Incidencia de la espiritualidad franciscana en la evolución urbana de la Real Audiencia de Charcas



Universidad Católica Boliviana “San Pablo”
Centro de Investigación en Diseño

Resumen

La llegada de las órdenes religiosas a la Real Audiencia de Charcas tuvo indudable influencia en la evolución del urbanismo, generando patrones de ubicación diferentes al europeo, contribuyendo a entender notas de complejidad de los tejidos urbanos contemporáneos.

En este artículo se estudian cuatro casos correspondientes a la Orden Franciscana y se intenta demostrar cómo inciden en la evolución urbana de las nacientes ciudades coloniales. Los franciscanos por las características de su espiritualidad, buscan localizarse cerca de los naturales, como bisagra para vincular la zona de españoles con la de naturales. En la etapa inicial y en el transcurso del tiempo, los conjuntos estudiados funcionan como organizadores del espacio material y social e influyen en la organización del paisaje urbano, actuando como elementos de “larga duración”, según las categorías de Fernand Braudel (1949).

Palabras Clave
Urbanismo de la colonia, Paisaje urbano, Patrones de ubicación, Orden Franciscana, Real Audiencia de Charcas

Recibido
18 de junio de 2019
Aceptado
30 de diciembre de 2019

Introducción

El proceso de formación de las primeras ciudades en Charcas tiene como protagonistas importantes a las órdenes religiosas, entre ellas a los franciscanos. La presente investigación se refiere a la localización del sitio de asentamiento de los primeros conventos de esta orden en el proceso de formación de las ciudades de La Plata (hoy Sucre), Potosí y La Paz en lo que fue el territorio de la Real Audiencia de Charcas, actual Bolivia, con el objeto de conocer las causas que incidieron en la elección de la ubicación y determinar si existe un patrón de ubicación respecto de los sitios de emplazamiento seleccionados o de la trama urbana, y analizar la relación entre el conjunto-conventual y la ciudad en la actualidad.

Los conventos de Sucre (San Francisco Observancia y Recoleta), Potosí y La Paz, son edificaciones que fueron ampliándose a lo largo del tiempo, hasta constituirse en referentes de especial valor en los tejidos urbanos contemporáneos; se originan en los extramuros de la ciudad española o en la zona de borde con los asentamientos indígenas, con el tiempo la evolución urbana los ha incluido y, como en el caso de las ciudades de La Paz y Potosí, están ubicados en el sector de máximo valor patrimonial, motivo por el cual este estudio es necesario para conocer la historia urbana de estas tres ciudades tomando como referente a los franciscanos.   

Descubrir las causas que determinan la ubicación de los conventos fue un proceso complejo en esta investigación, para lo cual se recurrió a los datos de las crónicas de Diego de Mendoza (1976), a las actas fundacionales y a los escritos de la época. Junto a esto, en cada ciudad se realizó el estudio del proceso de completamiento de la trama urbana por la arquitectura religiosa de modo cronológico en la etapa fundacional, se analizó el proceso de la ocupación de los indígenas con respecto a la cuadrícula española y se ubicó el convento franciscano. Con este objetivo se recurrió a fuentes secundarias, como los estudios de los investigadores Teresa Gisbert y José de Mesa (2002, 1997, 1991 y 1985), y Juan Zilbeti González (2003). 

Una vez realizado este estudio, se determinó la permanencia del conjunto conventual en la trama urbana, a lo largo del tiempo, utilizándose como metodología las categorías de Fernand Braudel (1949), determinándose en casi todos los casos los “elementos de larga duración”. Finalmente, se examinó la incidencia de los mismos en el paisaje urbano a través del tiempo y hasta la actualidad.

Ubicación de los conventos franciscanos en las principales ciudades de Charcas

Para entender la incidencia de la espiritualidad franciscana en el urbanismo, hay que conocer las notas clave del carisma fundacional de esta orden: el amor a la pobreza y a los pobres, el respeto por la naturaleza, la predica sencilla con un fondo de pragmatismo y emotividad, la vida de trabajo del fraile, todo dentro del marco de la itinerancia y de una espiritualidad flexible que sabe adaptarse a las necesidades de cada lugar y momento.

Por otra parte, es bien sabido que hay diferentes teorías que dan razón de la traza en damero de las nacientes ciudades en América. Están aquellas que consideran que responde a las ideas renacentistas, cuyos antecedentes se encuentran en los trazados greco-romanos; otras consideran que se siguió el lineamiento de los trazados precolombinos ya existentes y finalmente, las que piensan que la cuadrícula responde a una voluntad política de dominar territorios recién sojuzgados mediante una organización racional (Nicolini, 2001, p. 85).

Lo cierto es que el modelo en cuadrícula va a ser típico del desarrollo urbanístico americano durante la Colonia, un producto genuino del contacto entre dos culturas distintas. En América el damero es “un dispositivo urbano que no forma parte del bagaje de la cultura española ni de la prehispánica” (Nicolini, 2001, p. 90), constituyéndose en un elemento de larga duración en todas las poblaciones en estudio. Es por eso que a continuación se verá cómo se inserta en esta configuración el conjunto conventual franciscano, es decir, si lo hace dentro de la cuadrícula o no, en cada caso.

Los franciscanos en La Plata

La primera ciudad que se funda en Charcas es la ciudad de La Plata, en medio de las guerras civiles del imperio incaico y los pueblos de las tierras bajas. Acerca de la fundación, Pedro Ramírez del Águila (1978) dice:

Fundó esta ciudad con título de Villa de La Plata y de los Caballeros […] su hermano Gonzalo Pizarro por comisión suya (de Francisco Pizarro), aunque la repartición de los solares y administración de justicia fue a cargo del capitán Peranzures marqués de Campo Redondo en 1538 (pp. 22-23).

A partir de ese momento, en lo que antes se llamó Charcas, queda instalada la Nueva Villa de La Plata de la Nueva Toledo. El arquitecto Alberto Nicolini señala que

el propósito del asentamiento estuvo relacionado con el control de los indígenas y la búsqueda de minas de plata, estando también relacionada su ubicación con un claro sentido estratégico de control de la encrucijada de las rutas que unían la cuenca del Plata y Amazonas (1990, p. 182).

