Territorio y economía popular en el conurbano bonaerense: aportes para el reconocimiento de procesos metropolitanos gestados en la posconvertibilidad


MARCELA VIO
Universidad de Buenos Aires
Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo
Instituto de la Espacialidad Humana
Universidad Nacional de Avellaneda
Investigadora CONICET



Resumen

Este artículo se propone explorar los territorios que se configuraron en torno a los modos de reproducción que ensayaron las clases populares en los partidos del conurbano bonaerense durante la posconvertibilidad. Intentamos aquí abandonar el prisma que nos propone el concepto de segregación, para analizar lo específico de los procesos socioespaciales de las clases populares y priorizar el estudio de las tramas territoriales que sostienen su reproducción. El interés recae en un grupo dentro de estas clases cuyo contorno comenzó a delinearse en el segundo lustro de la década del noventa y se acentuó en los años posteriores al fin de la política de convertibilidad. Se trata de los hogares que recurrieron a la recuperación de desechos sólidos urbanos para obtener satisfactores (bienes e ingresos), delineando una estrategia de reproducción social frente a una desocupación que alcanzó picos históricos en el conurbano bonaerense en el año 2001.

Palabras clave
Territorio, Economía popular, Centralidades metropolitanas, Posconvertibilidad, Conurbano bonaerense


Introducción [1]

El objetivo general de este trabajo es explorar los territorios que se configuraron en torno a los modos de reproducción que ensayaron las clases populares [2] en los partidos del conurbano bonaerense durante la posconvertibilidad [3].

Nos proponemos reflexionar sobre una dimensión de los procesos socioterritoriales que ha sido escasamente explorada, ya que los estudios se han dirigido hacia otras problemáticas. Es el caso de los valiosos aportes de  Horacio Torres (2001) y Daniela Szajnberg (2005) acerca de los desplazamientos (residenciales) de las clases medias altas y altas hacia la periferia, fenómeno que el primero de estos autores conceptualizó como la “suburbanización de las elites” y al cual le adjudicó la transformación del patrón de urbanización del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) durante los años noventa. En la misma línea, otras contribuciones apuntaron a dilucidar la conformación de nuevas centralidades [4] en la periferia metropolitana durante el mismo período (Cicolella y Vecslir, 2012; Szajnberg, 2001).

Nuestro interés recae en un grupo dentro de las clases populares cuyo contorno comenzó a delinearse en el segundo lustro de la década del noventa y se acentuó en los años posteriores al fin de la política de convertibilidad [5]. Se trata de los hogares que recurrieron a la recuperación de desechos sólidos urbanos [6]; para obtener satisfactores (bienes e ingresos), delineando una estrategia de reproducción social [7] frente a una desocupación que alcanzó picos históricos en el conurbano bonaerense en el año 2001.

Nuestra hipótesis es que durante la posconvertibilidad asistimos a un proceso de especialización territorial, vinculado al fenómeno de valorización de los residuos sólidos urbanos al que contribuyeron, principalmente, los trabajadores de los hogares referidos.

En este artículo presentamos resultados de una investigación que llevamos a cabo en noviembre de 2012 [8] en los hogares [9] del barrio Costa Esperanza perteneciente al partido de General San Martín y cercano al relleno sanitario de la Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado (CEAMSE).

Para alcanzar el objetivo que nos planteamos, en primer lugar, brindaremos algunas precisiones conceptuales. En segundo, desarrollaremos nuestra hipótesis y presentaremos una breve caracterización histórica de la conformación del espacio geográfico en el que se inscriben las relaciones socioproductivas que entraman la valorización de los desechos. En tercer lugar, estudiaremos las principales prácticas de recuperación de desechos y las dinámicas socioterritoriales de los hogares de recuperadores –es decir, de aquellos que viven principalmente de la recuperación de residuos–, los cuales se constituyeron en una referencia del paisaje de las villas y los asentamientos populares, en particular de los situados en el área de la cuenca media del río Reconquista.

Algunos conceptos claves

La noción de especialización territorial remite en este trabajo al fenómeno de la concentración de actividades de recuperación de desechos que inscribimos dentro del conjunto de las formas de trabajo y de obtención de satisfactores de la economía popular [10]. Como establece María Claudia Cabrera (2017), utilizamos el término “especialización territorial” con un sentido análogo al que reviste el de “especialización productiva”. Este último aparece con frecuencia en los estudios de geografía urbana y económica para explicar la presencia de ramas de actividad en determinados recortes geográficos que concentran, en proporción, más puestos de trabajo asalariado registrado con respecto a la media nacional. Como bien aclara la autora, esta especialización se atribuye a una mayor densidad de ocupación de esa rama productiva en ese recorte geográfico en relación a la media del total país, pero no refiere necesariamente a una ocupación mayor en términos absolutos respecto de otras ramas existentes en el mismo lugar. Un territorio determinado puede tener especialización en más de una rama de actividad y en general esto sucede así, tal como demostramos en un trabajo anterior que abordó el estudio de las especializaciones productivas de los partidos del AMBA (Borello, Vio y Fritzsche, 2000).

Coincidimos con Analía D’Angelo y Viviane Martinelli (2015) en que “abordar la noción de territorio nos dispone al estudio de un tema sobre el cual no ha habido ni hay consenso” (p. 1), de modo que asumimos la necesidad de explicitar el sentido que el término asume en este artículo. Acudimos, igual que estas autoras al trabajo de Claudia Tomadoni (2007) para recuperar, en primer lugar, el concepto de “formaciones socioespaciales”, categoría que adjudica al espacio coadyuvar en la reproducción de las relaciones sociales. De este modo, las relaciones sociales tienen un correlato territorial específico que, en determinadas coordenadas de tiempo y espacio, da lugar a la conformación de un territorio. En palabras de la autora, “podría argumentarse que las conjugaciones diferenciales que se realizan de dichas relaciones dan especificidad a los procesos socioterritoriales” (p. 55).

