CRISTIAN SANTIAGO CASTIBLANCO SUAREZ
Universidad del Tolima
Facultad de Tecnologías
Departamento de Arquitectura y Diseño
LUCAS PERÍES
Universidad Católica de Córdoba – Unidad asociada al CONICET
Facultad de Arquitectura
Instituto del Paisaje
Resumen
Se expone una estrategia metodológica aplicada en el Parque Sarmiento (Córdoba, Argentina) sintetizando los recursos producidos en diálogo con los antecedentes de investigación. Se incluyen reflexiones, proyecciones y alcances, resultados de la interpretación del estudio de corte cuali-cuantitativo que, implementando componentes de trabajo de campo y gabinete mediante herramientas de registro, reconoce actores, demarcaciones y prácticas, expuestas en atributos identificados en categorías de tipo etario, temporal y sonoro, este último como maneras de territorializar el lugar, concretando un trabajo categórico de actividades y eventos presentes en el espacio público como experiencia dirigida a la valoración social y caracterización espacial.
Palabras clave
Espacio urbano, Actividades, Sonido, Territorio
Introducción
Este artículo deriva del estudio realizado como estancia doctoral internacional por Cristian Santiago Castiblanco Suarez en el Instituto del Paisaje de la Universidad Católica de Córdoba (UCC), Argentina. El trabajo se lleva a cabo durante el mes de agosto de 2018. En este marco, su tesis doctoral [1] se vincula a la investigación científica “Catálogo del paisaje urbano, instrumento innovativo para la planificación urbana con enfoque paisajístico: Parque Sarmiento, ciudad de Córdoba” (2016-2019), dirigida por Lucas Períes [2].
Un Catálogo de Paisaje Urbano es un instrumento innovador destinado a orientar los procesos de planificación urbana, con enfoque paisajístico –instrumento generado por el equipo de UCC en investigaciones concatenadas, desde hace más de diez años. Se trata de un estudio en el que concurren conocimientos y capacidades desarrolladas para contribuir al mejoramiento de la gestión, el análisis y la utilización de recursos (naturales y culturales) en la formulación de políticas urbanas más eficaces, en referencia al desarrollo sostenible. El catálogo se concreta en un documento de información múltiple y permite conocer los recursos tangibles e intangibles con los que cuenta un sector de la ciudad, comprender su dimensión histórica, determinar sus caracteres y sus valores para, finalmente, establecer las consideraciones de calidad paisajística que permitan delinear acciones para su manutención y desarrollo, en términos de calidad de vida urbana. La modalidad de trabajo propuesta contempla al paisaje de modo vivencial, en su totalidad y temporalidad, con especial atención en su fisonomía y dinámica. La estrategia metodológica para la construcción de un catálogo –con sus herramientas y técnicas– se encuentra expuesta en el libro Procedimientos para un catálogo del paisaje urbano (Períes, Ojeda, Kesman y Barraud, 2013), también se puede acceder a dos casos de aplicación en los libros: Catálogo del paisaje del río Suquía en la ciudad de Córdoba, Vol. 1: centro y pericentro noroeste y Vol. 2: suburbano noroeste (Períes, Ojeda, Kesman y Perazzolo, 2016 y Períes, Ojeda y Kesman, 2012).
El presente artículo se enfoca en los componentes intangibles y dinámicos del paisaje, aquellos vinculados a la interacción social y a la sonoridad. Los mismos son clasificados en dos grandes categorías, las actividades y los eventos; y ambas pueden configurar proceso de territorialización. Este último concepto es comprendido como la conjunción de modos y formas de apropiación social del espacio público. El proceso se reconoce a través de la demarcación de las prácticas que emplean la música y sus maneras de hacerse, como parte del accionar en la distribución y ocupación espacial. Lo sonoro, en este sentido, es determinado por las modalidades de ejecución o emisión en cada situación, asociadas a las prácticas de los habitantes (tanto programadas como espontáneas o cotidianas), y que en este estudio se identifican como: artesanal, ambiental y electrónico. Por último, es importante aclarar que no se trata de realizar mediciones cuantitativas de niveles sonoros ni de un enfoque en la contaminación ambiental sonora; ambas cuestiones escapan a los fines específicos de la investigación.
