Universidad de Caldas
Facultad de Artes y Humanidades
Resumen
El presente documento presenta las reflexiones suscitadas por los talleres de los Rostros Compostados, una serie de sesiones de fabulación especulativa en las cuales se exploran acciones de cuidado requeridas en contextos de violencia de estado y deterioro ambiental, profundizados día tras día. En los talleres de los Rostros Compostados, se crearon relatos fabulativos y máscaras con el fin de especular sobre la necesidad de anonimizar las acciones de individuos que han sido históricamente perseguidos y exterminados, por su cercanía a procesos de lucha social y defensa de los territorios heridos y en riesgo. Estos talleres están entrelazados con posturas teóricas, procesos de creación y activismo social, siendo el rostro el mecanismo de dominación de estados, máquinas y cultura, expuesto y visible, pero también susceptible al cambio y la performancia.
Palabras clave
Rostro, Máscaras, Simbiosis, Fabulación especulativa, Cuidado multiespecie
Recibido
30 de abril de 2022
Aceptado
27 de abril de 2023
El rostro y sus significaciones
Sobrevivir es crear con otros; identificar el rostro de otros en nuestra era más primitiva, decretaba la posibilidad de permanecer en la tierra. A pesar de esta declaratoria de involucramiento y reconocimiento social como animales humanos, en la era del control y la declaración del Estado y el mercado como máximo estamento del poder, la identificación del rostro se configura como expresión de la exclusión social, la amenaza y la vigilancia, principalmente en contextos de inconformidad y revuelta social. El aparato de vigilancia y control del Estado y el mercado en la era presente, está hipercentrado en el reconocimiento facial; los sistemas computacionales se han tecnificado para lograr reconocer rostros y contrastarlos con los archivos creados bajo unas caracterizaciones definidas por las lógicas de los tipos de rostros y los tipos de seres que se reflejan en estos; una “estética computacional blanquizante” (Voto, 2021), en donde son valorizadas y jerarquizadas unas fisionomías sobre otras, como consecuencia de la colonización y la racialización.
Esta hipervalorización del rostro como elemento identificador, por ende identitario, es una herencia de la racionalización, donde la diversidad se diluye como constructo complejo, en el cual la identidad e individualidad son separadas por medio de la máquina. Los rostros identificados por la inteligencia artificial pierden su carácter identitario y se convierten en información con la cual los estados construyen el archivo de los rostros de sus sociedades. ¿Cómo crear un rostro que identifique muchos rostros en diversidad y nos permita protegernos de la vigilancia estatal?Es la pregunta con la que se da inicio a la serie de reflexiones colectivas de los talleres [1] de los Rostros Compostados [2].
Reconocimiento del presente en el rostro
Reconocemos los detalles y rasgos más singulares de los rostros ajenos, pero el rostro propio para la memoria visual es indical, es una cara que carece de rasgos particulares, mi cara podría ser resuelta con dos puntos y una línea; nunca nos vemos la propia cara, según Scott McCloud (1995) para recordar el propio rostro se hace un arreglo mental superficial, una sensación de contorno, una sensación de colocación imprecisa. La imagen detallada de la fotografía del documento de identidad o el pasaporte, por ejemplo, no es un rostro para afirmar ni construir la identidad personal, es un registro hacia afuera, una faz, que normalmente es identificado como ajeno y utilitario, es el objeto para el aparato del poder social que juzga, categoriza y archiva la cara expuesta para el ejercicio del control social.
Los talleres dan inicio con un ejercicio de observación del propio rostro mediante el dibujo y un análisis semiótico del presente indicado mediante el retrato y la conversación. Observando rasgos, facciones, elementos a resaltar, características que gustan y disgustan; para así comprender, desde la perspectiva peirciana propuesta por Cristina Voto en sus investigaciones que “el rostro es la plataforma de comunicación que llevamos en la cabeza, es un dispositivo complejo de significación” (Voto, 2021).
Voto (2021) plantea que, en español, consideramos la faz, la cara y el rostro como sinónimos, pero dependiendo del uso, dan espacio a diferencias semióticas desde la tricotomía peirciana del signo.