Ubicación del convento de San Francisco Observancia (1540)

Según Juan Zilbeti González (2003), el documento obligatorio sobre el reparto inicial de solares, existente en el Archivo Eclesiástico de Sucre (Tomo 2, Folios 1 y 2), señala la partición de tierras llevada a cabo por el fundador de la ciudad; en él se otorga a “Pedro Alonso Hinojosa un solar” (Zilbeti González, p. 122), y es este caballero el que, según Diego de Mendoza, dona el sitio [1] donde se ubica el convento San Francisco Observancia [2].

Para el análisis de la ubicación del convento y su relación con la zona de naturales [3], hay que mencionar un importante estudio de Mesa y Gisbert, que muestra que la construcción se encontraba rodeada de naturales de alta posición social. Según estos autores, se trata de algo inusual, ya que por lo general los naturales no se ubicaban cerca de la plaza mayor de las ciudades (1985, p. 47). Lo cierto es que en La Plata, según el documento ANB BRAVO, 1569, CCCXXXVIII [4], a partir de la calle que va desde San Francisco a la plaza, y que antiguamente se llamaba Calle Real, se asentaban naturales ricos, por ejemplo, los casos de Luisa Chimbo, Francisca India Palla y Baltasar Inca, mencionados en el testamento de la primera, cuyas “casas en que vivía lindan con las de Toribio de Alcázar, y Pedro de Toledo, por las espaldas casas de Toribio de Alcázar y por delante calle Real que va a San Francisco” (Gisbert, 1991, p. 46), frente a la cual se encontraba la casa de Francisca India Palla y la de Baltasar Inca, sobre el riachuelo, comprada al carpintero Moreno [5] (Figura 1).

Figura 1
Estudio de entorno del convento de San Francisco Observancia.
Fuente: Gisbert (1991, p. 53), vectorización realizada por César Trujillo.

Todo este sector de la ciudad quedaba limitado por el arroyuelo que pasaba detrás de la huerta del convento y desembocaba en la zona que separaba la ranchería de los naturales Poconas. Mesa y Gisbert (1985) afirman que este lugar, por la proximidad del agua, estaba habitado por artesanos:

allí están las casas del carpintero Juan Moreno, en la calle de San Francisco (1659) y al lado del arroyo estaban las casas del tejero Alonso Rodríguez y algo más al noroeste las de Juan Griego, también carpintero, situada esta camino de la ranchería Pocona (p. 47).

A juzgar por los escritos de Ramírez del Águila (1978), la vida en La Plata era sumamente apetecible, “el clima cálido y seco, el mejor de todos y más saludable” (p. 28); el nivel de vida, nada malo, dada “la gran fertilidad de esta tierra y provincia” (p. 35), lo que se traslucía en el buen vestir tanto de españolas como criollas e incluso de las naturales. El único problema que tenía esta ciudad, motivo por el cual no creció en mayor extensión (p. 61), era el agua. Las funciones estaban bien delimitadas según

el plan de la ciudad que está en la mitad en la ladera y la otra mitad en un espacio no bien llano, y de la parte superior hacen las avenidas de las aguas cuatro quebradas […] San Sebastián, San Agustín, San Francisco y Yamparaes (p. 62).

El papel del convento franciscano Observancia en esta ciudad es fundamental en el proceso de la evangelización. De acuerdo con el gráfico realizado con base en los estudios de Gisbert (1991, p. 53) y de Zilbeti González (2003, pp. 124-125) correspondiente a las Figuras 2 y 3, planimétricamente estaba ubicado en el punto de unión entre naturales y españoles, para cumplir su misión de catequizar, administrar los sacramentos y atender con toda solicitud, sobre todo a los naturales (Mendoza, 1976, p. 48). Por las descripciones de Mendoza, la primera construcción era apenas una “pequeña iglesia y casa” (p. 45), que si bien poco podría contribuir en la generación del naciente paisaje urbano, se transformó en un nodo, y con el tiempo, en un mojón, acompañando al proceso de completamiento “de la traza desnuda a la ciudad edificada” (Romero, 1987, p. 99).

Figura 2
Ubicación de los principales edificios religiosos en la ciudad de La Plata en primera mitad del siglo XVI.
Fuente: elaborado por la autora sobre la base de los estudios de Teresa Gisbert y Juan Zilbeti González.
Figura 3
Ubicación de los principales edificios religiosos en la ciudad de La Plata, en la segunda mitad del siglo XVI, entre 1552 y 1600.
Fuente: elaborado por la autora sobre la base de los estudios de Teresa Gisbert y Juan Zilbeti González.

En el proceso de instalación de las otras órdenes religiosas en La Plata fundacional, que se produce entre 1540 y 1551, la estructura urbana habrá de quedar delimitada por las parroquias de San Lázaro, San Sebastián, San Francisco y la catedral. Posteriormente, durante la segunda mitad del siglo XVI, según la relación que hace Josep Barnadas, se construyen los otros templos de la ciudad: en 1564, el de los agustinos; en 1567, el de Santa Mónica; en 1580, el de Santo Domingo; en 1581, el nuevo San Francisco, y también el de La Merced; y en 1600, la iglesia y convento de La Recoleta, en las faldas del cerro Churuquella (Barnadas,1987, p.91).

Resulta difícil saber si esta ubicación en la trama urbana obedeció, según la hipótesis de Enrico Guidoni (Cuadrado Sánchez, 1995), a una disposición triangular [6], tampoco cómo se relacionaban las órdenes entre sí. En los escritos de Diego de Mendoza se puede observar que inicialmente había complementariedad. El cronista señala:

Los primeros Templos, y Religiosos Monasterios, que en las Provincias de este nuevo Orbe se edificaron […], con Católica afecto y Cristiana devoción, fueron, las iglesias de nuestros gloriosos Padres Santo Domingo, y San Francisco y de nuestra Señora de las Mercedes, por ser las primeras religiones, que pasaron a estos reynos, especialmente las dos primeras, que con Santa hermandad, edificaron y predicaron la Cruz del Evangelio, primeros apóstoles de nuestra Europa en este nuevo mundo (1976, p. 41).