En la misma línea, José Luis Coraggio (2009) sostiene que “los sectores populares tienen su propia territorialidad, fuertemente marcada por la búsqueda de condiciones de reproducción de la vida en sociedad” (p. 19).

La perspectiva de Tomadoni, así como la afirmación de Coraggio, ofrecen un marco adecuado para nuestro análisis. La primera, en tanto este trabajo se interroga por las especificidades de los procesos socioterritoriales que se desprenden de la conjugación singular de, por lo menos, dos procesos que tuvieron lugar en el conurbano: a) el carácter masivo que asumió, para una franja de las clases populares, la estrategia de obtención de bienes e ingresos a partir de la recuperación de desechos y b) la creciente valorización que experimentaron los desechos recuperados como consecuencia de la reactivación de la actividad industrial que tuvo lugar en los primeros años de la posconvertibilidad.

La segunda nos alienta a buscar esas especificidades en los procesos que atañen a las clases populares en general y, en particular, para el grupo que nos interesa.

Aspectos del proceso histórico de conformación de la región de especialización territorial

En los inicios de nuestra investigación esbozamos la noción “economía popular de los desechos” para referirnos a las formas del trabajo popular con la basura que quedaron expuestas en las dinámicas socioterritoriales de los barrios de la cuenca media del río Reconquista (desde fines de la década del noventa).

Nuestra hipótesis sostiene que durante la posconvertibilidad asistimos a un proceso de especialización territorial, vinculado al fenómeno de valorización de los residuos sólidos urbanos. Situamos este fenómeno en un área de aproximadamente 1000 hectáreas, que equivale al 18% de la superficie total del partido de San Martín. Conviven aquí el río Reconquista, tierras bajas y vacantes en las que se desarrollan bañados, los complejos ambientales de la CEAMSE, algunas industrias y barrios populares con diferentes antigüedades y niveles de consolidación urbana.

Este postulado encuentra resonancias en el trabajo de Francisco Suárez et al. (2011), quienes establecen un área de influencia de la CEAMSE que incluye principalmente el sector de la cuenca media del Reconquista, confluyendo con nuestra proposición. En esta línea, sostienen que la actividad de recuperación cobró intensidad entre los habitantes de la zona en el último lustro de la década del noventa y, posteriormente, hacia fines del 2000, tuvieron lugar las primeras iniciativas organizadas para recuperar en los barrios más acomodados de la ciudad de Buenos Aires.

También el trabajo de Raúl Álvarez (2011) aporta a la caracterización del entramado territorial en el área de influencia de la CEAMSE. Su análisis pone el foco en la conflictividad social que se suscitó en torno al acceso a los desechos depositados en los rellenos, y a la disputa que, en torno a ello, tuvo lugar entre un colectivo de vecinos y el Estado, y dio lugar al proceso de conformación de las plantas sociales de separación y clasificación de residuos.

Sin embargo, la contribución más importante para el sostenimiento de nuestra hipótesis es la que brinda el acercamiento cartográfico al trabajo y la vida cotidiana de las zonas afectadas por el Complejo Ambiental Norte III, que coordinó el grupo de trabajo Iconoclasistas que contó con la participación de los vecinos, y de la Universidad Nacional de San Martín [11] (ver Figura 1). Este trabajo recupera el espíritu de nuestra hipótesis en tanto propone dar visibilidad a una trama territorial de la economía popular. En otras palabras, dilucidar la especificidad de un territorio de claro dominio de la economía popular, territorio que sus pobladores han bautizado, en el marco de ese trabajo, La República de los Cirujas.

Figura 1
La República de los Cirujas
Fuente: mapa cuya realización fue coordinada por el grupo Iconoclasistas, incluido en La República de los Cirujas, investigación colaborativa realizada junto a la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), plantas sociales y barrios de José León Suárez (Buenos Aires), noviembre de 2013.

Dentro de la región de especialización que esbozamos antes, identificamos dos ejes viales estructurantes del desarrollo territorial metropolitano. Por un lado, el Camino Parque del Buen Ayre, conocido como Camino del Buen Ayre, vía rápida que conecta transversalmente la red de autopistas metropolitanas (Autopista Acceso Norte Ingeniero Pascual Palazzo, conocida como Panamericana, con Autopista del Oeste). Por el otro, la Ruta Provincial (RP) N°4, que conecta transversalmente los principales ejes vehiculares y ferroviarios del conurbano. En la misma línea, reconocemos dentro del área dos subcentros de peso en la dinámica territorial del partido de San Martín y del AMBA. Uno corresponde a la intersección de la RP Nº 4 con la RP Nº 8 y constituye un punto de articulación de los desplazamientos pendulares, por un lado, entre la zona este y oeste del conurbano; por el otro, entre el primer y segundo cordón. El otro corresponde al punto de transbordo que tiene lugar en la localidad de José León Suárez en el que convergen la estación (que lleva el mismo nombre de dicha localidad) del Ferrocarril General Bartolomé Mitre [12] y varias líneas de transporte automotor público de pasajeros, facilitando especialmente los desplazamientos de las clases populares hacia y desde la ciudad de Buenos Aires.

El proceso de conformación histórica del área brinda algunas explicaciones para comprender el fenómeno de especialización. En este sentido, la región establecida responde a dos usos del suelo dominantes: el residencial y el que sirve a la disposición final de los residuos provenientes del AMBA.

