Estrategia y formulación de Nodos de Integración Ribereña. Articuladores ambientales de la ciudad de Buenos Aires



EZEQUIEL FLAVIO MARTÍNEZ
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LIS ROCIEL LÓPEZ HERNÁNDEZ, ELIANA FERNÁNDEZ Y
LEONARDO ECHENIQUE
(colaboradores)

Universidad Argentina de la Empresa
Instituto de Ciencias Sociales y Disciplinas Proyectuales



Resumen

El artículo realiza un análisis de causas y consecuencias de las actividades humanas sobre el contexto físico y simbólico del territorio ribereño de la ciudad de Buenos Aires desde sus inicios hasta nuestros días. Presenta perspectivas sobre la evolución de la matriz cultural como fundamento de la forma, materialidad y hábitos de apropiación ribereña, una caracterización de las estrategias de transformación geográfica producto del vertiginoso crecimiento de la ciudad durante el siglo XIX y XX y muestra el proceso gradual de distanciamiento del río en base a las dificultades de accesibilidad, restricciones de derechos en diversos escenarios políticos y sociales. Finalmente plantea Nodos de Integración Ribereña como estrategia de gestión de escala local de carácter transversal para la reapropiación del territorio ribereño que posibilite ampliar los vínculos de los ciudadanos y sus ríos fundando una nueva matriz cultural ribereña.

Palabras clave
Energía, Integración urbana, Espacio público, Accesibilidad ribereña, Planificación estratégica, Articulación social, Matriz cultural, Gestión sostenible

Justificación

Las acciones humanas sobre los territorios que decide habitar transforman dicho espacio al designio del paradigma productivo, social y cultural propio de esa comunidad en ese tiempo.

En los ámbitos ribereños y costeros la disponibilidad y manejo de recursos técnicos para el desarrollo y evolución de los habitantes en sociedad exigen articular las dinámicas propias del lugar con las derivadas de las actividades urbanas y rurales.

Dicha articulación requiere el concurso de diversas miradas y saberes que, en un mismo momento, enriquezcan y complejicen tanto la identificación de causas, la caracterización de propuestas, así como la realización de eventuales proyectos.

Los procesos de transformación de diversas ciudades manifiestan de modo recurrente momentos donde se producen distanciamientos o desconexiones con sus frentes fluviales o marítimos, vale mencionar al respecto experiencias tales como la transformación costera de Barcelona sobre el mar Mediterráneo, Londres central sobre el río Támesis y la ribera de Rosario sobre el río Paraná para citar ejemplos en los que las distintas fases portuarias de cada una de estas ciudades concentraron las actividades logísticas como hegemónicas en un momento dado de su historia y posteriormente ingresaron en un proceso paulatino de restitución del vínculo ciudad-río a través de espacios públicos.

Desde la perspectiva actual las ciudades mencionadas han revertido esta desconexión, integrándose con sus cursos de agua no exclusivamente desde la matriz portuaria sino desde la fisonomía del espacio público ribereño y/o costero como articulador de usos mixtos (comercio, salud, entretenimiento, residencia, deportes, cultura entre otros).

Estas transformaciones han sido posibles desde diversas dimensiones de pensamiento y actuación, tanto de escala metropolitana, urbana y de sector y han incluido diferentes actores sean promotores públicos, privados, mixtos así como movimientos desde las organizaciones de la sociedad civil.

Desde las experiencias positivas mencionadas el escenario planteado parece orientarnos a superar la instancia de mera suma de voluntades y pasar, de un modo comprometido y arduo, a la integración simultánea de saberes. Suponiendo haber arribado a esta fase transdisciplinar, el territorio ribereño y nosotros, sus habitantes, exigimos ser observados, revisados, analizados, es decir constituir materia de trabajo que promueva proyectar porvenir incorporando al usuario universal, con sus limitaciones, potencialidades, deseos y experiencias.

Este artículo constituye un testimonio propositivo que promueve conocer para comprender, comprender para desear y desear para transformar desde una perspectiva ampliada y flexible capaz de ser simultáneamente plan y sector, de constituir parte consolidando el todo.

Introducción

Las ciudades de las dos costas, como siempre, se espejan mutuamente, y a través del Río que las une sus habitantes encuentran en la otra orilla los sueños que abandonaron en la propia (Silvestri, 2002, p. 568).

Existe una frase arraigada hace tiempo en el imaginario popular, quizá algo recurrente pero de razonabilidad evidente, que nos susurra: “Buenos Aires le da la espalda al río”, solo ocho palabras que incomodan desde la fuerza de una aparente contradicción inicial no superada.

La realidad actual de la ribera de la ciudad confirma en parte el sentido de la frase, más aún la debilitada cultura ribereña de su población que fue modificando hábitos conforme acontecía la gradual reducción de los espacios ribereños.