Figura 4
Plano de la ciudad de La Plata en la segunda mitad del siglo XVIII, realizado por Idelfonso Luján. Copia de la Casa de la Libertad (Sucre).
Fuente: recuperado de http://www.geoinstitutos.org/ciudades_america/sucre.html
Ubicación de La Recoleta (1600)

Por otro lado, tomando en cuenta que las Recoletas se ubicaban en lugares alejados del ruido de la ciudad, con el objeto de facilitar la oración de los frailes que en ella vivían, el convento de Santa Ana de la Recolección de Sucre se ubica al pie del cerro Churuquella, sobre un antiguo adoratorio indígena dedicado a la divinidad Tangatanga, que, según Acosta, era uno en tres y tres en uno [7] (Gisbert, 1991, p. 53). Asimismo, el Churuquella también era un apu [8] sagrado, por lo que tal vez en este lugar se unían ambos cultos para implorar a las divinidades el cese de los truenos, relámpagos y rayos que caían frecuentemente en el lugar. Finalmente, el cronista Diego de Mendoza hace hincapié en el mencionado hecho milagroso “de templar las tempestades, pues son ya muchos menos que eran, y por aquella parte raras; no obstante de estar toda esta región muy sujeta a ellas” (p. 57).

Por las descripciones de Ramírez del Águila (1978), tanto el edificio como el entorno y la vida de sus moradores debían constituir un conjunto muy interesante:

El convento de los Descalzos Franciscanos, de veinte religiosos, es un relicario en todo, en iglesia, casa y santidad, susténtase muy bien de limosnas, tiene huerta de mucha recreación y en ella manantiales de agua buena y capillas de devoción y retiro y penitencia (p. 154).

La estructura urbana en cuadrícula que se observa en el plano de Luján estaba consolidada hacia 1779. Zilbeti señala que “según Wolgang Schoop, el mérito especial de Luján consiste en una minuciosa representación de la silueta y traza de la ciudad” (2003, p. 129).

El completamiento de la traza desnuda fundacional, según el plano de Luján, es total en ese momento y deja traslucir el nacimiento de nuevos puntos de expansión de la ciudad. Si bien La Recoleta franciscana busca huir de ese proceso por su localización en lo alto, no lo logra, pues en el tiempo ha sido absorbida por el crecimiento de la planta urbana.

Al presente, el templo de la Observancia mantiene el protagonismo colonial y se constituye en un elemento de larga duración dentro de la estructura urbana. Lamentablemente, el convento sufrió un cambio de función en 1826, cuando fue suprimido por el Mariscal Antonio José de Sucre a favor del ejército libertario, en vista de que muchos de los conventos de Chuquisaca estaban vacíos: así, los seráficos son trasladados de Sucre a Potosí, destinándose el convento para cuartel, decisión penosa para la ciudad que había conservado el conjunto como una unidad funcional durante más de 250 años.

En definitiva, si recurrimos a las tres categorías fundamentales enunciadas por Nicolini para analizar la ciudad hispanoamericana –la estructura, las funciones y el paisaje urbano– (2001, pp. 84-100) y tomando en cuenta el modo de concretar la nueva instalación por medio de elementos urbanos, concluimos que en La Plata, tanto el conjunto conventual de la Observancia como La Recoleta intervienen de manera protagónica en el proceso de completamiento en la estructura de la ciudad, que culmina en lo que Grusinki denomina la “ciudad barroca”, donde el paisaje urbano estaría dominado simbólicamente por el triunfo de la religión católica occidental [9].

En el siglo XX las arquerías del atrio se extienden a la acera contigua, prolongando de manera visual la relación del templo con la plaza, llamada también de San Francisco. Estos cambios influyen en el paisaje urbano, el de la primitiva iglesia y templo, la del segundo conjunto y la imagen actual, que perdura desde el siglo XIX, donde la fachada del convento toma una imagen de fortaleza con almenas, torrecillas y puestos de vigía, coincidiendo con lo que Braudel (1968) denomina el tiempo corto a la medida de los individuos y de la vida cotidiana (pp. 60-106). Sin embargo, el protagonismo de esta arquitectura no desaparece, solamente se desplaza desde lo religioso a lo civil, porque el nuevo edificio permanece unido a la percepción paisajística.

Fotografía 1
Campanario del templo de San Francisco de Sucre.
Fuente: Francis Laguna, 2010.

Figura 5
Plano datado entre 1590 y 1610. Actualmente se encuentra en el museo The Hispanic Society of America.
Fuente: plano digitalizado de Prado Ríos (2010).

Los franciscanos en la Villa Imperial de Potosí

Potosí tiene una estructura diferente, ya que no responde a una fundación oficial. En el año 1545, el natural Huallpa descubre la fabulosa veta de plata en el cerro llamado Potocchi, en la jurisdicción de la etnia Carca-Carca. Este hecho y el envío de 12 mil marcos de plata motivan al emperador Carlos V a realizar las primeras acciones para la fundación de la ciudad, en 1545. La cantidad de plata que se encuentra en el yacimiento favorece la fundación, a pesar de la rigurosidad del clima. El cronista Ramírez del Águila explica que la fundación de Potosí:

fue en sitio desapacible, extremoso y pedregoso, seco y desnudo de toda verdura y yerbas, flores y arboledas, porque nada de esto se cría respecto de ser aquel temple frigidísimo y muy combatido de aires norte y sures […]. Fundóse allí por la comodidad de la labor de los metales, y estar cerca de los ingenios en que se muelen y benefician (1978, p. 82).

Las primeras casas se construyeron alrededor de la laguna o atolladero; 94 fueron construidas por los españoles, pero Potosí crecía cada día en población (Escobari de Qurejazu, 1993, p. 42).

La ciudad era verdaderamente caótica. Ramírez del Águila escribió

hay tanta máquina, tráfago, y ruido de mayordomos españoles, beneficiadores, carpinteros y de indios apiris, morteros, palliris [10], repasiris [11] y de otros oficios, que es lo primero del mundo y mucho de ver, [con la población] toda en ladera y en parte áspera (1978, p. 82).

En medio de ese atolladero de casas, unas redondas y otras cuadradas, según muestra un plano datado entre 1590 y 1610, aparecen las primeras construcciones hispanas, y entre ellas, el primitivo convento franciscano, fundado en 1547 (Mendoza, 1976, p. 47), es decir, solo dos años después de descubierta la veta de plata en el Cerro Rico. Diego de Mendoza escribe que el sitio escogido, “aunque es estrecho, por tener a las espaldas del convento el arroyo de la molienda de los ingenios de la ribera, es suficiente la vivienda a sus moradores” (p. 47).

