consideramos que el habitus adquirido aumentó el capital cultural y simbólico de estas mujeres, posicionándolas como agentes activas dentro del campo académico.

Ahora bien, habitualmente la RDA acostumbraba publicar los retratos de los recién egresados arquitectos. Si bien, Blanca Hirsch fue la primera mujer que apareció con su rostro en la página oficial de “los nuevos arquitectos egresados de la Escuela de Arquitectura” en 1934 [49], cabe recordar que ella fue la quinta mujer egresada. Esto significa que las primeras cuatro arquitectas nunca tuvieron un reconocimiento oficial por parte de la revista. De todos modos, a partir de la arquitecta Hirsch, solo 14 graduadas más pudieron ser conocidas por este medio [50], siendo que el número total de egresadas en nuestro período de estudio fue de 57 arquitectas mujeres [51].

Además de la participación de las mujeres en la RDA que se acaba de describir, en 1937 las mujeres conquistaron otro espacio que hasta entonces solo habían sido ocupados por hombres: la redacción de notas. Así pues, la arquitecta Stella Genovese –egresada en 1936–, escribió y publicó para la revista N° 198 de 1937 [52] una nota acerca de la vida y las obras del escultor Stephan Erzia. Un año después, la autora publica otra, titulada “Una mente moderna actualiza antiguos conceptos: Aldous Huxley” y la “Vulgaridad en el arte” [53]. Posteriormente en 1940, Genovese fue la primera miembro mujer del Comité Editorial y este hecho introdujo la voz de las mujeres a otros espacios del campo.

Figura 10
Retrato de Blanca Hirsch publicado en 1934 en la sección de Nuevos Arquitectos Egresados de la FCFEyN de la UBA.
RDA N°162, Buenos Aires, 1934, p. 272.

Conclusiones preliminares

La Revista de Arquitectura cumplió un importante papel en el proceso de génesis y constitución del campo disciplinar de la Arquitectura argentina. En efecto, con la elección de sus notas y publicaciones se delineaba el perfil que debían tener los arquitectos, en relación con los otros actores con quienes se compartía el campo técnico, contribuyendo a la identidad grupal de la profesión. Como dijimos, si bien hacia principios del siglo XX, el campo profesional de los arquitectos había alcanzado niveles importantes de reconocimiento social como organismo autónomo, aún era territorio solo de varones.

Más de veinte años después de la creación de la Escuela de Arquitectura (1901), las primeras mujeres comenzaron a incorporarse al sistema académico ya que, si bien no existían reglas formales que les negasen el ingreso a la universidad, la educación de grado superior para ellas seguía siendo una iniciativa que dependía de las familias. En términos prácticos, la RDA fue el espacio propicio para dar a conocer sus nombres y proyectos en el campo disciplinar revirtiendo paulatinamente la situación de desventaja en la que las estudiantes se encontraban producto de concepción androcéntrica de la época.  De esta forma, la revista se convirtió en una estrategia de inserción al sólido y homogéneo campo profesional.

En suma, dentro de nuestro período de estudio, se registró la publicación de 41 trabajos de mujeres realizados en la Escuela de Arquitectura, 29 participaciones en concursos anuales de Arquitectura y Composición Decorativa, siete Proyectos Finales, 15 retratos femeninos en la sección “Nuevos Arquitectos Egresados”, además de otras publicaciones menores, sobre un total de 57 egresadas mujeres [54]. Asimismo, desde que se propagó el primer trabajo realizado por Pizzul en 1926 hasta finales de 1940, hemos advertido una intensa participación de mujeres en la revista. Sin embargo, a partir de 1941, los espacios de publicación comenzaron a reducirse, tanto para los estudiantes varones como para las mujeres, probablemente, por las disputas entre el Centro de Estudiantes y la SCA.

Luego de todo lo expuesto, consideramos que la RDA tuvo un accionar tradicional en el momento en el que comenzaron a estudiar las primeras mujeres. La demora en la publicación del logro académico de la primera estudiante mujer y la ausencia de los retratos de las cuatro primeras arquitectas argentinas dan cuenta de ello. En tal sentido, entendemos que de ninguna manera se pretendió destacarlas o valorizarlas como pioneras e iniciadoras en un campo que hasta entonces era liderado solo por hombres; sino que, simplemente, se las incluyó dentro del grupo ya conformado de varones, sin mayores relevancias.