El interés del estudio se concentra en la posibilidad de producir un reconocimiento de la situación actual del paisaje, a partir de señalar y distinguir los componentes sociales que lo estructuran y definen desde la sonoridad, en términos de territorialización. Ante esto Connell y Gibson (2003) establecen que la sonoridad en el espacio remite a condiciones fijas y dinámicas: las primeras hacen referencia a los lugares donde se sitúa la práctica; las segundas, a la manera cómo se distribuye la sonoridad producida. Estas modalidades de producción sonora en el espacio son empleadas para identificar territorializaciones, lo cual no implican exclusivamente la propia percepción auditiva en el lugar donde se practica, sino que, en ocasiones es detectada por medio del ejercicio de observación de los dispositivos portados y empleados para su ejecución, como es el caso de audífonos, amplificadores o instrumentos.
La musicalidad, por ejemplo, se entiende como la manera de apropiar un espacio, de hacerlo lugar a través de la experiencia sonora, experiencia que, en este estudio, se ha identificado por medio de demarcaciones realizadas mediante dispositivos electrónicos (parlantes, amplificadores, audífonos y equipos instalados en automóviles), dispositivos artesanales (guitarras, flautas, tambores, panderetas, entre otros) y sonidos ambientales (principalmente los componentes naturales del paisaje como la fauna, flora y agua).
El caso de aplicación de la investigación se corresponde con el Parque Sarmiento de la ciudad de Córdoba, Argentina. Se trata del parque más importante de la ciudad, la primera obra proyectada y construida en el país por el arquitecto paisajista francés Carlos Thays (data de 1889) y declarado Monumento Histórico Nacional en 2017, por su alto valor patrimonial. El proyecto original se esboza para un predio aproximado de cien hectáreas correspondiente con la superficie actual. El parque alberga importantes museos, centros culturales, educativos y gastronómicos, teatros, espacios recreativos y deportivos, plazas, plazoletas, jardines y paseos con monumentos y obras artísticas de diferentes épocas y autores; un gran jardín zoológico e importante volumen de vegetación nativa y exótica con fauna asociada.
El trabajo aquí expuesto se realiza en el contexto urbano del propio parque, sectorizado en los predios que se señalan en la Figura 1, los mismos se corresponden con los subespacios que integran el parque y se contemplan los espacios lineales de la infraestructura viaria que los conecta.
Espacio público como territorio
El reconocimiento territorial se soporta en la determinación de actores, la identificación de sus prácticas y acciones que ejercen sobre el espacio físico y la manera que tienen de organizarse y expresarse para hacer de él un escenario de pertenencia e identidad, productor de experiencias y vivencias. Comprendido así y llevando el espacio público a esta condición de campo territorial (Bourdieu, 2013) [3], se determinan categorías relevantes para su estudio –enunciadas en los próximos apartados–, sobre las que se resaltan elementos de cualificación espacial, ligados a la movilidad, accesibilidad y visibilidad de las formas de apropiación y demarcación.
Ante este panorama, el espacio público como construcción territorial se hace legible en la identificación de acciones y actores (mujeres y hombres), los propios habitantes del Parque Sarmiento, que se circunscriben en un ámbito delimitado. La espacialidad acompaña y propicia la condición de las prácticas, tanto fija como dinámica, en un sistema de trinomio integrado y dependiente: práctica-espacio-actor. En este sentido, y particularmente en el Parque Sarmiento, hacemos referencia a las plazas, plazoletas, jardines, canchas deportivas, playas de estacionamiento, sendas peatonales y vehiculares (infraestructura viaria), entre otros subespacios que lo componen y que responden a la necesidad cotidiana de las diversas prácticas socioculturales, como se ejemplifica en la Figura 2. De este modo, se reconoce y considera la condición de subespacios que no siempre son propicios a usos preestablecidos. El rol que juegan los actores determina acciones que condicionan los modos de apropiación y demarcación de las prácticas, en temporalidades distintas y que, en reiteración, territorializan y constituyen un sentido de distinción y distribución que exalta la configuración del parque como un sistema territorial preciso, por la persistencia, permanencia, intensidad y durabilidad de cada actividad.