La faz es el elemento icónico, entendiendo el ícono según Charles S. Peirce (1974) como “cualquier cosa apta para ser un sustituto de otra cosa a la que es similar” (p. 46) es decir, que puede representar a su objeto por su similaridad y no exactamente por lo imprecisa, un ícono. Para Peirce, el ícono es una imagen mental que se forma en la mente y se asemeja a la experiencia.
El ícono no tiene conexión dinámica con el objeto que representa; simplemente acontece con él que sus cualidades se asemejan a las de ese objeto, y excitan sensaciones análogas en la mente para la cual él es una semejanza. Pero, en realidad, está desconectado de ellos (1974, p. 58).
La faz es el dispositivo perceptivo, aquel que se reconoce, es el semblante, la fachada, es la superficie que se hace imagen, ícono que está por fuera del individuo, que puede representarlo pero no es exactamente el individuo. Es el aspecto continuamente expuesto a la experiencia perceptiva.
La cara es el aspecto indical, leyendo el índice como “cualquier cosa que atraiga la atención es un índice. Cualquier cosa que nos sobresalte es un índice, en cuanto marca la articulación entre dos partes de una experiencia” (Peirce, 1974, p. 50). Según Peirce el índice está conectado física y orgánicamente con el objeto, pero no se establece una relación de interpretación (1974, p. 58).
Así, la cara en cuanto parte del cuerpo humano que se puede tocar, que es una experiencia singular (mi propia cara, su propia cara), la que todos ven pero la singularidad sólo puede ver la punta de su nariz, trasciende la representación para develar e indicar la infinidad de la otredad [3].
El rostro es el aspecto simbólico, entendiendo símbolo como una ley o convención arbitrariamente concebida que construye un significado general, “el símbolo es un representamen cuyo carácter representativo consiste precisamente en que él es una regla que determina a su interpretante” (Peirce, 1974, p. 55) y la conexión entre el símbolo y el objeto está en virtud de dicha utilización. El rostro es analizado por Voto como símbolo, en tanto interpretación culturalmente mediada sobre la individualización. El rostro es interpretado como escenario, como máscara que habitamos y que nos habita, como la plataforma de comunicación siempre materialmente mediada, que está en constante performatividad según sus relaciones culturales (Voto, 2021).
La enriquecedora reflexión y observación del propio rostro en los talleres, estuvo anclada al hecho de que el rostro es un argumento del objeto biológico, pero también es un objeto cultural, no sólo compuesto por carne y hueso, sino que es una plataforma de comunicación y significación, un dispositivo para la colonización y el control social. Quienes asistieron al taller vieron con sorpresa el hecho de no poder ver nunca la propia cara, sino que esta sólo puede reconocerse mediada por artefactos que permiten un acercamiento, a veces impreciso de la propia singularidad (una foto, un espejo, un reflejo). Igualmente es resaltado el rostro tipificado de la imagen de Cristo a partir de la pintura renacentista; la discusión permite recordar las propuestas de Gilles Deleuze y Felix Guatari [4] (2002) sobre la historia colonial de la subjetividad masculina blanca, que construye la omnipresencia facial. Se identifica en el contexto latinoamericano la proliferación de la máquina abstracta (entendida como aquellas imágenes capaces de producir pensamiento) que es el retrato de dios, y cómo desde allí, se configura la idea del rostro ideal o el rostro marginado.
Reconocimiento del contexto de protesta a través de la fabulación especulativa
Latinoamérica ha sido históricamente escenario de lucha y resistencia, y desde el inicio del siglo XXI, se viene caldeando un amplio movimiento frente al descontento y la precarización de la vida, que ha gestado profundos cambios en el contexto latino con el ejercicio de la protesta y la resistencia social, encabezada por comunidades indígenas, campesinas, estudiantiles y de mujeres. Ante este ejercicio legítimo de la protesta, los gobiernos han respondido con la implementación de tecnologías de vigilancia para identificar y perfilar a quienes ocultan su rostro para proteger su identidad de la represión del Estado. La implementación de sistemas de reconocimiento facial ha sido mundialmente cuestionada ya sea por su alto nivel de error [5], como por considerarse una tecnología de injerencia desproporcionada [6].