En efecto, dicha frase continúa interpelándonos con el soporte testimonial de su historia intermitente, allí colisionan la dimensión de los deseos y anhelos con las dificultades del colectivo social en materializarlos y desde allí mismo surge preguntarnos: ¿qué factores modificaron el vínculo ribereño de Buenos Aires? ¿Es posible evolucionar hacia la consolidación de una nueva matriz ribereña actual?

El objeto de estudio ciudad posee en las necesidades sociales que la constituyen el fundamento antropológico, aquel opuesto-complementario que nos plantea una serie de binomios tales como, seguridad y apertura, certidumbre y aventura, trabajo y juego, previsibilidad e imprevisto, unidad y diferencia, aislamiento y encuentro, lo inmediato y el largo plazo, entre otras; todas ellas sostenidas desde la necesidad de percibir “un mundo” en el que todo ser humano desarrolla las necesidades de acumular, gastar y hasta derrochar sus energías personales; ver, tocar, oír, gustar son percepciones constitutivas del ser en un medio físico contenedor (Lefebvre, 1969, pp. 127-128).

La ciudad redefine en forma permanente aquellos espacios receptores de estas necesidades sociales en un entorno urbano, así encuentran mayor o menor disponibilidad espaciales las actividades lúdicas y creadoras, actividades de identidad y símbolo; por ello estas necesidades urbanas requieren de lugares cualificados, lugares para la simultaneidad y el encuentro.

El espacio público ribereño articula el binomio sociedad-naturaleza, se manifiesta como el espacio de aparición simultánea de la dinámica urbana y la natural, ambas se presentan como expresión potencial del acceso y derecho a la ciudad.

Analizar totalidades es una utopía reduccionista que requiere de síntesis, si bien el propio acto de sintetizar es incompleto y parcial; para orientar y fundamentar la búsqueda de sentido será necesario descomponer y recomponer los fragmentos, seleccionar y descartar los acontecimientos.

En esta búsqueda de comprender procesos históricos sobre los espacios ribereños de la ciudad de Buenos Aires será necesario descubrir aquel germen virtuoso en lo disperso. No hay marcha atrás ni huida hacia adelante, el pasado, el presente y lo posible no se separan. En la urgencia de crear condiciones favorables para la evolución de la vida urbana el trabajo de análisis propone, ensaya y prepara formas sobre diversos aspectos de experiencias urbanas acontecidas y adquiridas, incluidos éxitos y mayormente fracasos, para alumbrar aquello posible desde una mayéutica de la ciencia urbana.

La propuesta de instrumentar el trabajo desde la transducción como método permite interrelacionar actividades, materialidades y acontecimientos desde operaciones relacionales espontáneas que vinculadas por el objeto de análisis propician tanto el rigor en la invención como conocimiento en la utopía (Lefebvre, 1969, p. 129).

Lo que sigue es acopio y síntesis organizadas que intentarán descubrir los procesos (causas) que aportarán luz para comprender las formas (consecuencias) sean estas tangibles e intangibles.

Un camino propositivo dirigido a dar respuesta, aunque sea de un modo provisorio, a las preguntas planteadas posibilitando nuevas perspectivas positivas que, adaptadas a las condiciones contemporáneas, incrementen la percepción y uso del territorio ribereño.

Las planicies encontradas / Paisaje inicial

Desprovisto de árboles, de piedra, de fauna cinegética, de metales preciosos, en ese lugar siempre se estaba de paso. Era pobre no únicamente por la ausencia de recursos que permite sobrevivir, sino pobre en su aspecto, estéticamente pobre, con los dos desiertos, el terrestre y el acuático, yuxtapuestos casi sin solución de continuidad, como si en los límites de uno y otro la tierra chata se licuara y, casi del mismo color, se volviera un poco más inestable (Saer, 1991, p. 44).

Tras los últimos 500 años de evolución, tanto del habitante como del espacio físico por él ocupado, la fisonomía del territorio sobre el que se asienta la hoy ciudad de Buenos Aires nos tiene reservadas aun, claves tangibles e intangibles para la comprensión de los procesos que incidieron en la configuración y materialización de la ribera actual.

Figura 1
Las naves de Américo Vespucio ingresan en el Río de la Plata.
Fuente: G. Stuchs, Nurberg, 1505-1506.

Figura 2
Vista del fuerte de Buenos Aires tomada desde el río.
Fuente: acuarela de Emeric Essex Vidal, 1817.

Nota a las Figuras 1 y 2: el planteo de la doble amenaza expresada tanto por los habitantes locales así como la propia dinámica hidrológica del Río de la Plata determinaron fijar el inicio de aquella célula urbana en el límite, un espacio entre, los bajos inundables del río, la barranca y la furia de los invadidos.

Las incursiones al Río de la Plata del siglo XVI marcaron a fuego y lanza las dificultades a superar para aquellos que, deseosos por conquistar el nuevo territorio, tenían por delante un escenario opuesto al de sus ambiciones. Las riquezas minerales no estaban allí, la fertilidad próxima tampoco estaba allí, los paisajes traídos en su memoria tampoco; pero sí allí estaban las “tribus” y “naciones” que poblaban esas tierras (Saer, 1991, p. 49).