Respecto del primero, asoman las huellas del proceso de erradicación de las villas de la ciudad de Buenos Aires que tuvo lugar entre las décadas del sesenta y setenta, y de las migraciones internas procedentes de otras provincias (especialmente de hogares pobres que se desplazaron desde Santiago del Estero) y externas procedentes de países limítrofes, especialmente de Paraguay (Suárez et al., 2011).

Como consecuencia se desarrolló, durante el período señalado más arriba, entre los ejes viales que conforman el Camino del Buen Ayre y la RP Nº 4, un conjunto de barrios populares: Villa Hidalgo, Cárcova, 13 de Julio, Independencia, Los Eucaliptus, Libertador, Villa Lanzone, 8 de Mayo y Costa Esperanza, los que reorientaron geográficamente el desarrollo urbano del partido de San Martín hacia el río Reconquista [13] (ver Figura 2). Dichos barrios, que según datos del 2013 convocaban a casi el 20% de la población del partido [14], presentan como común denominador un núcleo de hogares de tamaño variable, cuya reproducción social está ligada, directa o indirectamente, a la recuperación de desechos. Se conformaron principalmente a partir del trabajo de sus pobladores, de modo que configuran un sector urbano caracterizado por la escasa cobertura de servicios básicos de infraestructura y por condiciones habitacionales de gran precariedad, especialmente en los barrios más distantes de la RP Nº 4.

Figura 2
Región de especialización territorial: recuperación de desechos sólidos urbanos
Fuente: Elaboración propia.

Respecto del segundo uso predominante del suelo, los rellenos sanitarios son el producto de las directrices del planeamiento urbano [15] que estableció el gobierno de facto entre 1976 y 1983. Entre ellas, la creación de un cinturón verde que cumpliría con un doble objetivo. Incorporar un área verde pública de escala metropolitana, y utilizar, dentro de ese mismo cinturón, los suelos bajos e inundables para la disposición final [16] de residuos sólidos urbanos procedentes de la ciudad de Buenos Aires y del conurbano bajo la forma de rellenos sanitarios.

En la localidad de José León Suárez, ubicada entre el Camino del Buen Ayre y la ribera sur del río Reconquista, yacen inactivos y como pasivos ambientales [17] los rellenos Norte I y Norte II. Hacia el otro lado del Reconquista se extiende el relleno Norte III, único activo dentro del área desde 1994.

El Complejo Ambiental Norte III posee diferentes módulos (“a”, “b” y “c”) donde son dispuestos los residuos. Actualmente solo uno de ellos se halla operativo (el “c”) [18], mientras que los otros dos permanecen clausurados. Según las propias estadísticas de la CEAMSE ingresan diariamente al complejo más de 18.000 toneladas de basura [19], que proceden del servicio de recolección pública y de generadores privados [20], tanto de la ciudad de Buenos Aires como de los partidos de su área metropolitana [21].

El entramado de relaciones entre ambos usos del suelo se intensificó hacia fines de la década del noventa. Fue en ese tiempo cuando asomaron nuevos contornos dentro de las clases populares, asociados al incremento de la desocupación, la cual impactó especialmente en San Martín debido al peso de la industria en la conformación de su matriz productiva (Vio y Cabrera, 2015). En este contexto, los desechos encontraron un lugar en las estrategias de reproducción de aquellos hogares castigados por la desocupación y la pobreza, que para ese momento representaban el 25% de la población y el 50% en el conurbano bonaerense.

Distintas voces, procedentes de la labor académica y periodística (Engler, 2017 y 2012; Suárez et al., 2011), documentaron el modo en que los rellenos se convirtieron, progresivamente, no solo en fuentes contaminantes y factores de riesgo ambiental, sino en usinas de alimentos y otros bienes de uso desechados que, bajo condiciones de riesgo sanitario, paliaron las necesidades de la población del área, e incluso se comercializaron en otros lugares del conurbano, con la participación de organizaciones clandestinas.

Los primeros registros [22] del ingreso de recuperadores al relleno datan de 1998. En ese entonces ya se contabilizaban a más de 1.000 personas hurgando en la basura. A propósito de la singularidad de este fenómeno Raúl Néstor Álvarez (2011) señala que mientras otros rellenos sanitarios [23] ubicados en el conurbano fueron objeto de conflicto entre el Estado y la sociedad local por sus efectos contaminantes, los de José León Suárez lo fueron por el reconocimiento del derecho de acceso a la basura que reclamaban los pobladores del lugar, acosados por el hambre y el desempleo.

Sin negar la influencia determinante de la CEAMSE en el proceso de especialización territorial, cabe señalar que, en los primeros años posteriores a la década del noventa, se consolidaron otras modalidades de trabajo con la basura que trascendieron la búsqueda de desechos dentro de los rellenos, imprimiendo paulatinamente datos nuevos en el paisaje del área aquí caracterizada. En particular, se multiplicaron los basurales clandestinos a cielo abierto, donde vecinos de la zona vuelcan sus desechos, obteniendo dinero por el transporte y disposición final informal de los mismos. También vuelcan allí otros agentes, que actúan bajo la mediación de los mencionados vecinos.

En la misma línea, se multiplicaron al interior de los barrios, áreas informales de acopio que fueron ocupando progresivamente superficies del espacio público, como es el caso de las calles o pasillos de las villas. A su vez, emergieron predios y galpones, destinados exclusivamente al acopio de materiales recuperados, los cuales quedarían en manos de los intermediarios más pequeños. 