En el marco de las protestas del 21 de noviembre de 2019 en Colombia y en los días siguientes, con el fin de identificar a quienes tuvieran cubiertos sus rostros, se usaron sistemas de reconocimiento facial desde helicópteros. Según Juliana Guerra (2019) de Derechos Digitales, se trató de un atentado contra el derecho al anonimato [7], directamente relacionado con la libertad de expresión y asociación. Un día antes del inicio de las protestas del 21 de noviembre, la policía anunció en medios de comunicación que un helicóptero equipado con FRT [8] sobrevolaría Bogotá durante las manifestaciones. Según las autoridades, el propósito de este despliegue era identificar a los manifestantes que causaran “violencia”.
En la guía de la Fundación Karisma (2021), se destaca que el reconocimiento facial es un método que busca identificar o verificar la identidad de las personas utilizando capturas fotográficas o en video del rostro humano. Para que el reconocimiento facial funcione es necesario contar con una base de datos que contenga registros faciales de las personas. A nivel técnico, estas bases se pueden realizar con o sin el consentimiento de las personas. Una vez se tiene la base de datos se crea una huella facial, es decir, una representación digital del rostro de la persona. Esta huella es la que se compara con todos los registros en la base de datos para verificar o identificar a una persona en específico. El reconocimiento facial puede generar riesgos en el derecho a la privacidad, a la libertad de reunión y movilidad, y a una vida libre de discriminaciones.
Teniendo este marco de referencia de realidades sociotécnicas en Colombia, la base narrativa para los talleres fue el relato sobre el Surgimiento de Tutumak [9] como contexto especulativo, de represión y vigilancia estatal por medio del reconocimiento facial. En el contexto del Surguimiento de Tutumak se expone un sistema de reconocimiento facial que perfila e identifica un tipo de rostro el cual es amenazante del statu quo (mujeres, indígenas, diversidades sexuales, campesinas, entre otros), porque los sistemas de reconocimiento facial, siguen alimentando y reproduciendo prejuicios que encuentran su razón de ser, justamente en las propuestas de los desarrollos y el progreso, desde una visión eurocéntrica y anglosajona, con un rostro ideal en profunda contradicción con las diversidades humanas.
En la fabulación especulativa que se expone en el taller sobre el contexto de vigilancia estatal, se plantea una archivación [10] de un rostro tipificado, teniendo en cuenta que el archivo es capaz de generar nuevas formas discursivas, que es un dispositivo capaz de dar cuenta de qué puede ser dicho y qué no. En el archivo creado por el Estado dentro de la fabulación, se deja evidencia del problema en su materialización que requiere un objeto y una espacialidad para pensar criterios de selección y narración, y da cuenta de quiénes tiene el poder para conformarlo, cuidarlo, producirlo, engordarlo, manipularlo y vigilarlo; y qué rostros harán parte de esa archivación para ser identificados y señalados.
El rostro como material de archivo tiene sentido cuando toma una coordenada que organiza y sistematiza una identidad y la saca del puro almacenamiento amorfo y sin sentido. El rostro archivado deviene como sustituto y testimonio de una persona y hará entender la singularidad. Archivar un rostro significa pensar un proceso de selección sobre aquello que se considera recordable y memorizable u olvidable acerca del ser humano (Voto, 2021), en el contexto del Surgimiento de Tutumak, ya no será un rostro olvidado, será un rostro memorable para ser condenado y perseguido, el rostro de la protesta social.
Enmascaramiento para el cuidado
El uso cultural de la máscara se remonta a los tiempos más antiguos y sus usos han sido sociales y religiosos, plásticos y míticos funcionalmente vinculados entre sí (Lévi-Strauss, 1981). Las máscaras no han sido objetos principalmente para la contemplación, sino objetos para la metamorfosis funcional al culto.