Desde la literatura, numerosas referencias son elaboradas y traídas al presente para representarnos aquellos momentos, algunas aproximan una descripción de aquel tiempo de los dos desiertos, de confrontación de sistemas de pensamiento distintos, de culturas, en definitiva, tiempos de enfrentamiento y muerte:

Las dos planicies de la pampa y del río no poseen en sí ningún encanto particular y, así como todos sus habitantes vienen de otra parte –si consideramos el termino etimológicamente es un lugar que carece de aborígenes–, también la belleza que a veces las transfigura debemos atribuírsela no al lugar en sí sino a su cielo, a causa de su presencia constante, visible en la cúpula y en el horizonte circular (Saer, 1991, p. 44).

Los románticos imaginaron una ciudad donde apenas había un rancherío, un par de iglesias y un cabildo: Buenos Aires, aldea mínima. Lo otro era el desierto, que rodeaba a la ciudad no como paisaje encantador o sublime sino como amenaza anticultural que era necesario exorcizar (Sarlo, 1995, p. 20).

Por un lado la naturaleza del lugar fue hostil; tanto topografía como paisaje presentaban un territorio yermo cuya escasa vegetación se encontraba en los bañados del bajo barranca; por otro la amenaza de los invadidos, diversidad de tribus de las que vale nombrar a los charrúas, los charrúas de las islas, los guaraníes, los chaná-beguá, los chaná tambúes, los querandíes, los minuanes, los hohomas, los abipones y una lista casi interminable extendida en los 2,8 millones de km2 del actual territorio argentino.

Es desde la perspectiva de los invasores, es decir la mirada de Europa Occidental, que analizamos las transformaciones del territorio a través de una serie de acontecimientos que definieron forma y cultura en las riberas de la ciudad de Buenos Aires.

Si bien son percepciones parciales en tanto registro testimonial de los unos por sobre los otros, fundamenta la necesidad interpretativa desde el observador como aquel actor fundamental que da existencia a lo observado.

Para que exista un paisaje no basta que exista “naturaleza”; es necesario un punto de vista y un espectador es necesario, también, un relato que dé sentido a lo que se mira y experimenta; es consustancial al paisaje, por lo tanto, la separación entre el hombre y el mundo. No se trata de una separación total, sin embargo, sino de una ambigua forma de relación, en donde lo que se mira se reconstruye a partir de recuerdos, pérdidas, nostalgias propias, y ajenas, que remiten a veces a larguísimos períodos de la sensibilidad humana, otras a modas efímeras (Silvestri y Aliata, 2001, p. 10).

Dado que la cultura que realiza el registro tiene la opción de destacar o descartar, aquello que puede ser denominado familiar se antepone a lo diferente que por ser lo otro, constituye algún tipo de amenaza.

Así, la geografía, la dinámica hidrológica y la sucesión ecológica de las riberas rioplatenses no habrían remitido de modo alguno a las imágenes impresas en la memoria de los aventurados europeos arribados, es probable que nada de lo visible de aquel paisaje horizontal remitiera a los imaginarios marítimos o de ríos interiores propios de países centrales europeos.

Fotografía 1
Paseo de Julio, hoy avenida Paseo Colón, 1856.
Fuente: Archivo General de la Nación.

Fotografía 2
Dique de Puerto Madero, 1898.
Fuente: Archivo General de la Nación.

Nota a las Fotografías 1 y 2: el muro vertical como paradigma constructivo, defenderse del río; el inicio de la matriz portuaria como definición material que limita y aleja el acceso hacia aquel espacio interfaz entre la tierra y el agua.

Cultura y forma ribereña / La interfaz y el límite

Pensando bien la cosa, supondremos que el río / era azulejo entonces como oriundo del cielo / con su estrellita roja para marcar el sitio / en que ayunó Juan Díaz y los indios comieron. // Lo cierto es que mil hombres y otros mil arribaron / por un mar que tenía cinco lunas de anchura / y aún estaba poblado por sirenas y endriagos / y de piedras imanes que enloquecen la brújula. // Prendieron unos ranchos trémulos en la costa, / durmieron extrañados. Dicen que en el Riachuelo, / pero son embelecos fraguados en la Boca. / Fue una manzana entera y en mi barrio: en Palermo (Borges, 1974, p. 81).

En gran medida, el resto de la historia general es aparentemente conocida, sin embargo los condicionantes físicos y culturales que comenzaron a colisionar y acomodarse en aquella lejana Buenos Aires continúan transformando el espacio, las costumbres y los mitos que, llegados hasta hoy configuran nuestra característica polisémica.

Interfaz

Los bañados ubicados por debajo de la barranca conformaron ese espacio de transición o interfaz que fue objeto de constante intervención. 