Lo particular de la relación entre actores y prácticas es la manifestación de las huellas que dejan sobre el espacio, que en el orden de lo territorial determinan ámbitos para la diversión, recreación, relajación, meditación, trabajo, estudio, deporte y toda otra actividad posible y/o permitida en la dimensión pública del espacio urbano. Por otro lado, en esta relación práctica-espacio-actor también existe una relación diacrónica, donde emerge la provisión de servicios y mercancías en forma de venta ambulante, no como sustitutos del comercio formal, pero sí como complemento a la estructura del mercado formal. En ese sentido, las múltiples relaciones espaciotemporales producidas desde esta trilogía, se manifiestan en la creación de diversas situaciones sobre las condiciones de movilidad, orden público y seguridad, entre otras, que se reflejan en el territorio, como se ilustra en la Figura 3.
De igual manera, reconocer la fauna como un componente relevante del escenario de estudio, tanto de tipo silvestre como doméstica, vincula la importancia que los animales poseen en el parque y que determinan su propia territorialidad, en interacción o no con los ciudadanos, ocupando espacios al establecer un hábitat permanente o transitorio. En este artículo no se incluye el registro faunístico detallado de la investigación que lo enmarca (Catálogo Paisajístico Parque Sarmiento), sin embargo, y en relación con ello, reconocemos que hay actividades donde las personas disfrutan y usufructúan de ciertos espacios del parque por los animales que allí residen –principalmente avifauna–, o porque concurren con sus mascotas o interactúan con perros y gatos en situación de calle, como se representa en la Figura 4.
Estas formas de estar en el espacio público, y habitarlo, denotan maneras de territorialización, que en palabras de Nates “están ligada a las formas de práctica y apropiación, delimitadas a través de elementos simbólicos que dan cuenta de su producción” (2009, p. 277). Así, su identificación se traza en el reconocimiento de los elementos que constituyen sus calidades físicas o intangibles y las huellas o marcas que son identificadas. De acuerdo con este concepto, los actores reconocidos en el lugar de estudio evidencian el rol visual de la delimitación a través de la ocupación y la práctica, al mismo tiempo que se emplean formas sensibles sonoras que se señalan y cualifican los modos de territorialización del espacio. Al respecto, De Certau refiere al “espacio como lugar practicado” (1996, p. 129) que se transforma y adquiere identidad de lugar a través de experiencias y prácticas de los caminantes y de las diversas formas de habitar el espacio público. Y como lo expresa Revilla Gútiez: “tanto a nivel individual como colectivo, los procesos de construcción de la identidad son de carácter relacional, estableciéndose así límites y fronteras entre ámbitos determinados” (2013, p. 210). Más adelante señala,
en este juego de construcción identitaria, la música funcionaría como “signo distintivo” (Bourdieu, 2006, p. 477). Las prácticas musicales, junto con el gusto y los hábitos de consumo de las mismas, actúan como definidores y generadores de identidad y, por consiguiente, también entrarán a formar parte de los parámetros identitarios que pugnan por afiliarse o diferenciarse respecto al resto. […] A través del consumo de la misma (de los diferentes estilos, en cada contexto), el individuo o colectivo se identifica con una parte o con la totalidad del universo simbólico y semántico del objeto musical (2013, p. 211).