La pesada herencia colonial europea incluyó la fascinación por las máscaras, convertidas en objetos para ser contemplados y colgados en las paredes. En la musealización de los rostros de las otredades donde todas las identidades que eluden la mirada europea, son despojados de su subjetividad y puestos en el museo como objetos de colección. Heidegger (2010) se refirió a la estetización del arte, al observar cómo los objetos eran arrancados de sus contextos iniciales y simbólicos, y puestos en contextos para la mera contemplación. Para Lévi-Strauss (1981):
Las máscaras no se pueden interpretar en sí mismas y por sí mismas, como objetos separados. Considerado desde el punto de vista semántico, un mito no adquiere sentido sino una vez devuelto al grupo de sus transformaciones; igualmente, un tipo de máscara considerado desde el solo punto de vista plástico, replica a otros tipos, cuya éntasis y colores transforma asumiendo su individualidad (p. 18).
La máscara produce una relación entre el objeto y quien la porta, se hace escenario social del rostro y está en una relación colectiva a través del ritual (Voto, 2021). En esa relación ritual y performativa en diálogo entre el rostro y el objeto que lo cubre, se revela el enmascaramiento para la no identificación del sujeto que porta el objeto.
Una máscara no es ante todo lo que representa sino lo que transforma, es decir, elige no representar. Igual que un mito, una máscara niega tanto como afirma; no está hecha solo de lo que dice o cree decir, sino de lo que excluye (Lévi-Strauss, 1981, p. 124).
En la contemporaneidad se puede observar que esta anonimización del rostro, sucede en contextos de violencia y militarización, donde el cuerpo es el dato y el rostro el detonante de manipulación o vigilancia. Actualmente movimientos en resistencia y comunidades organizadas, han enmascarado sus rostros con máscaras y capuchas en dos sentidos: para proteger identidades frente a la represión y la muerte por identificación y como símbolo de una colectividad que está organizándose y ritualizando una acción social colectiva, otorgando función social, mítica y estética.
Compostando el rostro: parientes de Camille, las niñas y los niños del compost
Mis historias son, con mucho, figuras de las cuerdas sugerentes; ansían un tejido más completo que siga manteniendo diseños abiertos, con puntos de anclaje ramificados por cuentacuentos aún por venir. Espero que quienes me lean cambien partes de la historia y las llevan a otro lugar, que extiendan, contradigan, engorden y reimaginen las formas de vida de per Camille.
(Haraway, 2019, p. 219)
Atendiendo a la invitación de Donna Haraway de continuar anudando en el juego de figuras de cuerdas, se plantea una propuesta performativa y especulativa, que involucra el rostro expuesto a un contexto hostil, y la necesaria acción colectiva para activar parentescos interespecies. Ante la amenaza del Estado, que usa como herramienta de control la inteligencia artificial y el reconocimiento facial, se hace urgente establecer formas de cuidado que no estén necesariamente ligadas a la justicia estatal, sino a la imaginación colectiva que posibilite ligarnos de manera profunda para seguir habitando el mundo presente de formas menos precarias.
Los relatos de las niñas y los niños del compost [11] creados por Haraway, son fabulaciones especulativas donde nace Camille en la propuesta de no gestar más bebés humanos, sino la creación de parentescos humanos y no humanos. Camille y sus descendientes nacen del compostaje y la simbiosis con otras especies en peligro y su labor o respons-habilidad para la vida será proteger y encarnar los contextos en los cuales las especies compostadas existen. Esa labor estará encaminada a construir nuevas formas de relación para mejores formas de vivir y morir en el planeta.
En los talleres de los Rostros Compostados, se continúan las descendencias de Camille, el personaje principal del relato de Haraway, en simbiosis con una mariposa monarca. Esta vez dichas descendencias estarán en un contexto colombiano llamado Tutumak, donde se explora cómo estos seres en gestación apoyarán la continuación en la tierra, prestando sus rostros como máscaras para el cuidado y la protección en resistencia a la violencia de Estado. Cada persona asistente al taller, propone un animal que esté en peligro y amenaza, con el que quisiera entrelazarse para hacer simbiosis con los rostros observados e indicados como significantes.