Allí, las playas originales de tosca con vegetación achaparrada constituían la manifestación de la naturaleza. Desde lo topográfico, por sobre la barranca o el alto era el lugar definido por tierras seguras, aquellas que permitían el asentamiento y la construcción sobre tierra firme; en cambio debajo de la barranca, el bajo estaba constituido por aquel otro territorio díscolo cuya lógica flexible e inundable, propia de la dinámica del río, conformaba un espacio en perpetua transición.

Esta razón física fue la que Juan de Garay contempló en la segunda fundación de Buenos Aires, desechando el sitio de la primera –la desembocadura del Riachuelo– por ser fácilmente anegable prefiriendo, en cambio, fundarla sobre una meseta que tenía entre ocho y veinte metros de altura respecto de la costa del río; situación que permitió confiar a aquel suelo plano el trazado geométrico de la ciudad (Díaz, 2000, p. 60).

Al respecto y con posterioridad a los tiempos fundacionales de Buenos Aires, es singular la visión de Charles Darwin, realizada en uno de sus viajes de estudio en el año 1839, en referencia al riguroso trazado geométrico describió:

La Ciudad de Buenos Aires es grande y una de las más regulares, creo, que hay en el mundo. Todas las calles se cortan en ángulo recto; y hallándose a igual distancia una de otras todas las calles paralelas, las casas forman cuadrados sólidos de iguales dimensiones, llamados cuadras (1997, pp. 9-10).

Tal fuerza geométrica, al igual que el muro de la aldea original, se presentan como aquellos artefactos regulares creados por el hombre que contrastan con la irregular forma y fisonomía ribereña. Volviendo a los tiempos iniciales y en pos de poner en superficie nuevos indicios sobre las características del lugar, leemos:

Buenos Aires es hija de la perplejidad de los conquistadores que vinieron por metal fácil y se encontraron con tierra difícil. Una tierra virgen, recatada, pudorosa, más bien mezquina. Ninguna ostentación, ningún palacio, ninguna joya. Nada de la obscena magnificencia de las ciudades encontradas por Cortés o Pizarro. Nada de los ricos frutos de la tierra prodigados por las regiones tropicales. Nada de nada (Díaz, 2000, p. 21).

Es posible imaginar que la presión imperante entre la hostilidad intermitente de las tribus y la permanente del paisaje obligó a configurar el asentamiento en aquel extremo que brindaba la aparente seguridad del agua, lugar por donde vinieron y siempre podrían irse. 

Además, de las condiciones sobre las que se da la vida del hombre en la Tierra, y en parte fuera de ellas, los hombres crean de continuo sus propias y auto-producidas condiciones que, no obstante su origen humano y variabilidad, poseen el mismo poder condicionante que las cosas naturales (Arendt, 1993, p. 23).

Defenderse de la hostilidad del lugar y sus gentes, fue la premisa para una obstinada permanecía que exigió la constante transformación de aquella célula invasora constituida por el fuerte precario de los comienzos, más tarde la aldea protegida por muros de argamasa y posteriormente la fortaleza de muros de piedra.

Límite

Se ha dicho, en párrafos anteriores, que la primera fundación llevada a cabo por Mendoza, interpretó erradamente la lógica del entorno natural al construir el núcleo en cercanías al hoy Riachuelo; quizás esa razón, poco atenta a los ciclos naturales del lugar, algo tuvo que ver con su fracaso. También se dijo que, contrario a Pedro de Mendoza, Garay en la segunda fundación organizó la construcción del núcleo por sobre la barranca, asegurando al menos la perdurabilidad de la aldea desde lo topográfico ya que, ubicarla en la denominada terraza alta, despejaba la posibilidad que la aldea fuera destruida por la dinámica del Río de la Plata.

Si bien estas cuestiones físicas sobre la ubicación de las construcciones iniciales de Buenos Aires no son las únicas que intervinieron en la definición del destino posterior, sí son fundamentales para la comprensión de aquellos procesos en los que, ciertas consecuencias físicas, son producto de causas en las que el hombre ha optado por incorporar o desconocer las solicitaciones de la naturaleza.

Sobre la característica de una y otra fundación y las formas que derivaron de ellas es oportuno advertir que los diferentes modos de ubicación y apropiación del suelo ribereño tienen en cuenta la noción de límite:

Reflexionar sobre la relación cultura-naturaleza significa reflexionar sobre el problema de los límites. Nos referimos tanto a límites materiales como simbólicos, estrechamente unidos en la experiencia concreta de las primeras civilizaciones (Silvestri y Aliata, 2000, p. 16).

El límite como la materialización de lo controlado por el hombre –sea la muralla que contiene la aldea, sea la trama ortogonal que establece la organización de las futuras manzanas y calles, sea también el muro costero como la técnica constructiva más apta de la época– constituye la frontera última a transgredir, a ampliar; es fin y comienzo a la vez.