Asimismo, sobre la RP Nº 4 y RP Nº 8 surgieron nuevos espacios para dicho fin –el acopio de material recuperado–, con la localización de los agentes intermediarios que articulan el intercambio entre, por un lado, los recuperadores y otros intermediarios más grandes, y por otro, entre los recuperadores y los consumidores finales, mayormente industriales, que utilizan los desechos como insumos intermedios (papeleras, químicas, del vidrio, metalúrgicas, etc.). En este proceso intervienen, a su vez, los depositeros, quienes se dedican a la clasificación, acopio y compactación de los materiales recuperados (Schamber y Suárez, 2011). 

Este escenario ha provisto de otros matices a la vocación urbana de este corredor, históricamente sesgada por la actividad industrial y/o por ramas subsidiarias de la actividad comercial, principalmente servicios de logística que brindan espacio para el depósito de bienes y organizan la distribución hacia los canales de comercialización del AMBA.

Este territorio de especialización se ve reforzado con la presencia de las plantas sociales de separación y clasificación que en su mayoría se encuentran dentro del Complejo Ambiental Norte III, mientras que unas pocas se distribuyen extramuros.

Cabe consignar, también, que los testimonios obtenidos en nuestras entrevistas dan cuenta de la existencia de circuitos de recolección que desbordan el área bajo estudio, y que incluyen, principalmente, a las áreas del partido ocupadas por una población que cuenta con condiciones socioeconómicas más favorables, como es el caso de la de Villa Ballester. En los relatos también se mencionan otras zonas del partido en las que se localizan principalmente sus industrias, y aparecen, a su vez, testimonios en los que los entrevistados narran su participación en circuitos de recolección que se extienden hasta la ciudad de Buenos Aires, algunos de los cuales se encuentran actualmente organizados bajo la intervención de su gobierno.

Economía popular de los desechos: prácticas de recuperación y especificidades socioterritoriales

En este tramo del artículo nos proponemos brindar al lector una caracterización de las formas que adopta la recuperación de desechos en el seno de la economía popular, así como referencias a las dinámicas socioterritoriales que identificamos en los hogares recuperadores. Para ello nos basamos en los resultados obtenidos en la encuesta aplicada [24] a los hogares del barrio Costa Esperanza, en la que se indagó sobre las condiciones de vida y las estrategias de reproducción social, y la cual distinguió entre los hogares recuperadores y los no recuperadores, es decir entre los que principalmente viven de la recuperación de basura y el resto.

En primer lugar, encontramos que un poco más del 8% [25] de los hogares (161 casos) que habitaban el barrio desarrollaban estrategias de reproducción ligadas a la recuperación de basura, abarcando diferente tipo de actividades. Puede decirse que estos hogares de recuperadores resolvían por esta vía el acceso a los alimentos, así como a otros bienes de consumo y durables, que luego intercambiaban con otros actores (vecinos, depositeros, comerciantes, agentes de la producción) con la finalidad de obtener dinero.

Encontramos, también, que el 40% de estos hogares (97 casos) vivió en otro lugar antes de llegar a Costa Esperanza (ver Cuadro 1). Al analizar los lugares de procedencia, observamos que la mayoría se desplazó desde alguna localidad del Gran Buenos Aires, y un poco menos de la mitad de estos lo hizo desde algún lugar del mismo partido (San Martín). Por otra parte, cabe destacar que en ningún caso se desplazaron desde la ciudad de Buenos Aires. Asimismo, encontramos que la movilidad residencial es más alta entre los hogares cuyas estrategias no se vinculan a la recuperación de desechos.

Fuente: elaboración propia en base a datos de la encuesta realizada en el barrio Costa Esperanza, noviembre de 2012. Bases recuperadores: 97 hogares.

En segundo lugar, observamos un conjunto de prácticas de recuperación que conformaban un espacio productivo específico dentro de la economía popular. Dicho espacio resulta de la división del trabajo en el proceso de valorización de desechos, el cual incluye a otros agentes económicos que ocupan posiciones dominantes. A continuación, esbozaremos las principales características de cada una de estas prácticas e incluiremos referencias a las dinámicas socioterritoriales implicadas.

En primer término, presentamos aquellas mediante las cuales los hogares obtienen satisfactores para el consumo, así como bienes y partes de bienes que luego intercambian para obtener ingresos. Estas son:

a) Hurgación/recolección de desechos domiciliarios e industriales en el relleno sanitario de la CEAMSE

Los recuperadores obtienen alimentos y otras mercancías en la montaña [26] de la CEAMSE, que transportan a sus hogares para satisfacer necesidades nutricionales así como para obtener ingresos mediante su (re)circulación –en tanto que mercancías– en hogares y ferias populares del barrio del que proceden.

El testimonio de nuestro entrevistado permite constatar el modo en que logra satisfacer necesidades nutricionales de los miembros de su hogar con los bienes que allí recupera:

He llevado yogur para mi nena, porque mi nena vive de eso, come lo que yo traigo de la basura y hoy por hoy desde que nació, nunca estuvo enferma. Y come cosas de la basura […]. Me fijo para todos, para ver si se puede hacer. He llevado, he comido cosas vencidas, mi familia ha comido cosas vencidas, pero hasta el día de hoy nunca se enfermaron y están re-saludables. Pasa que hay muchas cosas que sirven para comer. Yo a mi casa he llevado carne, fiambre, yogur, galletitas. Muchas cosas he llevado todos los días (Ariel, entrevista personal, 7 de noviembre de 2012) [27].

En el mismo sentido, refiere a la recuperación de alimentos por encargo, ya que en ocasiones logra recuperar productos comestibles descartados por los supermercados y fábricas de alimentos y bebidas del AMBA, que se encuentran vencidos o por vencer [28]:

Traigo, ponele hoy, salchichas, llevan dos, tres días y me dicen: “Se me terminó. ¿Me traés de vuelta?”. Jabón y todo eso. Voy preguntando a los vecinos (Ariel, entrevista personal,
7 de noviembre de 2012).