Sin embargo, a partir de 1934, cuando se publicó el primer retrato de Blanca Hisrch este accionar comenzó a flexibilizarse. Sumado a ello, la participación de las mujeres en los concursos anuales y los primeros premios que ellas obtuvieron aumentó el capital simbólico del género femenino dentro del campo académico, dejando en evidencia que las estudiantes podían desarrollar proyectos de competitividad al igual que sus compañeros varones. Por último, la integración de la arquitecta Genovese en 1940 al Comité Editorial de la revista, como redactora y luego como miembro vocal, colaboró también en la reubicación de las posiciones de las mujeres dentro del campo disciplinar, al introducir sus voces como nuevas agentes activas ■


REFERENCIAS

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  • Palermo, A. I. (2006). Mujeres y elecciones de carreras no tradicionales. El caso de la Universidad de Luján. Buenos Aires: FILO/UBA. Disponible en repositorio.filo.uba.ar/jspui/bitstream/filodigital/1867/1/uba_ffyl_t_2006_825792.pdf
  • Scott, J. W. (1996). El género: una categoría útil para el análisis histórico. En Lamas M. (comp.). El género: la construcción cultural de la diferencia sexual (pp. 38-65). México D. F.: PUEG.
  • Scott, J. W. (1992a). El problema de la invisibilidad. En Ramos Escuadrón, C.  Género e Historia. La historiografía sobre la mujer. México D. F.: Instituto Moro UAM, pp. 38-65.
  • Scott, J. W. (1992b). Experiencia. En Butler, J. y Scott, J. W. (Eds.). Feminists Theorize the Political. New York: Routledge, pp. 42-73.
  • Trebisacce, C. (2016). Una historia crítica del concepto de experiencia de la epistemología feminista. Cinta de Moebio 57, pp. 285-295. doi: 10.4067/S0717-554X2016000300004

Notas

1. Los primeros avances de esta investigación fueron presentados en el I Congreso Nacional e Internacional de Historia del Arte, Cultura y Sociedad: “Discurso, poder e ideologías en las artes en Latinoamérica”, realizado en 2015 en la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) Mendoza, Argentina. Posteriormente, en 2017, nuevos resultados fueron presentados en el III Congreso Internacional “Nuevos Horizontes de Iberoamérica”, realizado en la misma institución académica. (Volver)

2. La revista Arquitectura era un suplemento especial y mensual que se editaba dentro de la revista Técnica, la cual fue dirigida por Enrique Chanourdie entre 1904 y 1916. (Volver)

3. Esta nota es el primer antecedente en materia feminista que registramos dentro de la revista Técnica. Recién diez años después (en 1915), la misma revista publicó en su N° 98, una segunda nota titulada “Concurso para mujeres arquitectos.” En ella, se advertía que en Inglaterra las mujeres arquitectas estaban “invadiendo” el campo de la Arquitectura (Chanourdie, 1905, pp. 114-116). (Volver)

4. Según Mirta Zaida  Lobato (2007,  pp. 191-192), una idea común en los análisis del trabajo era el carácter pasivo de las mujeres.  Sin embargo, Lobato sostiene que la idea de pasividad no tiene en cuenta las peculiaridades con las que se desenvuelven las experiencias laborales femeninas. Si bien el hogar se convirtió en el eje central de las vidas femeninas de principios de siglo, cuando este se vio amenazado fue un acicate para su activa participación en defensa del hogar proletariado. (Volver)

5. Si bien había en nuestro medio algunas mujeres extranjeras que ejercían la Arquitectura, ninguna de ellas se había recibido en nuestro país. Según Ramón Gutiérrez (1994), la arquitecta Nina Livia Viterbo fue una de las primeras arquitectas que trabajaron en Argentina durante la primera mitad del siglo XX. Viterbo nació en Trieste en 1902, se recibió en la Escuela Superior de Arquitectura de Roma en 1926. Desde 1930, trabajó en Milán, Brasil y desde 1942 en las provincias argentinas de Buenos Aires y Córdoba. (Volver)