El muro, como el límite conocido interpuesto entre el hombre y el ambiente costero, comienza a afianzar su presencia al responder con eficiencia a la premisa de proteger los suelos a urbanizar. Comienza la historia de la materialización de la ribera de la ciudad de Buenos Aires, la dinámica urbana se impone a la del entorno natural. El muro replica la barranca pero esta vez con la geometría del hombre. Los territorios inundables quedan debajo, aislados de la ciudad alta; sus playas y bañados son percibidos como accesorios, residuales y sucios.

Entonces, aquel paisaje original, compuesto por la terraza alta y terraza baja con bañados –sostenidos en el tiempo por la condición nómade de los pueblos originarios–, fue paulatinamente transformándose formal y perceptualmente por otro, aquel representado por la inserción de una matriz cultural sedentaria. La tímida inicial construcción de muros de borde de los primeros asentamientos fue dando paso, con el correr de los siglos, a la actual configuración del borde de la ciudad de Buenos Aires.

Más adelante, en 1880, se delimita la jurisdicción política de Buenos Aires y su estatus de ciudad capital de la República Argentina. Dicho límite se presenta eminentemente fluvial dado que 2/3 de su perímetro es agua: Riachuelo y Río de la Plata y solo 1/3 tierra: la actual traza de la avenida General Paz.

La ciudad avanza sobre sus riberas / Rellenar, rectificar y entubar

Visto desde nuestros días y con la nueva capacidad de información, se puede decir que lo más relevante que ha sucedido en estas últimas décadas es, por un lado, el empeoramiento de algunas variables medioambientales y el incremento de las desigualdades en el mundo y por el otro, la asunción de la inseparabilidad entre cuestiones sociales y ecológicas y el consecuente y mayor interés de la población en la defensa de los derechos asociados a ellas (García Espuche, 2000, p. 5).

Si bien el espacio físico-político definido en 1880 se presentaba holgado para la época, el vertiginoso crecimiento de la ciudad durante el siglo XX y principios del XXI demandará más suelo urbano.

El ambiente, conformado por las fuerzas de la naturaleza en el paisaje original y la cultura dominante, representada por la fuerza europea que prevaleció, quizás refuercen la afirmación por la cual cualquier cosa que este en mantenido contacto con la vida humana asume el carácter de “condición” de la existencia humana (Arendt, 1993, p. 23); el primero por ser el soporte natural del lugar y el segundo por instalar criterios, modos y costumbres.

La condición actual del frente ribereño de Buenos Aires es fruto de un particular palimpsesto de intervenciones que desde aquel asentamiento inicial hasta la actual dimensión urbana parece haber sostenido como criterio básico, la defensa ante un medio hostil.

La actualidad tecnológica habilita diversidad de dispositivos que permiten resolver la interfaz tierra-agua, o como señala Juan José Saer ese “límite inestable”, sin necesidad de límites rígidos.

Sin embargo la actualidad cultural persevera en sostener como paradigma de materialización para el borde ribereño aquel que parece informarnos que en el interior del muro se está seguro (cosmos) y que en el exterior está la amenaza (caos).

En tal sentido, la sucesión de sistemas constructivos para materializar tanto zanjones como muros que conformaron la protección del asentamiento principal constituyeron la manifestación cultural para la permanencia y crecimiento, la sucesiva construcción de límites rígidos por sobre las playas y bañados es la manifestación cultural de la relación ciudad-río de Buenos Aires. La forma tiene un sedimento evocativo.

La idea de forma está expresamente asociada al límite y a la distinción entre un individuo y otro (morphe, figura o determinación exterior de la materia). En su versión Platónica, es asociada con la Idea (Eidos), lo permanente más allá de los cambios. Lo inteligible, así, está hecho de límites, definiciones, formas; y así las apelaciones a la forma tanto en el mundo antigua como en la modernidad invocan metáforas arquitectónicas, ya que la función primordial de la arquitectura fue la de establecer los límites entre la forma y lo informe (Silvestri y Aliata, 2000, p. 17).

Tres estrategias, derivadas del crecimiento de la ciudad y su dinámica, harán que paulatinamente complete y exceda los límites trazados en 1880: rellenar, rectificar y entubar.

Rellenar

A partir de esta matriz cultural la ciudad avanza sobre sus riberas, tanto sobre el Río de la Plata como el Riachuelo se producen procesos de transformación topográfica y de forma, que incorporarán suelo con relativa estabilidad por sobre los bajos inundables que amortiguaban la dinámica fluvial. Así es que la ciudad de Buenos Aires tiene 2.500 ha más que el territorio definido en 1880, ellas son fundamentalmente acreciones sobre el Río de la Plata.

Rectificar

Las acciones de consolidar territorio también requirieron modificar dinámicas hidrológicas y alterar la geografía de ríos; la más significativa fue la rectificación del Riachuelo. Proceso de eliminación de la forma meandrosa para dar lugar a formas más sintéticas de la que el canal recto del tramo Puente Alsina-Puente La Noria, de 6 km de longitud, es su principal exponente.