Puede decirse, también, que la venta de materiales recuperados –especialmente metales– constituye parte de su rutina, de modo que es habitual que destine un tiempo a la separación de los materiales (que se desprenden de los artefactos recogidos). Las tareas de separación se realizan casi exclusivamente en cercanías del acceso a la CEAMSE. Allí también se dan cita compradores que recurren a esta fuente de aprovisionamiento, registrando cierta antigüedad. Los últimos proceden especialmente del partido de San Martín.

Cabe señalar que la inscripción territorial de nuestro entrevistado, es decir su condición de vecino, favorece su acceso a la montaña del relleno ya que facilita su integración al colectivo de recuperadores que adquirió el derecho a concurrir diariamente y recuperar [29] allí. De igual modo, puede establecerse que esta misma condición facilita la venta puerta a puerta de los alimentos recuperados.

b. Recuperación de desechos domésticos e industriales (en el domicilio y en la vía pública)

En particular aquí identificamos a las prácticas de los carreros –apodo que remite al medio utilizado para el transporte de los desechos recuperados–, las cuales consisten en la búsqueda de desechos que puedan ser reutilizados por el hogar, en particular mobiliario y cualquier otro tipo de equipamiento, incluyendo electrodomésticos. Dichas búsquedas siguen recorridos más o menos regulares por áreas/barrios situados principalmente dentro del partido de San Martín. En la misma línea, observamos la conformación de circuitos de recuperación que se transitan con cierta regularidad para retirar materiales recuperables de la puerta de comercios y fábricas del partido.

Cabe señalar que la (re)circulación como mercancía de los materiales recuperados –especialmente plásticos, metales y cartón– también configura circuitos informales [30] de los cuales participa, generalmente, un intermediario que acopia y revende el material recuperado al consumidor final. Estos intermediarios suelen ubicarse puertas adentro de los asentamientos o, principalmente, sobre las rutas provinciales Nº 4 y Nº 8. La ubicación depende en general del tamaño del agente intermediario, medido en función de los volúmenes que acopia, así como del tipo de especialización (en uno o más materiales) que reviste.

c. Limpieza y puesta en valor de bienes recuperados para consumo doméstico y venta

Esta modalidad es subsidiaria de las anteriores y, en general, implica la articulación del trabajo entre distintos miembros de un mismo hogar: uno de ellos dedica su esfuerzo a la recolección/recuperación y traslado del bien hacia la vivienda en la que reside el hogar, y otro a la puesta en valor del mismo que consiste, fundamentalmente, en la reparación del bien cuando este corresponde a algún tipo de equipamiento, o a su limpieza cuando esta condición se vuelve necesaria para su consumo y (re)circulación como mercancía.

Yo vendo las latitas, ellos después juntan todo en un camión o una camioneta que tienen. Van y lo venden en otro lado, pasa lo mismo con el diario, el cartón, todo eso. No lo clasifican, lo juntan. Si yo traigo cobre y latitas, yo tengo que clasificarlo y después venderlo, o limpiar el cobre (Silvana, entrevista personal, 6 de noviembre de 2012).

Otras veces, la actividad tiene lugar sin que medie el proceso de recolección del bien desechado llevado a cabo por el mismo trabajador u otro miembro del hogar y forma parte del menú de opciones vinculadas a la generación de valor a partir de la basura.

Una señora trae chicles para limpiar. Me pagaba el balde de 20 litros, 50 pesos. Tenía que clasificar los chicles Beldent, venían todos rotitos. Vos tenés que separar lo sano y tirar los rotos. Y bueno, me pagaba 50 pesos el balde […] una vez por semana, cinco o seis baldes le sacan (Silvana, entrevista personal, 6 de noviembre de 2012).

La magnitud del volumen de bienes desechados que pueden juntar los recuperadores o recibirlos de parte de terceros, guarda relación con las características de su hábitat, así como con la posibilidad de disponer de un sitio para acopiarlos. Los testimonios de nuestras entrevistadas dan cuenta de esta relación y de la puesta en valor de bienes de diferente volumen y tipo. En referencia a los esmaltes de uñas que les proporcionó –gratuitamente– el transportista de una firma de cosméticos ubicada en San Martín y que trasladó hasta sus respectivos domicilios, ellas señalaron:

Nos trajo más de 1.500 […]. Vos imaginate, estuvimos casi dos o tres días, los chicos y nosotras dos, juntando y trayendo para acá. Y después, lavarlos (Mercedes, entrevista personal, 6 de noviembre de 2012).

Una de ellas mencionó, también, que habían recibido otros tipos de cosméticos, los que en total contabilizaban aproximadamente 2.000 unidades, que fueron lavadas y envueltas para regalo, para ser luego vendidas en la feria del barrio en ocasión del día de la madre.

Tiene perfume, crema, sombra, lápiz de labio, crema para post-depilación, brillos de labio, maquillaje corrector, cera. 30 pesos la bolsita y 5 mangos el esmalte […] Con los esmaltes, nomás, juntamos 500 mangos […] Con la bolsa también. Sí, había hasta shampoo de perros (Mercedes, entrevista personal, 6 de noviembre de 2012).