Este panorama conceptual permite dilucidar el campo de lo sonoro como recurso empleado por los actores, en procesos de activación de una demarcación territorial, que, vinculado a la actividad, la edad de las personas, la temporalidad y las formas de agrupación social, determina una cualificación del espacio como territorio estructurado y como un sistema de lugares. Aquí la categoría lugar denota un espacio apropiado, vivido individualmente y producido socialmente como plantean Di Méo y Buléon (2005). Se trata de un modo de construir el espacio a través de las prácticas de los habitantes del parque, a lo que De Certau denomina “enunciación peatonal” (1996, p. 112); son las distintas maneras de hacerse en el espacio, las formas de recorrerlo, vivenciarlo y apropiarlo. De este modo, el espacio del Parque Sarmiento se estructura de forma discontinua en sus prácticas, al ser parte de un sistema principal viario dominante que integra los sectores practicados del espacio, a través de la recurrencia, uso y trazado continuo de los usuarios.
El componente sonoro y el musical [4], al incorporarse en la territorialización, se establece mediante dispositivos de reproducción y amplificación, vinculados a las formas de organización de los actores en torno a la actividad, lo cual implica su localización y demarcación en el espacio para desarrollar las prácticas. En esta sonoridad del lugar se contempla el sonido producido en el ambiente del propio parque, identificado y percibido como una emergencia natural del lugar, al igual que el artificial producto del entorno urbano. Así, lo sonoro en el espacio público otorga identidad y permite categorizar atributos a partir de la identificación de género, edad y conducta de diversión, ocio, trabajo y vida cotidiana, con relación a preferencias socioculturales, aquellas que acontecen de modo programado o espontáneo y propician ambientes que atraen o repelen a otros grupos sociales. A continuación se expone la modalidad de trabajo y los resultados obtenidos.
Metodología para la identificación de actores, prácticas y dispositivos de demarcación
A partir de lo contemplado se establece una ruta metodológica que se estructura a partir de tres momentos:
1. Relevamiento, observación y entrevistas (no estructuradas), que permiten evidenciar, conocer e identificar los fenómenos de ocupación.
2. Elaboración de mapeos y tablas de categorización y clasificación de la información recabada, en cuanto a actividades y eventos que tienen relevancia específica en el espacio público. Es pertinente señalar que el trabajo relacionado a la categoría eventos se amplió a un margen temporal de cuatro años, realizando el estudio documental de páginas informativas de periódicos y noticias locales.
3. Proceso de valoración y reconocimiento de las actividades en relación con el grupo etario, la temporalidad, los días, el tipo de actividad y la implicación o no del factor sonoro como elemento representativo y/o complementario para el desarrollo de las prácticas.
Esta metodología sustenta la conceptualización planteada como recurso de problematización territorial del Parque Sarmiento, donde la identificación de actores, las maneras de practicar el espacio y las temporalidades para su uso, permiten establecer herramientas que puedan ser empleadas como estrategias de acción e intervención del espacio público como un territorio identificado. De esta manera, las múltiples relaciones espaciotemporales que se producen en relación con los actores, se manifiestan como actividades (fijas y dinámicas), eventos y medios que posibilitan su desarrollo, que clasifican los elementos urbano-paisajísticos del espacio y hacen parte de su identidad, haciendo posible la producción territorial.
La información que deriva del ejercicio del trabajo de campo arroja lo particular de la relación entre actores y acciones, como la manifestación de huellas que se marcan como territorio sobre el espacio y permiten experiencias sobre el orden del espacio público en lo que pueden ser, por ejemplo, ámbitos que generan inseguridad, tranquilidad, diversión, entre otros.
La clasificación de actores se realiza en el orden de la participación en las acciones según tres categorías: franja etaria (infancia /adolescencia /adultez); categoría de actividades (deportiva / recreativa / comercial) o de eventos (cívico /comercial / cultural / deportivo / político, religioso / ambiental) y formas de agrupación /ocupación (individual / grupal / multitudinaria).