Entubar

Diversas cuencas interiores fueron incluidas en el paradigma de la transformación geográfica y se produjo un proceso complementario al de rellenar y rectificar que fue el de entubar ríos y arroyos interiores. Tal destino tuvieron los arroyos Medrano, White, Vega, Maldonado yUgarteche, tributarios al Río de la Plata y el Cildañez, tributario al Riachuelo, entre otros.

Es posible interpretar que las tres estrategias mencionadas fueron la clave técnica, material y de forma que colaboraron en definir la matriz cultural ciudad-río, en la que los cursos de agua y sus bajos inundables fueron percibidos como negativos tanto para la movilidad urbana creciente como para la perspectiva sanitarista.

Así, las obras que encarnan el desarrollo adoptan a la ingeniería como paradigma transformador, realizando grandes obras que ocultarán los ríos y arroyos de Buenos Aires; rectificados, entubados y enterrados desaparecen de la vista cotidiana de los habitantes de la ciudad.

Usos reales e imaginarios / El deseo reprimido

El futuro se planifica, se sueña, se imagina o se presiente; el futuro se ignora, se niega o se teme. Pero, con mayor o menor peso, integra siempre la vida y el imaginario de toda sociedad. Las distintas miradas hacia el futuro califican a la sociedad que las construye y hablan más de esa sociedad que del mismo futuro que proyectan. Hablan de una forma de conocimiento, de un diagnóstico y de una crítica a la sociedad de la que emergen, hablan de sus deseos y de sus formas, hablan de sus ilusiones y de sus miedos (Gutman, 1999, p. 378).

La distribución de los usos de la ciudad ha sido heterogénea en tanto se consolidaban los centros barriales que la conforman, en cada caso se verifica la mixtura de usos donde el predominante es el residencial.

Los procesos descriptos de rellenar, rectificar y entubar han tenido diferentes caracterizaciones según de qué ribera se trate. En términos generales la ribera del Riachuelo ha tenido un proceso histórico de actividades vinculadas con el uso portuario e industrial afianzado sobre el frente fluvial y el uso residencial asociado consolidado en sus cercanías.

Contrariamente, el Río de la Plata ha caracterizado el uso portuario y aeroportuario junto con predios destinados a infraestructuras de provisión de energía y agua; además de tierras cedidas a usos recreativos de fuerzas de seguridad nacional, clubes, el predio destinado a la Ciudad Universitaria de la Universidad de Buenos Aires, así como la Reserva Ecológica Costanera Sur y Norte. Todo ello con una baja presencia de uso residencial asociado.

Tomando como zona de influencia de la ribera del Río de la Plata un área comprendida desde su costa hasta la avenida del Libertador (sentido oeste-este) y desde arroyo Raggio hasta desembocadura de Riachuelo (sentido norte-sur), en el marco del Atlas Ambiental de Buenos Aires (AABA) (Martínez, 2004) se han identificado los siguientes usos y sus porcentajes:

(45%) Equipamiento / Infraestructuras
(28%) Espacios Abiertos públicos
(13%) Áreas residenciales
(14%) Vialidades

La información relevada se modifica de modo relevante si se consideran los usos del área ribereña específica, es decir desde la propia costa hasta la autopista Illia (sentido oeste-este) donde el uso residencial desaparece, la influencia del espacio abierto público disminuye al quedar afuera el parque 3 de Febrero, Palermo y los parques de zona Recoleta.

De tal forma que los usos quedan distribuidos de la siguiente manera:

(70%) Equipamiento / Infraestructuras
(18%) Espacios Abiertos públicos
(0%) Áreas residenciales
(12%) Vialidades

Es razonable la connotación del gentilicio porteños dado que en nuestra historia han predominado de modo cultural y físico los puertos como principal vínculo con los frentes fluviales de la ciudad. Los puertos de La Boca, Madero y Nuevo ocuparon cerca de 15 km de perímetro ribereño sobre un total de 35 km. Sin embargo, la Costanera Sur y Norte que totalizan 7 km han representado un fuerte impacto cultural y simbólico, siendo ambas espacios públicos populares y masivos.

Fotografía 3
Sudestada Costanera Norte, 1996.
Fuente: Archivo General de la Nación.

Fotografía 4
Playa Reserva Ecológica Costanera Sur.
Fuente: Walter Pico, 1999.

Nota a las Fotografías 3 y 4: el crecimiento de la ciudad sobre el río; por un lado, la evolución del recurso relleno para resolver nuevos espacios donde alojar demandas de infraestructura, Costanera Norte y el muro vertical y, por el otro, la Reserva Ecológica Costanera Sur un nuevo territorio naturalizado a partir del refulado de los canales portuarios, hoy sitio Ramsar, humedal protegido.