6. Finlandia Elisa Pizzul nació el 22 de mayo de 1905 en Buenos Aires, Argentina. En noviembre de 1929 egresó de la Escuela de Arquitectura de la UBA, convirtiéndose en la primera arquitecta argentina. Falleció el 2 de noviembre de 1987. (Volver)

7. Según Cirvini (2004, p. 334), este período coincide con la etapa fundacional del campo. (Volver)

8.   Según Pierre Bourdieu (1980), el campo tiende a conseguir que, quienes entren en él, se interesen en el juego que allí se despliega (illusio) aceptando sus reglas y condiciones; es decir, entendiendo el sentido del juego. Según el autor, el sentido del juego es lo que le permite a los jugadores (agentes) hacer infinidad de jugadas dentro del campo adaptadas a la infinidad de situaciones posibles, que ninguna regla podría prever. (Volver)

9. Siguiendo a Joan Wallach Scott (1992a), entendemos que esta situación de invisibilidad de las mujeres en la fuente analizada se enmarca en otra aún mayor, relacionada con que la historia del desarrollo de la humanidad, casi siempre, ha sido narrada por hombres, y la identificación de los hombres con la humanidad ha dado por resultado la desaparición de las mujeres en los registros del pasado. (Volver)

10. Según Scott (1996), el género, como categoría analítica social, nos ofrece una definición de carácter histórico y social acerca de los roles, identidades y valores que son atribuidos a varones y mujeres e internalizados mediante los procesos de socialización. En tal sentido, Sandra Harding (1998) sostiene que las investigaciones que incorporan la perspectiva de género resultan más convincentes para investigar las relaciones entre los modelos de pensamiento y las condiciones históricas en las que estos se producen. (Volver)

11. Bourdieu (2015, p. 37) sostiene que a menudo la visión androcéntrica se impone como neutra, sin la necesidad de un discurso capaz de legitimar. Para el autor, el orden social tiende a ratificar la dominación masculina en la cual se apoya por medio de la división sexual del trabajo, la cual se manifiesta mediante una distribución arbitraria de las actividades asignadas a cada uno de los sexos. Asimismo, esta división es una construcción social arbitraria de lo biológico, del cuerpo masculino y femenino, de sus costumbres, de sus funciones y, en particular, de la reproducción biológica, la cual fundamenta tal división, naturalizándola. (Volver)

12. Utilizamos la noción de experiencia (Scott, 1992b), que nos permite dar cuenta de aquello que resulta excedente, subsidiario o invisible a la ciencia legitimada como tal,  señalando la condición política de un discurso declarado como neutral. En este sentido, Catalina Trebisacce (2016, p. 289) sostiene que la experiencia nos permite dar testimonio de formas de dominio y opresión productora de sujetos subalternos. (Volver)

13. El término moderna o moderno lo abordamos como lo define Cirvini (2004, p. 29): “un concepto derivado de un proceso socio-histórico llamado ‘modernización’. Entendemos por ‘modernización’ la emergente material de un proceso mucho más amplio (la Modernidad) que comprende los procesos de transformación de la sociedad y la cultura, abarcando lo arquitectónico y lo urbanístico. En Latinoamérica, este proceso se desencadena con distintos ritmos a partir de los movimientos de la Independencia y la consolidación de los estados nacionales”. (Volver)

14. El Centro de Estudiantes de la Escuela de Arquitectura se fundó en abril de 1910. (Volver)

15. Cabe destacar que las revistas que mencionamos son las que Cirvini (2004) aborda como parte del corpus analizado en su trabajo de investigación. (Volver)

16. También contó con el apoyo de otros campos de la cultura como la literatura y las artes plásticas (Ricardo Rojas y Leopoldo Lugones), de la ingeniería (Domingo Selva y Ángel Gallardo) y hasta practicantes de las ciencias físicos-naturales. (Volver)

17. En este sentido, los arquitectos consideraban que el eje diferenciador, en relación con el resto de los actores, era la formación artística que tenían (Cirvini, 2004). (Volver)

18. René Karman (1875-1951) fue un arquitecto francés, egresado de la École des Beaux Arts en 1902. Llegó a la Argentina en 1913 revalidando su título en la UBA. Fue profesor de la Escuela de Arquitectura entre 1913 y 1946. (Volver)