Ximena Medinaceli (2011) afirma, con base en Cañete, que como Potosí no fue fundada en forma de damero en el momento inicial, el virrey Toledo mandó abrir calles en 1572, para darle la forma urbana que hoy conserva (p. 101). De esta manera, el convento se ubica al extremo de lo que será el crecimiento previsto para el damero o ajedrezado, que corresponde al asentamiento español, al lado del río principal, mientras que en el otro lado quedaba el asentamiento de los naturales. El convento de San Antonio de la Villa Imperial de Potosí se sitúa cerca de los naturales, en este caso como parroquia. Esto explica su ubicación estratégica entre las dos zonas mencionadas, la española y la de naturales (Figura 6).

Figura 6
Ubicación de los principales edificios religiosos en la ciudad de Potosí en siglo XVII,
Fuente: elaborado por la autora sobre la base del plano entre 1590 y 1610.

Con las acciones del virrey Toledo de 1572 se regulariza el trazado del centro y se crea la plaza mayor. Se descubre asimismo un nuevo sistema de extracción de la plata, amalgamando el mineral con el mercurio, para lo cual se necesita agua; de esa manera el Virrey resuelve construir un río artificial, denominado La Ribera, en los altos de la serranía del Cari Cari, que dividirá la ciudad en dos sectores: uno habitado por españoles y criollos, además de sus esclavos, al septentrión, y otro ocupado por mitayos, que vivían al pie del cerro, en rancherías en torno a sus respectivas parroquias. Por lo tanto, en Potosí la estructura urbana se consolida sobre la base del patrón socioeconómico predominante, organizándose a partir de los barrios de naturales, al pie del Cerro Rico, y de la estructura en damero, alrededor de la plaza mayor.

Con estas intervenciones, las funciones de la ciudad se consolidaron; se logró, entre otros avances, el inicio de la construcción de la Iglesia Matriz en la plaza mayor. Empero, la vida en la Villa Imperial no era fácil para los naturales. Ramírez del Águila hace un relato a propósito de las acciones de Toledo:

La vivienda de los españoles está en el corazón del pueblo y alrededor la de los indios por sus parroquias que les asignó y dividió el virrey […]. De cada una viene su capitán y gobernador indio, con sus caciques y curacas, de sus ayllos […]. Estos caciques e indios se mudan cada año, en cuya remuda o vez, que llaman mita, es el batallón de las dificultades, apremios y extorsiones que se hacen a estos pobres indios; los españoles interesados porque les enteren, los indios por no enterar, por la imposibilidad que tienen ellos por huirse los asignados, en que intervienen mil injusticias de enteros supuestos y otros en plata que se echan en la bolsa de mineros pagada y quitada, a veces por fuerza, de quien no la debe; y con este ofuscamiento y revuelta de trampas y cambalaches unos con otros, siempre se andan en un continuo pleito; y todos los más los lunes se ven en aquellas plazas en cepos los caciques, las mujeres de los indios depositadas, los hijos empeñados los fugitivos presos y todos los indios de esta masa y mita en un eterno caos de confusión, duelo y trabajos (1978, pp. 82-83).

Por otra parte, a juzgar por el plano que estamos estudiando, el convento seráfico viene a contribuir en cierta medida al caos del paisaje urbano de la naciente ciudad y, al mismo tiempo, al ordenamiento del espacio de la villa. Comparte así la nota hispana con la Iglesia Matriz (1546 primer intento de construcción), Santa Bárbara (1548) y La Asunción (1548), según Mesa y Gisbert (2002, p. 117); y Santo Domingo (1553), Los Mercedarios y el Hospital Real en su etapa inicial (1555), según Medinaceli (2011, pp. 117-118).

Cabe añadir que en este momento ya se completa la traza urbana por la cantidad de población de naturales que se asienta en la ciudad fruto del trabajo de la minería –en el año 1600 son 200 mil almas, según el padre Diego de Ocaña– y San Francisco atiende a 700 familias (Medinaceli, 2011, p. 103). En esta etapa se fundan más parroquias, llegando a diez las construidas entre 1556 y 1585, con las cuales el convento en estudio va a tener que compartir hasta fines del siglo XVI su protagonismo en el paisaje urbano.

La particularidad de Potosí, que cambia violentamente su estructura urbana con las acciones del virrey Toledo, y la permanencia del conjunto franciscano en el cambio de la trama, hacen pensar en este como un mojón fundacional. Un hecho interesante al respecto es la forma en que comparte el paisaje de la zona de naturales y de la zona de españoles, por estar ubicado en el límite entre ambas. En efecto, de un lado estaban las casas de la ranchería, hechas de barro y sin ventanas [12], y del otro, cruzando la Ribera, la plaza principal, con las edificaciones que representaban el poder: el edificio de la Moneda –el mayor del Virreinato del Perú y uno de los mayores de América hispana–, la Aduana, el Cabildo, la cárcel, los almacenes de azogue, los hospitales y el coliseo, elementos que dan fuerza a la idea del protagonismo compartido del convento franciscano, ya en la etapa fundacional.

Posterior al plano datado entre 1590 y 1610 es el lienzo Descripción del Cerro Rico e Imperial Villa de Potosí, de Gaspar de Berrío Bravo, del año 1758, donde vemos nuevamente la consolidación de la estructura urbana, y al convento, ubicado en el borde de la zona de españoles y de la de producción de metal, colindante con los barrios periféricos, habitados ahora por comerciantes, artesanos y trabajadores libres de las minas. Se trata de una perspectiva a ojo de pájaro, en la que el autor describe cómo eran los usos y los espacios urbanos, y la relación de la ciudad con su entorno natural.

En este lienzo vemos la inserción del convento en la topografía del lugar y formando parte del entorno urbano, ya que la ciudad misma surge para explotar los recursos del escenario en el que se localiza.

Un plano de la segunda mitad del siglo XVIII, que se obtiene del Museo Etnográfico de la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires, revela que para esa época la ciudad había llegado a un sincretismo que muestra que el damero español permanece invariable y que la zona de naturales adopta este patrón, superponiéndose a la trama urbana existente en el siglo XVI, lo cual da como resultado un amanzanamiento irregular (Prado, 2010, p. 33). Ese patrón habrá de mantenerse hasta la actualidad (Figura 9).