En segundo término, presentamos aquellas prácticas de recuperación de desechos cuyo fin es el intercambio de lo recuperado a fin de obtener un ingreso:

d. Recolección domiciliaria de desechos domésticos y disposición intermedia dentro del barrio

Esta práctica tuvo su origen en el marco de arreglos entre vecinos y recolectores-carreros. Los últimos reemplazaron al servicio de recolección municipal, transportando la basura doméstica desde los domicilios hasta sitios de disposición intermedia (reconocidos en el circuito formal de la recolección como puntos de arrojo), de cuya higiene se ocupaba la gestión municipal. El testimonio de nuestro entrevistado refiere a los arreglos mencionados:

Sí. Les cobrábamos 10 pesos por semana, porque pasábamos tres veces a la semana nomás (Elías, entrevista personal, 6 de noviembre de 2012).

Posteriormente, intervino el gobierno municipal e inscribió el trabajo de los carreros en una relación salarial. En la misma línea, reorganizó la recolección y dispuso receptáculos en los bordes del asentamiento, que luego serían recogidos por el servicio de recolección de los desechos domiciliarios. De modo tal que los desplazamientos quedaron, finalmente, circunscriptos en el espacio barrial o, en otras palabras, en la escala barrial.

Nosotros hacemos el recorrido de acá, de Costa Esperanza, a carro y caballo, porque ahí no entran los camiones, nada. Y tenemos un volquete acá en el fondo donde tiramos y después se lo llevan. […] El sueldo que tienen que pagarnos nomás. Después, la mantención del caballo y todo eso, pagamos nosotros. Estamos hace rato pidiendo eso […] ya teníamos el asentamiento nosotros, antes de que lo tome la municipalidad. Ellos vinieron, nos propusieron el sueldo y se hacían cargo ellos del asentamiento (Elías, entrevista personal, 6 de noviembre de 2012).

e. Separación y recuperación de desechos domésticos e industriales en plantas sociales

Esta práctica se constituye en una instancia más cercana (su origen data del año 2010) de la división del trabajo en el proceso de valorización de los desechos, y expresa un nuevo modo de participación de los agentes/trabajadores de la economía popular.

Se trata de recuperadores que separan los desechos reutilizables del resto de la basura doméstica, así como del descarte de fábricas y comercios. Lo hacen en plantas especialmente acondicionadas para el desarrollo de estas tareas. Las mismas disponen de cintas transportadoras, sobre las cuales los recuperadores realizan su trabajo de separación y clasificación, llenando bolsones que luego serán vendidos.

Álvarez (2011) aporta un trabajo minucioso sobre el surgimiento y el derrotero del funcionamiento de las plantas sociales [31] de separación dentro de la CEAMSE, y de su investigación surge que en junio de 2010 se hallaban en funcionamiento unas nueve plantas que empleaban entre 20 y 80 trabajadores cada una. Excede a los objetivos de este artículo dar cuenta de ellas, pero vale decir que, según los testimonios de nuestros entrevistados, estas unidades productivas resultan del proceso de reconocimiento –efectivo– del derecho a la vida de los hurgadores por parte del Estado, por medio de su órgano de gestión de los residuos sólidos urbanos (CEAMSE). Si bien existen diferentes situaciones, algunos entrevistados acusaron su participación en el marco de cooperativas que recibían el aporte de fondos del Programa Argentina Trabaja [32], implementado en el año 2009 por el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, y reformulado en el año 2018 tras la creación del Programa “Hacemos Futuro”[33]. Otros entrevistados señalaron participar en cooperativas auto-gestionadas que funcionaban en las proximidades del relleno sanitario.

f. Clasificación y acopio de materiales recuperables en depósitos barriales de pequeña escala

Esta actividad se lleva a cabo, por lo general, bajo la tutela de un patrón. Los trabajadores reciben, separan y acopian la carga, y el patrón cierra el precio con los carreros que llevan allí su recupero. A su vez, el negocio se completa hacia arriba con otros intermediarios de mayor tamaño, ubicados por fuera del barrio, en el marco de un vínculo directo entre patrón e intermediarios –los depositeros a los que nos referimos más arriba– del que los trabajadores no participan. 

En Costa Esperanza encontramos algunos galpones y lotes utilizados de modo exclusivo para estos fines, uno de ellos, propiedad de un vecino del mismo barrio.

g. Venta de bienes recuperados en feria barriales

Se trata de una práctica desarrollada por recuperadores que venden estos bienes a los feriantes, o acceden ellos mismos a un puesto en la feria, en particular para la venta de artículos de consumo final. Estos artículos son, en su mayoría, bienes comestibles y de uso personal (principalmente artículos de perfumería). Del testimonio de uno de los trabajadores entrevistados se desprenden las diferentes modalidades que asume esta actividad que, en ocasiones, puede incluir la puesta en valor del bien recuperado:

Algunos lo vuelven a revender en las ferias, algunos lo llevan para su casa. Es todo negocio (Ariel, entrevista personal, 7 de noviembre de 2012).

Observamos, también, que algunos puesteros compran lo recuperado al pie de la montaña de la CEAMSE para su reventa en la feria.

Conclusiones

Los resultados aquí presentados corroboran nuestra hipótesis, de modo que constatamos el proceso de especialización productiva territorial que abarca, principalmente, a los barrios de la cuenca media del Reconquista –en los que se vive, se acopia y se vende lo recuperado en las ferias populares– y a los complejos ambientales de la CEAMSE, donde se ubican la montaña y las plantas sociales de separación y clasificación –que brindan trabajo a unos 600 vecinos. Asimismo, comprobamos que dicho proceso se sostiene, fundamentalmente, en el trabajo de un grupo de hogares cuya estrategia de reproducción se basa, justamente, en la recuperación de desechos sólidos urbanos.