19. René Villeminot (1878-1928) fue un arquitecto académico francés. Llegó a nuestro país en 1913. Fue jefe de proyectos de la Dirección General de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas, profesor de la Escuela de Arquitectura y Consejero de la Facultad de Ciencias Exactas. (Volver)

20.  Raúl Álvarez nació en Mendoza, pero cursó sus estudios en Buenos Aires. Obtuvo el título de Arquitecto en la Universidad de Buenos Aires el 20 de enero de 1917, convirtiéndose así en el primer mendocino que se graduó de arquitecto. Tuvo una estrecha vinculación con la RDA. (Volver)

21. El encierro era una modalidad de trabajo y evaluación realizado en la Escuela de Arquitectura hacia los años treinta, donde los y las estudiantes desarrollaban un proyecto en 8 a 12 horas corridas, sin poder salir del taller (Di Bello, 1997, p. 56). (Volver)

22. El listado de socios activos de la SCA se publicó en la RDA hasta mediados de la década del cuarenta. En él se encontraban también los domicilios comerciales de cada arquitecto o arquitecta. (Volver)

23. Elvira López fue una de las precursoras del feminismo argentino de comienzos de siglo XX. En 1901, produjo la primera tesis sobre feminismo en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Su tesis constituye un acto revelador a favor del reconocimiento de las mujeres y sus derechos civiles (Barrancos, 2012). (Volver)

24. Elvira López decía en 1901: “Carrera muy poco tentada aún por las mujeres, y que realmente no es de las más apropiadas para su sexo, es la de Ingeniería”. (Volver)

25. Elisa Bachofen nació en Buenos Aires a finales del siglo XIX. Estudió la carrera de Ingeniería en la Facultad de Ciencias Físicas, Exactas y Naturales de la UBA. En 1917 obtuvo el título de ingeniera civil, convirtiéndose en la primera mujer ingeniera de Sudamérica. Falleció en Buenos Aires, el 19 de noviembre de 1976. (Volver)

26. Para Stuart Hall citado en Lobato (2007, p. 284), la representación es un proceso por el cual los miembros de una cultura usan el lenguaje para producir significados. Así pues, la literatura, la pintura, el cine y la fotografía son artefactos culturales que trabajan con materiales y elementos de la sociedad, crean actitudes, valores, conciencias e identidades. (Volver)

27. Según Cirvini (2004) el debate ingenieros/arquitectos fue uno de los más importantes debates fundacionales por los que atravesó el campo disciplinar y profesional de los arquitectos puesto que ambos colectivos buscaban delimitar el campo y especificarlo (Cirvini, 2004, pp. 80-81). (Volver)

28. Para Lobato (2007, pp. 105-108), a finales del siglo XIX se estaba afirmando el ideal de madre de familia, reina y señora de la vida doméstica. Posteriormente, a comienzos del siglo XX, las representaciones de las mujeres modernas enfatizaban en el hogar una auténtica transformación del trabajo doméstico. Asimismo, la mujer moderna que era sinónimo de actual, se asociaba a la tecnología, es decir, al uso de artefactos domésticos. Por otro lado, los valores femeninos estaban asociados al cuidado de los otros. Sin embargo, la autora sostiene que las dificultades prácticas, no discursivas, de las mujeres para estudiar en las escuelas industriales o de comercio, derivaban de la importancia que se le asignaba al rol doméstico. (Volver)

29. El reglamento de ingreso a la Escuela de Arquitectura establecía que para entrar los estudiantes (hombres y mujeres) debían poseer título de bachiller y rendir un examen de ingreso. El examen de ingreso hasta 1930 se componía de las siguientes materias: Matemática, Geometría del Espacio, Dibujo de Ornato e Historia de la Civilización. Cada uno de ellos era un examen independiente y tenían carácter eliminatorio. Es decir, el aplazo en cualquiera de las asignaturas significaba automáticamente tener que rendir de nuevo la totalidad de ellas, incluso las aprobadas previamente (Di Bello, 1997). Luego en 1934, el examen dejó de ser eliminatorio. (Volver)