Recordados son los paseos por Costanera Sur (1916), espacio diseñado para el esparcimiento donde la vinculación con el Río de la Plata era a través de una sucesión de espacios públicos: el paseo alto, con equipamientos y espacios de actividades; el paseo bajo, que permitía una aproximación al agua sin ingresar; las gradas que eran el nexo directo con las aguas para el baño.

De un modo diferente, la Costanera Norte (1937) solo nos posibilita visualizar el agua, sin escalinatas ni gradas no fue diseñado para el contacto con el agua, a excepción del balneario denominado Saint Tropéz que en la década del sesenta y setenta era un espacio de gran concurrencia y su playa aún hoy es recordada.

Existen modos y lugares desde donde los ríos son visualizados, existe también la percepción que esos espacios son insuficientes y en gran medida inadecuados para el disfrute público. Hay una serie de usos ribereños que no son masivos en la ciudad, hay una deuda, algo que fue sustraído o disminuido que debe ser devuelto.

Nadar, remar, pescar, tener momentos de esparcimiento pasivo, navegar entre otros son acciones que desde las riberas de la ciudad no se realizan o tienen alcance para pocas personas. Intervenir para disminuir los factores negativos que sostienen la distancia con el río, sea contaminación, accesibilidad o la falta de espacios es un imperativo de sustentabilidad urgente.

Fotografía 5
Espigón Plus Ultra, costanera Sur, 1924.
Fuente: Archivo General de la Nación.

Fotografía 6
Captación de residuos sobrenadantes en Riachuelo.
Fuente: Walter Pico, 1999.

Nota a las Fotografías 5 y 6: acceso recreativo vs. contaminación irresuelta, el dilema del uso de los frentes fluviales y el imperativo de su calidad de aguas y barros. Un círculo vicioso que ha afianzado a la inacción como plan de acción.

Nodos Estratégicos / Hábitat y desafío

No vemos directamente lo que vemos, sino que vemos el fenómeno en función de estructuras específicas de la conciencia, que fueron construidas durante siglos de cultura occidental. Si hoy observamos el Río de la Plata, en esta visión se infiltran impensadamente valores, formas y mecanismos de los cuales no somos totalmente conscientes.

Representamos un lugar físico a través de imágenes significativas que se conectan con otros valores de la sociedad. No se trata de aproximaciones individuales, sino colectivas, construidas por la historia; no solo de imágenes placenteras, sino de imágenes que denotan otras cosas diferentes a las que en efecto vemos. Conforman un arsenal tan etéreo como activo a través del cual comprendemos y actuamos sobre cada lugar (Silvestri, 2002, p. 534).

De un modo invariable, el pasado, presente y futuro de la ciudad depende de su vínculo con el sistema de cuencas que constituye su paisaje ribereño, tanto desde sus ríos y arroyos interiores hasta sus frentes fluviales. Son las posibilidades de un nuevo paradigma basado en consolidar acciones virtuosas sobre el paisaje y el ambiente las que multiplicarán los beneficios ecológicos, culturales, turísticos y productivos.

El espacio urbano de la ciudad, además de su dinámica urbana, superposición de acontecimientos propios de las actividades de sus habitantes, es sostenido día tras día por la dinámica natural, sumatoria de acontecimientos propios del entorno natural tanto aquellos provenientes de la pampa ondulada como de los ríos de llanura, el Riachuelo y el propio Río de la Plata. Ambas dinámicas simultáneas presentan ciclos constantes y diversos.

A los efectos de producir nuevas miradas sobre la accesibilidad y vinculación de las riberas de la ciudad de Buenos Aires se identificarán fragmentos urbanos transversales a los frentes fluviales cuyas características iniciales presentan potencial desde sus preexistencias para reestablecer el vínculo ciudad-río. Si bien los procesos de transformación urbana demandan tiempo de desarrollo tanto desde su definición de petición como la realización de los proyectos, así como sus obras, es posible definir espacios continuos desde las huellas de recorridos anteriores, evidencias que a modo de corredores ribereños pueden constituirse en “células transformadoras” de la relación de cada barrio con su ribera cercana (Jacobs, 1961, p. 162).

Esta posibilidad se sustenta por medio de una gestión que genere acciones y cambios desde un abordaje operativo intermedio, es decir ubicado entre la “planificación tradicional”, algo más rígida y burocrática cuyos resultados se obtienen con mayor tiempo y recursos, y el denominado “urbanismo táctico” definido por acciones temporales, a corto plazo y de bajo costo llevadas a cabo con fines específicos tematizados desde las organizaciones de la sociedad civil(Steffens, 2013, p. 13).

Constituye parte del proceso de gestión definir técnica y cuantitativamente la dimensión de las obras necesarias tanto aquellas de carácter superficial (sendas, mobiliario, iluminación y señalética) que se aplican sobre el espacio público existente como aquellas de carácter estructural (desagües, puentes y forestaciones) que podrán requerir inversiones de mayor porte.