Respondiendo a la recomendación que hace Débora Gorban (2014) en su trabajo, intentamos aquí abandonar el prisma que nos propone el concepto de segregación, para analizar lo específico de los procesos socioespaciales de las clases populares y priorizar el estudio de las tramas territoriales que sostienen su reproducción. Cabe señalar que, en línea con el planteo de Gustavo Martín Rodríguez Merkel [34] (2014), entendemos que la segregación socio-residencial no es un atributo exclusivo de los sectores populares. También las clases medias son sujetos de este tipo de segregación por parte de las clases altas [35].

Por un lado, del análisis de esas tramas y de las modalidades que adopta la recuperación de desechos, se desprende que, en general, la mayoría tiene lugar puertas adentro del partido de San Martín, con fuerte arraigo en los asentamientos populares. Puede decirse que dichas prácticas delinean una cartografía que pone de manifiesto el fuerte anclaje de la economía de estos hogares a sus lugares de residencia y, a la vez, el debilitamiento de los límites geográficos entre el lugar de residencia y el espacio laboral. Este último rasgo constituiría una característica específica de los procesos socioterritoriales de las clases populares durante la posconvertibilidad.

Por otro lado, los datos obtenidos en la encuesta develaron, también, que la movilidad residencial es menor entre los hogares recuperadores si se la compara con la del resto de los hogares de Costa Esperanza. Puede esbozarse, entonces, a modo de hipótesis que, durante la posconvertibilidad, se equiparó el peso que tiene la disposición de una vivienda en el barrio en tanto determinante de la permanencia en el mismo, al que tiene la inscripción territorial, en tanto portadora de oportunidades en materia de recuperación de desechos.

Podemos concluir, también, que desde una perspectiva geográfica el entramado doméstico, barrial y regional que analizamos se manifiesta como un espacio de intensa actividad popular y de circulación de bienes –alimentos y materiales recuperados de alcance metropolitano. Para dar cuenta de dicho alcance, pueden rastrearse en el trabajo de Schamber y Suárez (2011) los diferentes “circuitos de valorización” que se conformaron en la Región Metropolitana de Buenos Aires en función de la naturaleza de los materiales recuperados. En esta línea, y adoptando categorías propias del urbanismo, puede establecerse que nos hallamos frente a un área de centralidad metropolitana, si se la concibe desde la perspectiva de los procesos de reproducción social de las clases populares, particularmente si se la concibe desde el prisma del desarrollo de la economía popular de los desechos. En otras palabras, el carácter central en este caso no se explicaría por la concentración del capital ni de las actividades más dinámicas de la economía metropolitana, tal como analizaron numerosos trabajos, algunos de los cuales citamos en la introducción de este artículo. Por el contrario, la centralidad de este territorio, cuyo origen datamos en la posconvertibilidad, se articuló en función del trabajo de las clases populares. En la misma clave lo interpretaron sus pobladores, cuando lo titularon La República de los Cirujas.

En este sentido, nuestra investigación nos abre otras perspectivas sobre los procesos de producción y circulación en el conurbano bonaerense, y mejora nuestra comprensión acerca de cómo los asentamientos populares se entrelazan con el territorio metropolitano y cómo las economías domésticas de las clases populares se articulan con la economía urbana metropolitana. En otras palabras, de las especificidades de los procesos socioeconómicos y socioterritoriales de las clases populares ■



REFERENCIAS

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Notas

1. Se agradece la lectura exhaustiva de Laura Babini y la colaboración de Carolina Barilá. (Volver)

2. Seguimos a Adamovsky (2012) quien hace uso del plural ya que considera que se trata de un conjunto múltiple y heterogéneo de grupos sociales. (Volver)

3. La posconvertibilidad refiere al período iniciado en Argentina luego de la caída del modelo económico previo –la convertibilidad– cuyo fin se expresó en la crisis política y social que nuestro país atravesó en el año 2001. (Volver)

4. Refiere a la concentración de la oferta comercial y de servicios en lugares de la periferia metropolitana asociados al desplazamiento residencial de las clases medias altas y altas. (Volver)

5. Refiere a las políticas pergeñadas en el Plan de Convertibilidad, el cual según Varesi (2010) expresó la forma más acabada de aplicación de las reformas neoliberales y estuvo caracterizado por la desregulación, la privatización masiva de empresas públicas y la precarización laboral. Asimismo, estableció la paridad cambiaria entre el peso argentino ($) y el dólar estadounidense (US$). (Volver)

6. Incluye las tareas de recolección en vía pública, con tracción a sangre y/o en relleno sanitario, así como las de separación –mediante quema y/o manualmente–, clasificación, acopio y venta de los materiales. (Volver)

7. Nos encontrábamos frente a un fenómeno social y económico que, si bien tenía sus raíces en los primeros tiempos del proceso histórico de conformación de la Ciudad de Buenos Aires –específicamente y tal como señala Verónica Paiva (2008), en la actividad del cirujeo que tenía lugar en los vaciaderos, denominación de los primeros sitios de disposición de residuos que conoció la metrópoli– inauguraba, sin embargo, un cambio de época en los modos de reproducción social de las clases populares del conurbano, dado el carácter masivo que asumiría durante los años posteriores a 2001. (Volver)

8. Como parte del Proyecto UNDAVCyT (2011) “La descalificación social en barrios populares del conurbano bonaerense”. Directora María Claudia Cabrera, Co-Directora Marcela Vio. (Volver)

9. Como parte del trabajo de campo se aplicó una encuesta representativa a hogares para recabar información sobre las condiciones de vida, y se realizaron entrevistas en profundidad con vecinos del mismo barrio que trabajan en la recuperación de desechos. (Volver)

10. En referencia al producto de las clases populares (Vio et al., 2017). (Volver)

11. Este trabajo se realizó entre los meses de junio y octubre de 2013, posterior al trabajo de campo realizado en el mes de noviembre de 2012, en cuyos resultados se basa este artículo. (Volver)