30. Las siguientes fueron: Mercedes Arauz Obligado (1934), Blanca Hirsh (1934), Ítala Villa (1935), Stella Genovese (1936), Enriqueta Méoli (1936), Elena Spaini (1936), Violeta Pouchkine (1937), Dolores Aguilar (1937), Berta Strejilevich (1937), Beatriz Penny (1937), Fanny Gómez (1938), Carmen Renard (1939) y Alicia Anzorena (1939). Cabe destacar que estas 16 mujeres egresaron durante la década del treinta solo de la Escuela de Arquitectura de la UBA. En 1937, egresó de la Escuela de Arquitectura de Córdoba, Nélida Azpilcueta; y en 1938 egresó de la Facultad del Litoral, Mila Carniglia. (Volver)

31. Hacia 1947, en la Escuela de Arquitectura de la Universidad del Litoral, se habían recibido diecisiete arquitectas y en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Córdoba se habían recibido tres mujeres más. (Volver)

32. RDA N°100. Buenos Aires. pp. 276-277. (Volver)

33. RDA N°114. Buenos Aires. Sumario. (Volver)

34. Según Julio Valentino citado por Ana Cravino (2015, p. 124), el modelo Beaux Arts establecía que: “los concursos mensuales forman parte esencial en la formación del estudiante. Es obligatorio presentarse como mínimo a dos cada año. Los programas son variados y están definidos por los profesores de teoría. Generalmente están referidos a temas de arquitectura pública, religiosa o a arquitectura privada y su decoración. Plantean distintos niveles de complejidad, siendo los más megalómanos los correspondientes al concurso anual que otorga el Prix Rome, consagración máxima para cualquier profesional”. (Volver)

35. RDA N°160. Abril de 1934. p. 177. (Volver)

36. RDA N°168. Diciembre de 1934. p. 542. (Volver)

37. RDA N°180. Diciembre de 1935. p. 540. (Volver)

38. La mención especial era equivalente a obtener un cuarto premio. (Volver)

39. RDA N°260. Buenos Aires. 1942, pp. 363-370. (Volver)

40. RDA N°206, Buenos Aires. 1938, pp. 74-77. (Volver)

41. Alicia Anzorena (1915-2008) se recibió de Arquitecta en la Escuela de Arquitectura de la UBA en 1940. Fue la primera arquitecta mendocina (Di Bello, 1997). (Volver)

42. RDA N°159, Buenos Aires. 1934, p. 125. (Volver)

43. RDA N°158, Buenos Aires, 1934, pp. 81-84. (Volver)

44. RDA N°205, Buenos Aires, 1938, pp. 34-37. (Volver)

45. RDA N°204, Buenos Aires, 1937, pp. 564-567. (Volver)

46. RDA N°216, Buenos Aires, 1938, pp. 595-598. (Volver)

46. RDA N°216, Buenos Aires, 1938, pp. 595-598. (Volver)

47. RDA N°242, Buenos Aires, 1941, pp. 94-96. (Volver)

48. RDA N°241, Buenos Aires, 1941, pp. 44-52. (Volver)

49. Hirsch, B. “Nuevos Arquitectos egresados de la facultad de Ciencias Físicas, Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires” en RDA N°162. Buenos Aires, 1934, p. 272. (Volver)

50. Los retratos de mujeres publicados en la sección “Nuevos Egresados” de la RDA, a lo largo de nuestro período de estudio fueron: Blanca Hirsch, Ítala Villa, Enriqueta Méoli, Dolores Aguilar, Violeta Pouchkine, Mila Carniglia, Carmen Renard, Alicia Anzorena, Ligia Celasco, Anita Berducq, Esther Schuster, Graciela Lamarque, Elsa Garibaldi, Julia Goy y Judith Bandinelli. (Volver)

51. Datos obtenidos según la Nómina de Egresados de la Escuela de Arquitectura de la FCFEyN-UBA, a la que se ha agregado una arquitecta –Beatriz Penny–egresada en 1937, pero no está contemplada en la nómina. (Volver)

52. RDA N°198, Buenos Aires, 1937, pp. 256-258. (Volver)

53. RDA N°210, Buenos Aires, 1938, pp. 247-249. (Volver)

54. Estas 57 mujeres egresaron solo de la Escuela de Arquitectura de la UBA. No obstante, dentro del período analizado, la Universidad del Litoral tituló a 13 mujeres más y la Universidad Nacional de Córdoba, a tres arquitectas. Esto equivale a decir que entre 1924 y 1947 se titularon en Argentina 73 mujeres arquitectas. (Volver)