Gestación, compostaje y simbiosis
Para quienes participaron del taller y su elección de vida era la no concepción de bebés, se realiza un ejercicio de retro-futurismo pensando, ¿qué tal si hubiésemos sido un bebé del compost? A partir de allí se especula de la simbiosis que pudimos ser en nuestro nacimiento y que se fue perdiendo por la domesticación e intervención violenta y profunda de las instituciones de control durante nuestro crecimiento, hasta llegar a ser un no-sim [12] actual. ¿Con qué ser no humano hicimos simbiosis y cuáles fueron los rasgos que quisimos incorporar de éstos en nuestros rostros? ¿Cuáles fueron nuestros recorridos ancestrales y los vínculos y retos de esta simbiosis? Se crean las fabulaciones de la concepción, nacimiento y crecimiento de este simbionte posiblemente pariente de Camille, para reincorporarlo al ser presente, como máscara o implante, el cual ayudará a anonimizar y proteger el rostro de quienes protestan, del reconocimiento facial y la vigilancia estatal.
Para quienes sí quisieron gestar bebés, la indicación fue que debido a la gran cantidad de personas que habitan el planeta actualmente (más de ocho mil millones) y la proyección en aumento de habitantes humanos en la tierra, la condición para compostar un bebé es que se hiciera mínimo con tres personas, cuyas relaciones no fueran necesariamente amorosas, más sí amistosas; quienes se encargarían de su crianza y acompañamiento. En las enseñanzas del relato de Camille, se indica que la elección del animal no humano, con el cual se hará simbiosis, estará a cargo de quien decida gestar este bebé y su elección para embarazarse es independiente de su sexo. Para la propuesta de los Rostros Compostados, el rostro del bebé concebido tendrá rasgos de los rostros de quienes lo gestaron, incluyendo la simbiosis del animal no humano elegido, lo cual se irá reflejando en la medida en que el simbionte crezca y decida cuáles serán los rasgos que incorporará de su ser no humano en parentesco. Este bebé mientras crece y se fortalece compartirá su rostro con sus parientes o seres no-sim de gestación, el cual les servirá de máscara o implante de protección para resistir al hipercontrol y la violencia estatal.
La pretensión de futurabilidad del ejercicio de los Rostros Compostados fue crear una imagen del presente que alterara el proyecto social, crear las reflexiones necesarias y pertinentes para que el buen vivir no sea un punto de llegada, sino un ejercicio cotidiano para construir mundos posibles en florecimiento y sin precarización. Las fabulaciones especulativas de los simbiontes de Tutumak parientes de Camille, construyen una futurabilidad que permite seguir habitando en un contexto violento [13]. Esta propuesta encuentra resonancias con las reflexiones de Haraway quien afirma que:
Importa la cantidad de historias que contamos para contar otras historias. Importa qué nudos hacemos, importa qué pensamientos piensan pensamientos, qué descripciones describen descripciones, qué lazos atan lazos. Importa qué ideas piensan qué ideas, importa que las historias hagan mundos, y los mundos hagan historias (Haraway, 2019, p. 35).
Por esto, cada simbionte pariente de Camille tendrá su propia historia [14] , su propia manera de enfrentar las catástrofes y su propia manera de construir estrategias para la sanación progresiva de los contextos dañados. Mientras crecen los simbiontes entregarán sus rostros en forma de máscara, creadas en el taller a partir del dibujo, la pintura, el collage, la escultura, a los seres no-sim para anonimizar sus rostros, quienes en el presente actuarán en resistencia a la violencia y el despojo y procurarán construir pequeños territorios comunitarios en sanación para el florecimiento.
Reflexiones suscitadas
Cada máscara producto del taller [15] permitió reflexionar colectivamente sobre el anonimato y su ejercicio como derecho y la necesidad del cuidado personal y colectivo, en contextos de violencia de Estado; también evidenció las grandes opacidades, en cuanto al entendimiento de cómo funcionan las máquinas de vigilancia y el reconocimiento facial y su relación con el poder.
Los talleres no tuvieron pretensión de conseguir herramientas prácticas para contener y hacer resistencia a la violencia de Estado, por el contrario, fueron propuestos como ejercicio de pensamiento y reflexión especulativa, ante el debilitamiento de los lazos entre humanos y no humanos y la opacidad y virtualización de la experiencia sensible y situada, que imponen las tecnologías actuales.