A las temporalidades se las establece en días y jornadas horarias, información que se sistematizó de tres maneras: fichas (ver Figuras 5 y 6), matriz (ver Tablas 1 a 9) y mapas (ver Figuras 7 y 8); los mismos permiten determinar relaciones emergentes en la coligación práctica-espacio-actor durante la temporalidad acotada de un mes, para observar las formas de ocupación y demarcaciones en el caso de aplicación.
Las fichas de sistematización de la información registrada en el parque, recopilan datos cualitativos en relación con los días de actividad y registro (lunes a viernes, sábado y domingo, feriados), a la temporalidad (matutina / vespertina /nocturna) y a las formas de agrupación de los actores en relación a la práctica (individual /grupal / multitudinaria), por tanto el valor proxémico de realización social de la actividad es determinante para establecer las formas en que se ordena el individuo o el grupo social en relación con el espacio. De esta manera se identifican formas de agrupación de los actores, sus prácticas y apropiación del espacio, reconociendo el grupo etario al que pertenecen y los modos de uso sonoro/musical y su implicación como elemento accesorio o significante en la demarcación del espacio, tal como se ejemplifica en las Figuras 5 y 6.
Como segunda herramienta de sistematización y registro de la información se emplean tablas que vinculan la información mapeada en las fichas con los componentes y categorías establecidas –correspondientes al método de construcción del Catálogo de Paisaje Urbano–, referidas a las actividades y eventos que implican el reconocimiento del tipo, denominación, franja temporal, días de práctica y categorías de registro establecidas en las fichas de análisis.
Durante el período de estudio se registran, principalmente, diversas actividades, comerciales, deportivas y recreativas, entre otras; algunas emplean elementos físicos que denotan su legibilidad, como por ejemplo, la situación referente a los locales de comida ambulante. A diferencia de estas ocupaciones comerciales, otras prácticas como las deportivas, establecen formas de apropiación dinámica y lineal; que en el caso del running y la caminata, marcan un ritmo en la cotidianidad y uso reiterativo de la infraestructura del parque, esta constancia demarca formas de apropiación, que son interpretadas por sus actores en la seguridad, la calidad del ambiente, la accesibilidad y la visibilidad del espacio donde practican el ejercicio físico.
A continuación, se presenta la matriz como modelo de tabulación de la información que es referida a las actividades y eventos registrados. Como herramienta permite objetivar los datos para su posterior análisis y sistematización cuantitativa.
Como herramienta complementaria y de referencia visual de localización de los registros, se realizan mapas de localización de actividades y eventos en relación con los subespacios que constituyen la totalidad del espacio público. Aquí las categorías de tipo y denominación de la actividad se cruzan con la de localización, ubicando cada una de ellas en los escenarios donde se realizan y en el caso de los eventos donde se han realizado en los últimos cuatro años. Esta información es recopilada a partir de un estudio de gabinete soportado en los registros de diarios locales como La Voz del Interior y La Nueva Mañana. La demarcación de las actividades y los eventos es representada en las Figuras 7 y 8, respectivamente.
La sistematización de los datos da cuenta de los sectores del parque con mayor intensidad de uso, y por tanto, de los sectores con menor práctica y apropiación por parte de los habitantes. Si bien el estudio se centra en los acontecimientos sucedidos específicamente en el espacio público, el mapeo de la información deja en evidencia, además, la desvinculación de las instituciones que hacen parte del conjunto urbano del parque, como el Museo de Bellas Artes Emilio Caraffa, Centro Cultural de Córdoba, Museo de Ciencias Naturales y el Jardín Zoológico.