12. Ramal Retiro – José León Suárez, cuenta con 15 estaciones. Para el año 2010, registró más de 6 millones de pasajes vendidos. (Volver)

13. En el marco de las acciones de política urbana de escala metropolitana está vigente el Programa de Manejo Integral de la Cuenca del Reconquista que desde el año 2010 impulsó la Subsecretaría de Urbanismo y Vivienda del Ministerio de Infraestructura de la provincia de Buenos Aires. Este programa establece un área de intervención prioritaria en torno a la Cuenca del Reconquista, dentro de la cual incluye al sector urbano que analizamos en este apartado, además de otras áreas ubicadas en las adyacencias del mismo río en las jurisdicciones de Tres de Febrero y San Isidro. En líneas generales, prevé un conjunto de obras de infraestructura que mejoren las condiciones urbanas y ambientales del área establecida como prioritaria, la cual, además del partido de San Martín, incluye a los otros dos partidos mencionados. (Volver)

14. Estimaciones de la Secretaría de Desarrollo Social de la Municipalidad de San Martín. (Volver)

15. En términos generales, las propuestas de reestructuración del AMBA que formuló el gobierno dictatorial –como lo fue la creación de los rellenos sanitarios–, expresaron una racionalidad para la cual el conurbano se erigió como destino de todo aquello que debía ser expulsado de la ciudad de Buenos Aires, especialmente en relación a la basura. (Volver)

16. Esto implicó, a su vez, el fin de la incineración de los residuos. (Volver)

17. Se considera pasivo ambiental a aquellos sitios contaminados por la liberación de materiales o residuos peligrosos, que no fueron remediados oportunamente a fin de impedir la dispersión de contaminantes. (Volver)

18. El resto de su vida útil ha sido objeto de controversias y el curso del debate ha sido documentado por diferentes medios de la prensa escrita (Perelló, 2012). (Volver)

19. La composición física de los residuos que llegan a la CEAMSE provenientes del AMBA, cuenta con una mayor participación de desechos alimenticios y una menor de papeles, cartones, plásticos y residuos de poda y jardín, conforme los datos aportados por la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires (FIUBA, 2011). (Volver)

20. El volumen aportado por los generadores privados es del 10% del total. (Volver)

21. Frente a la modalidad centralizada con la que actualmente tiene lugar la disposición final en el complejo ambiental, la legislación provincial de reciente reglamentación establece la responsabilidad de los municipios frente a la gestión integral de residuos sólidos urbanos en el marco de la Ley Nacional 25916. (Volver)

22. En la misma línea, se sitúan hacia fines del 2000 las primeras iniciativas organizadas de trabajadores que viajaban con sus carros a los barrios más acomodados de la ciudad de Buenos Aires para realizar la recolección de los desechos recuperables. (Volver)

23. Ubicados en Ensenada, La Matanza y Avellaneda. (Volver)

24. Es esperable que alguna característica de las prácticas de recuperación de desechos, así como el porcentaje de hogares recuperadores, haya sufrido transformaciones si se tiene en cuenta el tiempo transcurrido desde la aplicación de la encuesta (noviembre de 2012) hasta la confección del presente artículo (abril de 2018). (Volver)

25. Es probable que este porcentaje sea aún mayor ya que frente a la consulta algunos hogares prefieren no dar cuenta de que trabajan en la recuperación de desechos. (Volver)

26. Esta expresión se refiere a la topografía elevada del relleno sanitario de la CEAMSE, que alcanza aproximadamente los tres metros de altura. (Volver)

27. Para preservar la identidad de las entrevistadas y los entrevistados se utilizan otros nombres de pila. (Volver)

28. Los testimonios recogidos destacan la recuperación de quesos, packs de salchichas, hamburguesas y jugos en polvo ensobrados. (Volver)

29.  Álvarez (2011) brinda un análisis minucioso acerca del derecho adquirido por estos trabajadores. (Volver)

30. Se reconocen los aportes de Schamber y Suárez (2011), Suárez et al., (2011) y Rodríguez Merkel (2011) en el análisis exhaustivo de estos circuitos en el AMBA. (Volver)

31. Respecto de la actividad, subraya que cada planta recibe aproximadamente ocho camiones de residuos domiciliarios por día y entre dos y cuatro camiones de generadores privados, lo que en total significa que aproximadamente procesan 60 camiones de residuos domiciliarios diarios y 30 camiones de generadores privados. (Volver)

31. Respecto de la actividad, subraya que cada planta recibe aproximadamente ocho camiones de residuos domiciliarios por día y entre dos y cuatro camiones de generadores privados, lo que en total significa que aproximadamente procesan 60 camiones de residuos domiciliarios diarios y 30 camiones de generadores privados. (Volver)

32. Cabe destacar que la participación bajo el paraguas de este programa introduce una situación de formalidad escasa entre los trabajadores de la economía popular. (Volver)

33. Bajo este nuevo programa se reformularon los lineamientos y objetivos de los programas “Argentina Trabaja”, “Ellas Hacen” y “Desde el Barrio”, correspondientes al Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. (Volver)

34. Critica el modo en que ha sido aplicado en el análisis de la distribución de la población en el AMBA. En primer lugar, distingue la segregación socio-residencial de otros modos de segregación propios de ciudades americanas y sostenidos en procesos de diferenciación étnica o religiosa. (Volver)

35. Esto se debe a que el acceso al suelo (en la urbanización capitalista) se dirime específicamente en el ámbito del mercado, y la separación es impuesta por individuos/grupos de mayor poder sobre otros de menor poder. (Volver)