Durante la experiencia en los talleres, las máscaras permitieron tejer y abordar la profunda complejidad entre violencia estatal, colonialismo, identidad, tecnología, y la necesidad de una organización colectiva y una esperanza no esencialista del actuar en el presente, pese al miedo y la declaración directa de amenaza estatal, capitalista y paramilitar, para quienes se atrevan a pensar y actuar en pro del cuidado y la organización social comunitaria en el país.
Las máscaras se convirtieron en los amuletos de cuidado, en los símbolos, para pensar la posibilidad de una vida digna en florecimiento y sin precariedad. Durante las reflexiones colectivas fue evidente, la profunda sensibilización ante los contextos hostiles, el reconocimiento de la necesidad de entrelazamientos desde las acciones del cuidado y la amistad entre humanos y no humanos, para resistir ante la destrucción.
También fue reconocido el necesario cuestionamiento sobre las maneras culturales en las que se concibe y aborda el otro y el nosotros, incluyendo el otro no humano. Al mirar los retratos de los rostros tanto en fotografía como dibujados, se expresó mayor identidad y representación con las máscaras en forma de simbiontes producto del proceso de fabulación y co-creación ■
REFERENCIAS
- Dejustica. (2021, 28 de enero). Día de la protección de datos: helicópteros, reconocimiento facial y protesta. [En línea]. Dejusticia. Recuperado de https://is.gd/frt_justicia
- Deleuze, G. y Guattari, F. (2002). Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Valencia: Pre-textos.
- Front Line Defenders. (2022). Global analysis 2022. [Archivo PDF]. Dublin/Bruselas: Front Line Defenders. Recuperado de https://is.gd/front_line
- Fundación Karisma. (2021, 1 de julio). Qué es y cómo funciona el reconocimiento facial. [En línea]. ID Colombia. Recuperado de https://is.gd/RF_Karisma
- Gómez Correal, D. M. (2021, 12 de mayo). Violencia estatal en torno al 28A: ¿por qué así? [En línea]. 070. Recuperado de https://is.gd/28abril
- Guerra, J. (2019, 29 de noviembre). 21N en Colombia, defender el anonimato en la protesta. [En línea]. Derechos Digitales. https://www.derechosdigitales.org/14033/21n-en-colombia-defender-el-anonimato-en-la-protesta/
- Haraway, D. J. (2019). Seguir con el problema. Generar parentesco en el Chthuluceno. Bilbao: Consini.
- Heidegger, M. (2010). Caminos de bosque. Madrid: Alianza.
- Lévi-Strauss, C. (1981). La vía de las máscaras. Ciudad de México:
- Siglo XXI Editores.
- Lévinas, E. (2002). Totalidad e Infinito. Ensayo sobre la exterioridad. Salamanca: Ediciones Sígueme.
- McCloud, S. (1995). Cómo se hace un comic. El arte invisible. [Archivo PDF]. Barcelona: Ediciones B. Recuperado de http://archive.org/details/como-se-hace-un-comic-el-arte-invisible-scott-mc-cloud
- Kaye, D. (2015). Informe del Relator Especial sobre la promoción y protección del derecho a la libertad de opinión y de expresión. [Archivo PDF]. Naciones Unidas. Recuperado de https://is.gd/anonymity_report
- Peirce, C. S. (1974). La ciencia de la semiótica. Buenos Aires: Nueva Visión.
- reconocimientofacial.info. (s.f.). ¿Por qué no? [En línea]. Derechos Digitales América Latina. Recuperado de https://reconocimientofacial.info/por-que-no/
- Rushton, S. (2017, 1 de mayo). Revolution in Rojava, Part II: Another Middle East is Possible. [En línea]. Occupy.com. Recuperado de https://www.occupy.com/article/revolution-rojava-part-ii-another-middle-east-possible
- Voto, C. (2021). Diseño de la faz, futurizar el rostro. Los desafíos y las apuestas del reconocimiento facial, el retrato y la falsificación facial. Seminario electivo Doctorado en Diseño y Creación. Manizares: Universidad de Caldas. [inédito].
NOTAS
1. Estos talleres fueron realizados en Armenia, Quindío, Colombia, durante el año 2021, meses después del estallido social. A estos espacios asistieron diversidad de personas en edades, grupos sociales, géneros y oficios, interesadas en reflexionar sobre las herramientas para repensar el cambio social. Los talleres fueron convocados por la Fundación Visonte y la investigadora y diseñadora Adriana Castrillón Arango en el marco de los seminarios del doctorado en Diseño y Creación de la Universidad de Caldas.