Las actividades caracterizan al espacio público como lugar de relaciones sociales, según como lo plantea Makhlouf (2003); estas actividades son producto de apropiaciones en su mayoría correspondientes a las condiciones físicas del escenario, donde es practicada y beneficiada por los atributos espaciales que este presenta. En consecuencia se identifican escenarios para juegos extremos como el skatepark, recorridos de caminata, running y patinaje, actividades relacionadas directamente a las infraestructuras viarias del parque, y también se reconocen otras actividades de aparición espontánea –adaptaciones a los espacios derivadas de los atributos que ofrecen– tales como fútbol, voleibol, bike polo, roller derby, slackline, clases de gimnasia funcional y aeróbica, acrotela y todas aquellas que conciernen situaciones de reunión como celebraciones, esparcimiento, picnic o meriendas. En el caso de los eventos de condición planificada por instituciones públicas o privadas, se produce la transformación sustancial de las condiciones espaciales, al convocar multitudes en situaciones que son acondicionadas de modo transitorio para su realización, salvo excepciones como por ejemplo la localización en el Teatro Griego. Al respecto, principalmente se identifican los eventos culturales (conciertos) y los deportivos (maratones).
Resultados de la territorialización de eventos y actividades
La territorialización del espacio se manifiesta con la identificación de las prácticas y los modos de demarcación territorial en el espacio público. Esta condición estaría trazada en la reiteración del hecho, ya sea actividad o evento, la constancia de actores y la legibilidad que adquiere la práctica social como referente espacial del territorio, como lo manifiestan Barrientos, Maya y Serrano:
Las acciones sobre los espacios, las formas de relacionarse con él y como esto implica un proceso de simbolización que generan representaciones sociales, constituyen algunos de los elementos que hacen del espacio un territorio, pero, fundamentalmente, existe un lazo entre una colectividad con el territorio que se manifiesta en un sentimiento de identidad y pertenencia a través de su ocupación colectiva (2005, p. 105).
Desde esta perspectiva y en relación con la categorización de eventos y actividades empleadas para este estudio, se logra determinar que, de los 26 sectores en los que se divide el Parque Sarmiento, los correspondientes al Parque de Las Tejas, el Jardín Emiliano Solanet y el Jardín Pradera de la Leona presentan un grado de apropiación similar con relación a los eventos allí realizados, como se representa en el Gráfico 1 y se registra en las Tablas 4 a 9. Sin embargo, los espacios del parque con estructura de corredor, correspondientes con las infraestructuras viarias, presentan un porcentaje de apropiación mayor que los anteriormente citados; esto denota que las condiciones de accesibilidad, continuidad y visibilidad espacial, que tienen estos corredores, permiten que se empleen con mayor recurrencia para la realización de eventos; con predominio de la categoría cultural, según se evidencia en el Gráfico 2.
En cuanto al modo de ocupación espacial de las actividades registradas en el trabajo de campo, el espacio público se determina como la sumatoria de lugares que definen un sistema. El lugar es comprendido como escala mínima en la unidad de análisis territorial (Vergara Figueroa, 2013), como escenario de empatía, de experiencias y prácticas constantes que asocian el espacio con actor/es y a una actividad como forma de apropiación y territorialización. Por consiguiente, se designa al espacio como lugar, porque hay identificación con él y porque permite el reconocimiento de quienes lo practican. Además, emergen trazas simbólicas dadas por elementos situados en la sonoridad propia del lugar o instaurados por medio de dispositivos externos, sean estos amplificadores electrónicos (personales o de alto alcance) o instrumentales (elementos de percusión como tambores, cajas y de cuerda como guitarras). Por tanto, en el área de estudio se registran actividades de realización cotidiana —correspondientes con el número de veces que se observan durante el tiempo de desarrollo del trabajo de campo—, y se denota a las prácticas deportivas con un porcentaje significativo y superior a las demás categorías, lo que se evidencia en las demarcaciones de localización en el espacio del parque, como se representa en la Figura 8 y en el Gráfico 3.
Los resultados de lo estudiado sobre la relación de las actividades en correspondencia con los lugares en que acontecen se exponen en el Gráfico 4. Los datos establecen a los espacios corredores de la infraestructura viaria y a los escenarios del Jardín Pradera de la Leona, Jardín Florentino Ameghino y Parque de Las Tejas como los de mayor apropiación en relación con las actividades, donde las demarcaciones sonoras son visibilizadas mediante los dispositivos instrumentales o electrónicos empleados por los habitantes (ver Tablas 1 a 4). El uso de amplificación electrónica (parlantes o audífonos) son los elementos registrados como dispositivos de acompañamiento en la realización de las actividades.