Figura 7
Descripción del Cerro Rico e Villa Imperial de Potosí, de Gaspar de Berrío. Actualmente ubicado en el Museo Colonial Charcas de la Universidad San Francisco Xavier de Sucre.
Fuente: recuperado de http://slowlandscapes.blogspot.com/2011/01/cerro-rico-potosi.html
Figura 8
La Villa Imperial de Potosí en la segunda mitad del siglo XVIII.
Fuente: Prado Ríos (2010, p. 33). Fotografía del Museo Etnográfico de la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires.
Figura 9
Vista aérea del conjunto de San Francisco de Potosí.
Fuente: Google Earth, © 2019 Maxar Technologies.

En definitiva, el conjunto franciscano queda absorbido dentro de la retícula, mostrando que, por la fecha de la fundación y la talla de la edificación, resulta un elemento estructurante desde el mismo momento de su creación. La función se mantiene, siendo uno de los edificios más significativos durante mucho tiempo, con el atrio característico de estas edificaciones, limitado en este caso por las condiciones topográficas, lo que lo hace más pequeño que sus similares de La Plata y La Paz. Por otro lado, la escasez de franciscanos, obligan a convertir el claustro en museo.

En cuanto al paisaje urbano, ya se mencionó el hecho de que el convento comparte dos paisajes distintos, incluso en la actualidad; de un lado, la zona de naturales y de otro, la de españoles, dentro de un amanzanamiento compacto que se da desde el inicio; el convento es resueltamente parte de un paisaje cultural en el que, “es posible leer las tensiones y los conflictos en un territorio que estaba lejos de ser la superficie continua en la que poblaciones y accidentes geográficos se alternan en armonía” (Penhos, 2005, pp. 162-163). 

Los franciscanos en La Paz

La Paz se funda el 20 de octubre de 1548, en la localidad de Laja. El virrey Pedro de La Gasca ordena al capitán Alonso de Mendoza crear una nueva ciudad, sin precisar dónde localizarla; según relata La Gasca:

El 6 del dicho septiembre, dos jornadas más delante de La Gasca, despaché al capitán Alonso de Mendoza con provisión de corregidor de la ciudad de Nuestra Señora de La Paz y para que fuese a poblar dicho pueblo e hiciese a los vecinos que estaban señalados que fuesen a residir en él, porque me pareció que por ser persona tan diligente y de rostro, como es, era conveniente para el allanamiento y pacificación de aquella tierra (citado en Pérez de Tudela Bueso, 1964, p. 275).

El propósito era crear un punto intermedio entre Potosí y Cuzco, para el descanso de viajeros, cambio de postas y correo. Tres días después es trasladada de Laja más al este, al poblado de Chuquiago.

Chuquiago estaba ubicado en territorio de los pacajes, y sus habitantes hablaban aymara; tenía fama por las minas de oro situadas a lo largo de su río, que, en tiempos del incanato, eran trabajadas en beneficio del monarca cuzqueño. Poco tiempo después de la institución de la ciudad, algunos cabildantes propusieron cambiar la ubicación a Yunguyo, debido a quejas ocasionadas por las dificultades de circulación que provocaba la topografía. Finalmente, prevaleció el deseo del fundador de no cambiar de lugar el nuevo asentamiento (Gisbert, 1991, p. 25).

Álvaro Cuadros (2002) sostiene que, a juzgar por las crónicas de esta etapa fundacional, los españoles se encuentran mezclados con los naturales en un primer trazado, definiéndose dos plazas: una de los primeros (actual plaza Alonso de Mendoza) y otra de los segundos (sobre la actual avenida América); ambas plazas estaban separadas por una acequia para el regadío y la provisión de agua:

Con las fachadas dirigidas a las dos plazas se instala el Cabildo como símbolo de autoridad […]. El tambo Kirkincha, centro de intercambio indígena, caracteriza al pueblo de indios. Llama la atención, por otra parte, el respeto y mantenimiento de la propiedad de los caciques Kirkincha e Irusta ubicados directamente sobre la plaza de los españoles […]. Debido a ello se nota que no existe un área reservada exclusivamente para los españoles (pp. 41-42). 

Un año después de la fundación, los españoles hicieron el primer trazado [13] de la ciudad, a la orilla izquierda del río Choqueyapu. La planta urbana se divide en zona de españoles y zona de naturales, la primera delimitada por el río Calchuani al noroeste, el río Choqueyapu al sudoeste y sur y el riachuelo Mejauira al este, y la segunda, por los ríos Choqueyapu, Apumalla y Carawichinca, y las primeras iglesias existentes, que eran San Pedro, Santa Bárbara, San Francisco [14] y San Sebastián.

Gisbert ha realizado por su parte un plano de la ciudad de La Paz de acuerdo con descripciones y documentos de la época, concluyendo que “La Paz tenía tres barrios de indios, San Sebastián, San Pedro y Santa Bárbara; todos estaban extramuros, junto con el convento de San Francisco, separados del núcleo urbano por el río Choqueyapu y sus afluentes” (Gisbert y Mesa, 1997, p. 195).

Figura 10
La Paz en el siglo XVI.
Fuente: elaborado por la autora según Gisbert y Mesa (1997, p. 13).

En 1551 se construye la iglesia mayor de la ciudad, en un solar preferencial, como era costumbre adjudicar a la Iglesia. Gisbert indica, que ese solar no ha variado y es el mismo que hoy ocupa la catedral (1991, p. 25). Los numerosos cursos de agua que atravesaban la ciudad hicieron necesaria la construcción de puentes para el tránsito de vecinos y cargas, siendo el más importante el de San Francisco. Por otra parte, las viviendas no eran de mucha calidad; la mayoría de las de la zona de naturales estaban construidas con adobe, mientras que en la zona de españoles había algunas de cal y ladrillo, las primeras con techo de paja y las otras con techo de tejas. Otros edificios importantes de la época eran el Cabildo, el de las Cajas Reales, la cárcel y los tambos.