2. Visitar sitio web de Rostros Compostados en
https://is.gd/rostros_compostados.
3. Para profundizar sobre la otredad puede consultarse Totalidad e infinito de Emmanuel Lévinas (2002).
4. En “Año cero y rostreidad” afirman que ciertos dispositivos de poder necesitan al rostro, ese rostro tipificado que es el rostro de Cristo, un rostro que no es cabeza de un cuerpo sino una imagen que toma predominio del cuerpo.
5. El reconocimiento facial ha sido cuestionado por las altas tasas de falsos positivos que arroja. Este problema se incrementa dramáticamente cuando las personas que están siendo vigiladas pertenecen a grupos históricamente vulnerados como mujeres, personas de piel oscura o personas trans. Así, la implementación de sistemas de reconocimiento facial conlleva la reproducción técnica de los sesgos de exclusión social y, cuando son utilizados con fines de vigilancia, amenaza el derecho a la dignidad, al debido proceso y la presunción de inocencia (reconocimientofacial.info, s.f.).
6. El reconocimiento facial es una tecnología altamente intrusiva, que obliga la recolección y almacenamiento de un dato sumamente íntimo, como es nuestro rostro. En tareas de vigilancia del espacio público, su uso conlleva la recolección masiva e indiscriminada de información altamente sensible y, al menos potencialmente, permite la creación de perfiles detallados de rutinas diarias de todas las personas (reconocimientofacial.info, s.f.).
7. Para más información consultar David Kaye (2015).
8. La tecnología de reconocimiento facial (FRT, por sus siglas en inglés) es un software biométrico capaz de detectar la existencia de un rostro en una imagen o de identificar a una persona cuyo rostro se encuentra en una imagen. Su uso va desde desbloquear celulares o etiquetar fotos en Facebook, hasta identificar infractores de tránsito o manifestantes violentos durante una protesta. Este último caso de uso de FRT como herramienta de vigilancia masiva es cada vez más común por parte de gobiernos de todo el mundo, que justifican su uso bajo el argumento de facilitar el cumplimiento de la ley (Dejusticia, 2021).
9. Para leer el relato consultar https://is.gd/tutumak.
10. Esa huella facial desde una definición de archivo, se puede considerar como un soporte que presenta una narrativa que la rescata del olvido y la convierte en un memorandum para preservar una memoria. Articula el aspecto mnemónico como un acto de recordar con limitaciones y por eso necesita el soporte el cual también lleva una memoria (Voto, 2021).
11. Para leer la Historia de Camille 1 consultar https://is.gd/Camille1. Provienen de los relatos especulativos realizados por Donna J. Haraway (2019) en las Historias de Camille. Niñas y niños del compost.
12. En la fabulación especulativa de Camille un No-Sim es aquella persona que no ha sido concebida mediante un proceso de simbiosis.
13. Después de un confinamiento a causa de la COVID-19, en Colombia se agudizan las violencias y precariedades amplificadas por las arbitrariedades estatales. Producto de esto se manifiesta la protesta social como única salida de manera colectiva para conseguir cambios profundos y a esto el estado responde también de manera violenta y represiva. Para más información ver Gómez Correal (2021). El análisis de Front Line Defenders (2022) indica que Colombia es el país más mortífero para personas defensoras de DD.HH. en el mundo con 186 asesinatos para el año 2022.
14. Para consultar las historias de les parientes de Camille producto de las fabulaciones en los talleres consultar https://is.gd/simbiontes.
15. Las máscaras resultado de los talleres se pueden ver en https://is.gd/mascaras_cuidado.
SECCIÓN DEBATES
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Cómo citar este artículo (Normas APA):
Castrillón Arango, A. (2023, mayo-octubre). Rostros Compostados. Máscaras y simbiontes en respuesta a la vigilancia y la violencia de Estado. [En línea]. AREA, 29(2). Recuperado de https://www.area.fadu.uba.ar/area-2902/castrillon-arango2902/