Reflexiones
La sonoridad es considerada en este trabajo como recurso para la territorialización del espacio público, en cuanto a los usos y costumbres que en él acontecen con relación al entorno urbano. El espacio es entendido desde una perspectiva múltiple y dinámica (Santos, 2000), superadora de la concepción clásica –puramente abstracta y física–, que integra el soporte físico con las acciones sociales y se constituye desde la conjunción de sus componentes naturales y culturales en interacción con los habitantes. Desde esta conceptualización, el sonido –tanto de origen natural como cultural– adquiere relevancia porque es inherente a la vida urbana, tal como lo manifiesta Llorca: “Una sociedad que resuena […], pues vida es acción, y todo movimiento es sonido y todo espacio es sonoro” (2017, p. 19).
Las demarcaciones en el espacio público como localización de prácticas, relacionadas a eventos y actividades, se evidencian en el relevamiento y análisis de la sonoridad del Parque Sarmiento, contemplando dos modos de ejecución: grupal e individual, en correspondencia con los fundamentos de Revilla Gútiez (2013). Lo grupal involucra la amplificación de mayor alcance del sonido musical por medio de elementos electrónicos y de percusión manual, estableciendo localizaciones puntuales de cada una de las prácticas. El modo individual demarca la generalidad más representativa del espacio público –en el período de estudio–, y es dado a través de la música como elemento dinámico, es decir, a su empleo como acompañamiento de actividades individuales que denotan mayor ocupación espacial dentro parque, en términos de dispersión.
Esta identificación de las demarcaciones sonoras determina el mapa del territorio que pone en evidencia el espacio activo. En él se pueden detectar las zonas de mayor y menor interacción, donde las actividades y eventos se complementan en diálogo con los componentes paisajísticos de aquellos lugares que contienen abundante representatividad de uso: Parque de Las Tejas, Jardín Pradera de la Leona, Jardín Emiliano Solanet y el sistema vial. La información obtenida permite reconocer estos escenarios de mayor apropiación con los tipos de prácticas que allí acontecen. En simultáneo, posibilita visibilizar los sectores que se encuentran en desvinculación de la estructura dinámica de ocupación –bien por su poca visibilidad o por las condiciones de accesibilidad o seguridad–, y la subutilización del espacio por las condiciones en el estado de sus instalaciones (mobiliario, infraestructura, higiene y seguridad): Paseo A. D. Bialet, Isla Crisol, Plazoleta del Bicentenario, Jardín Clemente Onelli, Jardín Florentino Ameghino, Plazoleta Ángel Cabrera, Jardín El Rosedal. En consecuencia, esta territorialidad permitirá contar con información objetiva para intervenir con acciones que vinculen actividades y eventos de manera representativa, para brindar oportunidades de uso y apropiación en la totalidad del Parque Sarmiento, contribuyendo en el equilibrio de su capacidad de carga y la sostenibilidad paisajística.
Reconocer al espacio público como territorio y escenario de conductas colectivas e individuales, responde a disposiciones territoriales que son garantes de identidad social y cultural. De este modo se identifican las relaciones de la organización física del espacio urbano como un sistema condicionado por jerarquías –relacionadas con la accesibilidad y visibilidad del espacio–, lo que permite que el comercio fijo y ambulante, la diversidad de prácticas y las condiciones morfológicas y paisajísticas de cada lugar determinen modos de apropiación constantes por parte de distintos grupos sociales. Lo expuesto reivindica el valor y el sentido del Parque Sarmiento, en este caso, fortalecido la experiencia, el apego y el significado del espacio público, lo que reconstruye formas de territorialidad, de identificación y pertenencia de los habitantes.