Como se ha señalado, en 1551 se inicia la construcción de la catedral y el tambo, y para entonces ya se habían construido la picota y la fuente. Por otra parte, se destinan cuatro solares para la construcción del hospital. Es posible que uno de ellos estuviera al lado de San Francisco, lo que hace estimar la importancia que, en este momento y pese a la precariedad de templo y del convento, tenía la orden seráfica.

Sobre el sitio donde estaba el convento Nuestra Señora de Los Ángeles, Diego de Mendoza señala que “es lo más sano de la ciudad, a la ribera del río, con un hermoso puente de cal y canto que hizo el convento, para el pasaje y comunicación del pueblo, por estar retirado del sol” (1976, p. 47).

Junto con San Sebastián y San Pedro, ambas iglesias de naturales, San Francisco se ubica en los extramuros. Cuadros señala que el lugar del convento era ventajoso, pues colindaba con la vía principal de comunicación por la cual se salía o llegaba en viaje a Potosí, la actual calle Sagárnaga, que permitía llegar a la población indígena vinculada a la actividad comercial; de la misma manera, se reconocía la intención de la orden, dirigida a crear otra parroquia de naturales, localizándose en el margen opuesto al río respecto a la ciudad española, obedeciendo así a las condiciones establecidas para los asentamientos indígenas (Cuadros, 2002, p. 49). La calle colindante con el templo (actual calle Sagárnaga) tuvo, como se ha dicho, la importancia de ser la vía que comunicaba con la ciudad de Potosí. No obstante, su importancia residía también en la concentración de muchas actividades ligadas a los servicios, al comercio y al abastecimiento de productos. Asimismo, circulaban permanentemente recuas de llamas que transportaban mercaderías y burros que llevaban la piedra proveniente de las canteras de Letanías, en Viacha, para la construcción de la iglesia; también era la vía que usaban quienes traían la plata de Potosí, con destino a la metrópoli española.

En el siguiente cuadro se ofrece una relación de la aparición de las otras órdenes religiosas (Barnadas, 1987, p. 91):

Estos datos nos permiten observar que las fundaciones religiosas tuvieron incidencia en la extensión de la traza urbana y con ella en el paisaje urbano. En este caso, los franciscanos compartían el espacio con los naturales, fuera de la zona de españoles, brindando a aquellos y a la naciente ciudad su atrio para la catequesis, procesiones, actividades comerciales y sociales, actuando como punto de encuentro y de unión entre ambas zonas y anticipando ya desde su inicio su función actual, que parece concentrar en su plaza la vida de toda la ciudad.

El lienzo de Florentino Olivares es uno de los documentos más importantes sobre la ciudad existente en este momento, pues muestra cómo estaba formada por un núcleo urbano principal, cercado por una muralla y tres parroquias o comunidades de naturales. Si comparamos el trazado de la ciudad reflejado en este lienzo con el plano original encontrado, observamos que no había experimentado grandes modificaciones. El centro de la ciudad permanece igual, encerrado por el rombo de los ríos Choqueyapu, Mejauira y Calchuani.

El lienzo permite observar una ocupación homogénea en la zona central. Gisbert explica que “a juzgar por los documentos y escritos que hemos podido consultar, la edificación paceña era de escasa altura, la mayor parte de solo un piso” (Gisbert, 1991, p. 26). Se distinguen la plaza mayor, con la catedral y la iglesia de la Compañía, llamada de Loreto, La Merced, San Agustín, el Carmen, Santo Domingo y San Juan de Dios. Fuera del muro está San Francisco, con una amplia explanada, San Pedro y San Sebastián. Ambas zonas están unidas por puentes que fueron volados en 1781, para evitar que las tropas de Túpac Katari invadieran la ciudad, en 1790 fueron reconstruidos por orden del gobernador. Esta ocupación permite inferir que, por su regularidad, el paisaje urbano de la zona española es también homogéneo, quedando el conjunto franciscano fuera de este recinto compacto, a lo que hay que agregar el significativo hecho de que su fachada dialoga con el atrio y las casas de los naturales.

Resulta fácil imaginar el rol del convento franciscano en la conformación de ese paisaje urbano con una topografía particular, donde el agua de los ríos, las altas montañas nevadas y las más bajas que lo rodeaban forman parte del ámbito visual urbano, favorecido por edificaciones de pequeña altura incapaces de introducir variables de color, textura y movimiento, quedando como protagonista dentro de un imponente medio natural.

Poco a poco, en la evolución de la ciudad, la plaza del convento de San Francisco fue tomando más fuerza. De hecho, en la actualidad llegó a suplantar la función de la plaza principal (Murillo), debido a su ubicación estratégica en el eje principal que atraviesa toda la ciudad de La Paz. El atrio mantiene durante todo el siglo XVIII la forma de explanada rectangular que lo caracterizaba, pero hoy el espacio está alterado por haber sido demolido parte del convento en 1948 (Gisbert, 1991),  por la incorporación del mercado Lanza, como una mole que destruye el valor patrimonial del espacio urbano, y la apertura de vías de circulación de intenso tránsito. A pesar de estos avatares, el atrio mantiene su vocación de espacio de encuentro y comercio, pasando su morfología de espacio abierto a semiabierto, y nuevamente a abierto, con las últimas intervenciones; pero manteniendo siempre su inercia [15] o memoria urbana.

Figura 11
Lienzo del cerco de La Paz de Florentino Olivares (1781).
Fuente: Museo Casa Murillo, recuperado de https://www.paginasiete.bo/gente/2016/7/28/cuadro-revela-como-cerco-1781-104242.html

Conclusiones

Con respecto a la localización y la ciudad

En los cuatro casos, se observa que la Orden Franciscana buscó desarrollar sus actividades en los límites o extramuros de los asentamientos españoles, buscando siempre la vinculación con los grupos de población más desfavorecidos, en general, los naturales.

Los documentos consultados, algunos de ellos actas fundacionales de las ciudades [16], no dan precisión respecto de la selección específica del sitio, por lo que pareciera haberse realizado de acuerdo con la posibilidad del momento para obtenerlo. En el caso del convento de La Plata, en el documento del Archivo Eclesiástico de Sucre citado por Zilbeti González se señala el solar otorgado a Pedro de Hinojosa, quien sin más lo dona a los franciscanos. Respecto de Potosí, no hay dato alguno, pues la ciudad no posee acta fundacional, y tampoco Diego de Mendoza o Arzáns de Orsúa y Vela (1965) proporcionan información sobre el tema. En el caso de La Paz, no hay ninguna referencia en el acta y el cronista Mendoza tampoco hace alguna mención.

Esta información nos lleva a concluir que, los conventos franciscanos de La Plata, La Paz y Potosí colindan o están propiamente dentro de la zona de los naturales. La localización de la orden se manifiesta entonces como bisagra, para vincular, no ya el ámbito religioso con el civil (Cuadrado Sánchez, 1995, p. 105), como en las ciudades europeas, sino a modo de unión entre dos culturas. En estas tres ciudades los conventos seráficos sirvieron a los naturales, destacándose los casos de Potosí, donde inicialmente funcionó como parroquia, y La Paz, donde se ubicó de manera anexa a la iglesia de San Pedro, volcándose al servicio de los más pobres y necesitados.

Las decisiones adoptadas por la Orden Franciscana son, sin lugar a duda, reflejo de su espiritualidad, en la que prevalece la humildad y el amparo que se brinda a los más necesitados, por encima de todo tipo de pretensiones políticas o de prestigio social, en un contexto de acciones fundacionales en el que las otras órdenes religiosas buscaron, en muchos casos, ubicarse lo más próximamente posible de la plaza principal, en cuyo perímetro normalmente tomaba asiento la iglesia matriz.

Si en forma general es posible afirmar que los franciscanos buscaron localizarse en la proximidad de los naturales, el padre Lorenzo Calzavarini agrega que esta ubicación tiene además otras connotaciones en el marco de la espiritualidad de la orden, pues la manifestación práctica de la pobreza franciscana consiste en “el vivir sin trabajo remunerado”, volcando la esperanza en el sustento proporcionado por la “providencia de la huerta” (Calzavarini, 1998, s.n.). Por ello se fundaron los conventos cerca de los cauces de agua, lo que se verifica tanto en La Plata como en Potosí y La Paz. Este patrón de ubicación tiene estrecha relación con el desasimiento de los bienes materiales y la confianza y abandono absolutos en Dios, en lo cual se manifiesta el rasgo de pobreza propio de la espiritualidad que está cierta de tener “una subsistencia agrícola segura” (1998, s.n.).

Con respecto a la creación de un lugar

La evangelización en Charcas, al igual que en el resto de América, se inicia con la predicación y la realización del culto al aire libre, según la costumbre de los naturales. Para ello, en todos los ejemplos analizados, se observa a los templos localizados frente a un amplio espacio abierto, que permitirá ejercer la predicación práctica y sencilla al aire libre, característica de la espiritualidad franciscana, aunque no exclusiva de esta orden. Aquí también el atrio, seguramente, es el resultado del proceso de conformación que tan bien describe Erwin Walter Palm (1968) para el caso novohispano, al mencionar la relación existente entre las iglesias novohispanas y los ejemplos mediterráneos europeos en el momento del descubrimiento de América:

Las primeras iglesias de los mendicantes se ubican fuera de las puertas de la ciudad. Con el tiempo, la iglesia precedida por la plaza aún sin forma cierta, que sirve de escenario a los grandes sermones, viene a encontrarse entre la muralla antigua y el anillo de las nuevas fortificaciones […]. Al integrarse en la parte nueva de la ciudad, la plaza tiene que reducirse a una forma regular […]. Es esta la situación en la cual se encuentran las órdenes en el momento inmediatamente anterior al descubrimiento de América, y son éstas las formas urbanísticas, nacidas de una práctica secular, que los misioneros traspasan a ultramar (p. 134).

Esta particularidad de la evangelización no es específica de los franciscanos, pero tiene mucha coincidencia con su espiritualidad, y además hace posible, según sostiene Gloria Espinosa Spíndola, la vinculación del recinto arquitectónico con el paisaje circundante (1999, p. 68). Esto permite recordar nuevamente la importancia que daba el santo franciscano al acercamiento a la naturaleza, viendo en esta la hermosura y la bondad de Dios. Este aspecto recibe un particular aditamento en la ubicación escenográfica de La Recoleta de La Plata, una forma de arquitecturizar el entorno, para conformarlo y transformar un espacio abierto en un lugar destinado a la evangelización.

En la actualidad, la relación convento-ciudad en los casos estudiados, muestra a los conjuntos franciscanos ya insertos en la expansión que tuvieron los trazados urbanos; en algunos casos, como en La Paz y Potosí, ello no ha sido beneficioso, pues, respecto del primero, el claustro antiguo fue seccionado en su cuarta parte en el año 1948, y en Potosí, el atrio no ha perdurado, al ser ocupado el espacio abierto –anterior al edificio– por la zona de producción industrial y el caserío de naturales, tal como lo muestra el lienzo de Gaspar de Berrío del año 1758 (Figura 7).

También es necesario destacar que, si bien las funciones urbanas, según las categorías que elabora Braudel [17], son de media duración, los conventos franciscanos de las ciudades estudiadas, por su morfología, función y simbolismo dentro de la trama urbana, pueden ser incluidos en la categoría de larga duración.     

Otro aspecto importante del desarrollo religioso franciscano en Potosí, Sucre y La Paz, es que a lo largo de la historia no se producen cambios en la localización; incluso La Recoleta, en Sucre, que tiene una determinación en cuanto al sitio diferente al resto de los conventos, se mantiene en el mismo espacio elegido en el momento de su fundación, lo que con los años se constituye en un elemento de larga duración en la traza de la ciudad, por su función estable en el tiempo y por la persistencia del ordenamiento en claustros o patios.

Con respecto al paisaje urbano

Los conjuntos que se construyeron otorgaron un especial protagonismo físico a los franciscanos en las ciudades coloniales; por un lado, como ya se mencionara, fueron organizadores del espacio material y social (Medinaceli, 2011, p. 117) y, por otro, incidieron en la organización del paisaje urbano. Los edificios, construidos durante largos años, se elevan aún hoy sobre el resto de las edificaciones de la ciudad y continúan siendo el centro de la vida festiva y espiritual, aunque con el paso del tiempo tal imagen ha sufrido algunos deterioros, como el caso de la ciudad de Sucre, por la expulsión de los hermanos y el cambio de destino del claustro.