Esta experiencia, además de constituirse en un insumo directo para la construcción del Catálogo de Paisaje del Parque Sarmiento de Córdoba, se expone aquí con la intención de que pueda ser replicable y perfeccionada por otros profesionales de diversos contextos ■
REFERENCIAS
- Barrientos, A., Maya, B. y Serrano, M. (2005). El espacio público urbano: un fenómeno territorial. Textos Antropológicos, 15(1), pp. 97-116.
- Bourdieu, P. (2006). La Distinción. Buenos Aires: Taurus.
- Bourdieu, P. (2013). El sentido práctico. Buenos Aires: Siglo Veintiuno.
- Connell, J. y Gibson, C. (2003). Soundtracks: popular music, identity and place. Londres: Routledge.
- De Certau, M. (1996). La invención de lo Cotidiano 1. Artes de Hacer. México D. F.: UIA.
- Di Méo, G. y Buléon, P. (2005). L’espace social: lecture géographique des sociétés. París: Armand Colin.
- Llorca, J. (2017). Paisaje sonoro y territorio: El caso del barrio
- San Nicolás en Cali, Colombia. Revista Invi, 32(89), pp. 9-59,
- Makhlouf, M. (2003, febrero). La ciudad y el espacio público. Sensacional de antropología, pp. 25-28.
- Nates, C. B. (2009). Pensar el mundo, practicar el entorno. Etnografías y reflexiones desde una antropología de las territorialidades. Revista de dialectología y tradiciones populares, LXIV(1), pp. 277-296.
- Períes, L., Ojeda, B. y Kesman, C. (2012). Catálogo del paisaje del río Suquía en la ciudad de Córdoba, Vol. 1: centro y pericentro noroeste. Córdoba: EDUCC.
- Períes, L., Ojeda, B., Kesman, C. y Barraud, S. (2013). Procedimientos para un catálogo del paisaje urbano. Córdoba: I+P.
- Períes, L., Ojeda, B., Kesman, C. y Perazzolo, D. (2016). Catálogo del paisaje del río Suquía en la ciudad de Córdoba, Vol. 2: suburbano noroeste. Córdoba: EDUCC.
- Revilla Gútiez, S. (2013). Música y relaciones interétnicas. El fenómeno sonoro como herramienta de demarcación identitaria en un contexto post-socialista. Revista Perifèria, 18(2), pp. 200-228.
- Santos, M. (2000). La naturaleza del espacio: técnica y tiempo, razón y emoción. Barcelona: Ariel.
- Vergara Figueroa, A. (2013). Etnografía de los lugares. Una guía antropológica para estudiar su concreta complejidad. México D. F.: Ediciones Navarra.
Notas
1. Tesis doctoral “Reconfiguración territorial e identidad colectiva: un estudio sobre legibilidad y memoria en la ciudad de Ibagué”, dirigida por el Dr. Julián López García y codirigida por el Dr. Sergio Sierra Monsalve, realizada en el Doctorado de Estudios Territoriales de la Universidad de Caldas, Colombia. (Volver)
2. Equipo integrado por la Mg. Arq. María Cecilia Kesman (codirectora), la Mg. Arq. Silvina Barraud (investigadora responsable) y un grupo interdisciplinario de colaboradores. Investigación desarrollada con subsidio de la Universidad Católica de Córdoba – Unidad Asociada al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). (Volver)
3. Se referencia el concepto de campo bourdiano en la manera que se identifican jerarquías en la apropiación territorial, producidas por la reiteración y ocupación de actores frecuentes, reconocidos y asociados por su actividad en determinadas áreas dentro del Parque Sarmiento. Este reconocimiento establece un campo de relaciones territoriales, que cualifican el caso de estudio. (Volver)
4. Se entiende lo sonoro como todo aquello perceptible al sentido auditivo, ante esto lo musical, haciendo parte constitutiva de esta categoría, exalta la diversificación sonora en cuanto involucra connotaciones de armonía, sustentadas en la intensidad, rítmica y en su modo de producción o ejecución. (Volver)
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