Por último, cabe mencionar que los conjuntos seráficos, por su forma y escala, producen en la actualidad una lectura “social escatológica”, que, sin buscarlo, exalta las vivencias espirituales desde la Colonia hasta el presente, con el ánimo de “enaltecer un centro para ampliar una periferia” (Calzavarini, 1998, s.n.) ■


REFERENCIAS

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Notas

1.   Diego de Mendoza (O.F.M.) dice: “Lo más cierto (según tengo averiguado) que fundó el año de mil y quinientos y quarenta, cuyo sitio dio el General Pedro de Hinojosa” (1976, p. 45). (Volver)

2.   El padre Ángel Barrado Manzano (O.F.M.) llama así al denominado por Diego de Mendoza y Córdova Salinas “Convento de la Purísima Concepción de la ciudad de La Plata”, para distinguir al convento que se ubica en la ciudad del que se halla en una zona apartada, y que se llama Recoleta. Por ello se usará esa denominación en este artículo. (Volver)

3.   En todo el texto se utilizará preferentemente, el término naturales en vez de indios o indígenas, por considerarlo menos despectivo dentro de la política de inclusión que se está viviendo en este momento en Bolivia. (Volver)

4.   Notación de los documentos públicos del Archivo Nacional de Bolivia (ANB), notario, año y folio. (Volver)

5.   Teresa Gisbert encuentra también que “Juan Moreno vende a Baltasar Inga un solar” (ANB BRAVO 1570 CCLXXIX). (Volver)

6.   Enrico Guidoni propone el llamado modelo triangular, ubicándose en cada punta del triángulo una orden y al centro un edificio de carácter civil, esto es citado en Cuadrado Sánchez, Marta. (1995). “Un nuevo marco socio-espacial: emplazamiento de los conventos mendicantes en el plano urbano”, Sexta Semana de Estudios Medievales, Nájera, 31 de julio al 4 de agosto de 1995. España: Instituto de Estudios Riojanos, pp. 101-110. (Volver)

7.   Esto es similar a la Santísima Trinidad en la religión cató lica. (Volver)

8.   Apu: vocablo aymara que significa divinidad enmarcada en la montaña. (Volver)

9.   En el caso de la Observancia, el convento es suprimido por el Mariscal Sucre, en 1826, momento en que su función sufre un cambio importante, pasando a ser durante todo el siglo XIX cuartel, recova, cárcel y mercado (y ahora, museo del ejército y mercado). (Volver)

10. Mujer que escoge los minerales extraídos de una mina. (Volver)

11. Naturales mitayos. (Volver)

12. Ocaña describe estas viviendas de la siguiente manera: “Las casas de los indios son en su mayoría ‘en redondo’ con unas piedras y encima techadas con paja y tan baja que apenas se puede estar de pie […]. Otras tenían más comodidad, varios patios, almacenes y a veces pozos de agua” (citado en Medinaceli, 2011, p. 103). (Volver)

13. Mario Buschiazzo, basado en Nicanor Aranzáez, señala que, para hacer el trazado de la ciudad, las autoridades eligieron a “Juan Gutiérrez Paniagua, persona hábil y suficiente. El Cabildo, el 27 de noviembre de 1549 lo designa agrimensor para que levante traza de la población con calles derechas, plazas y solares, debiendo cobrar un peso por cada solar y dos por cada chacra” (1949, p. 15.) (Volver)

14. En el acta de fundación de la ciudad de La Paz no figura ningún dato concreto sobre la ubicación del convento franciscano en los extramuros de la ciudad (Feyles, 1965). (Volver)

15. Marina Waisman señala que Franco Purini habla de la inercia que resiste al cambio en la ciudad, y que “la memoria que las ciudades tienen de sí mismas […] una memoria necesariamente diversa de la de los hombres que la habitan” (citado en Waisman, 1993, p. 57). (Volver)

16. Como ya se ha señalado, La Plata tiene un documento de repartición de solares existente en el Archivo Eclesiástico de Sucre; la Villa Imperial, al surgir de manera espontánea, carece de acta fundacional. En cambio, La Paz sí la tiene. Y respecto a Tarija, Corrado y Comajuncosa (1990) señalan que: “Una mano temeraria e ignorante rasgó del libro de Cabildo la hoja que contenía el acta de posesión y fundación de la villa: apenas quedan unas palabras, que no dan sentido alguno” (p. 10). (Volver)

17. Marina Waisman señala que “Fernand Braudel introduce en el estudio histórico las categorías utilizadas por los historiadores económicos: la diferencia de duraciones de los fenómenos históricos […]. Estas distinciones pueden aplicarse con gran utilidad al campo de nuestros estudios [tema que han desarrollado Nicolini y Waisman]. En efecto, la corta duración, historia episódica que comprende biografías y acontecimientos, podría parangonarse a la de obras y proyectos; la media duración, historia coyuntural con ciclos de 10 a 50 años, correspondería a la producción de un arquitecto y, para algunos períodos, aún al desarrollo de estilos o fases de estilos; por último, la larga duración, que Braudel llama historia estructural, se correspondería a la historia urbana, con algunos códigos lingüísticos como el de los órdenes clásicos, con ciertas ‘invariantes’ nacionales o regionales, con ciertos tipos arquitectónicos (tanto formales como estructurales, funcionales, etc.)” (1993, p. 56). (Volver)


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Cómo citar este artículo (Normas APA):

Matas Musso, J. L. (Noviembre 2019 – Abril 2020). Incidencia de la espiritualidad franciscana en la evolución urbana de la Real Audiencia de Charcas. AREA, 26(1). Recuperado de: https://area.fadu.uba.ar/area-2601/matas-musso2601/

Doctora en Arquitectura por la Universidad Nacional de Tucumán, Argentina. Magister en Educación Superior por la Universidad de Piura, Perú. Docente de pre y posgrado de la Universidad Católica Boliviana “San Pablo” (UCB), Regional La Paz, Bolivia, categoría A “Profesor”. Docente responsable del Centro de Investigación en Diseño-UCB. Presidenta del CICOP-Bolivia. Autora de libros y publicaciones en relación con el Patrimonio Cultural y el Diseño. Restauró una docena de capillas en La Paz y Oruro (Bolivia). Miembro de la Academia Boliviana de Historia Eclesiástica (Bolivia). Miembro del grupo de investigación A&T de la Universidad de Navarra (España).