Los Nodos Estratégicos permiten alentar una nueva dimensión urbana que une zonas interiores con costeras a través de la conformación de corredores que revalorizan el patrimonio tangible e intangible de la ciudad uniendo signos, símbolos, hitos mediante la red vehicular y peatonal existente reconfigurada constituyendo su “capital urbano” característico (Steffens, 2013, p. 19).

Sobre ambos territorios fluviales (Río de la Plata-Riachuelo) se han identificado 12 nodos, 6 en cada frente fluvial. Los componentes tomados en cuenta para la identificación son:

>  Movilidad / Accesibilidad
>  Usos predominantes / Usos complementarios
>  Hitos locales / Hitos Ciudadanos
>  Espacio escénico ribereño

Seguidamente se detallan los nodos identificados.

Para un abordaje de mayor desarrollo de la propuesta se elaboran dos instancias propositivas, por un lado la ampliación temática sobre dos Nodos Específicos y por otro la generación de un instrumento de gestión denominado Fichas Territoriales.

Fotografía 7
Bañistas playas Costanera Sur, 1924.
Fuente: Archivo General de la Nación.

Fotografía 8
Playa Encuentro, Reserva Ecológica Costanera Sur.
Fuente: anónimo.

Nota a las Fotografías 7 y 8: acceder desde los barrios hacia las costas como manifestación física y simbólica de la reapropiación del espacio público ribereño. El uso y disfrute individual y colectivo de la tierra y el agua pública.
Propuesta de Nodos Específicos

Se realiza el avance sobre dos Nodos, uno por cada frente fluvial, los que caracterizan la vinculación transversal con el río. En ambas locaciones se proponen corredores característicos constituidos por espacios públicos existentes generando un proceso de rescate de la memoria colectiva y sus registros testimoniales ribereños para su puesta en evidencia como bases para su transformación, así como propuestas de obras tácticas (senderos, mobiliario, puentes y servicios urbanos) en cada caso que serviría para articular espacios hoy separados (Martínez, 2017, p. 89).

Figura 3
Dimensión ribereña / Río de la Plata-Riachuelo.
Fuente: elaboración propia, 2017.
Figura 3
Dimensión ribereña / Río de la Plata-Riachuelo.
Fuente: elaboración propia, 2017.

Los nodos seleccionados pertenecen a los extremos de cada curso de agua en el territorio de la ciudad de Buenos Aires, sobre el Río de la Plata, en el extremo norte el denominado Nodo 5-avenida Udaondo / Reserva Natural Norte y en el Riachuelo, su extremo oeste el Nodo 5- Villa Olímpica / Parques-Lagos.

Figura 5
Identificación Nodos Estratégicos Específicos / Río de la Plata-Riachuelo.
Fuente: elaboración propia, 2017.
Figura 6
Izquierda: Nodo 5 Río de la Plata, Av. Udaondo / Reserva Natural Norte. Derecha: Nodo 5 Riachuelo, Villa Olímpica / Parques-Lagos.
Fuente: elaboración propia, 2017.

El proceso de caracterización de los Nodos elegidos presenta 3 núcleos de información y análisis, cada uno de ellos articulará las preexistencias con la intencionalidad de unir-vincular el espacio ribereño de carácter escénico con áreas interiores de la ciudad en una distancia en sentido transversal de aproximadamente 1 a 2 kilómetros. Los núcleos de información son:

Áreas de Influencia

Identificación de las zonas que engloban formas urbanas sean por extensión abierta como por densidad y continuidad.

Su finalidad es determinar el territorio interior que posee potencial vinculación con el río, de modo de generar suelo habitado con posibilidad de ser parte del proyecto a través de procesos de participación focales que faciliten el consenso y generen la “apropiación ciudadana” como sustento de identidad para ampliar la cultura ribereña.

Usos por Franjas

Identificación de usos homogéneos de carácter lineal o por área.

El objetivo radica en afianzar el perfil por usos que sean complementarios al espacio ribereño, vincular las residencias y sus áreas de servicios linderas son fundamentales para la apropiación ciudadana antes descripta. Caracterizando los usos por áreas es posible fundamentar la ecuación de sustentabilidad económica del proyecto mediante la eventual consulta de intención de pago local por medio de un incremento del ABL (impuesto municipal de la ciudad “Alumbrado, Barrido y Limpieza”) sobre una base monetaria a determinar.

Acciones Transversales

Caracterización de corredores peatonales con diversidad de destinos ribereños.

Definir los corredores transversales es una acción que supone el uso de las huellas del lugar, las calles existentes así como los puentes. Asimismo, en tanto proyecto integral se podrán incorporar obras para establecer el escenario completo de la propuesta. La que podrá obtener financiamiento a partir de la voluntad de pago por medio del ABL así como el presupuesto de la ciudad previsto para la comuna.

La información obtenida es graficada en modo esquemático para identificar las operaciones sobre el espacio. La intención de estos gráficos es la comprensión independiente de cada uno de los temas analizados en cada núcleo de información para integrarlas en una única operación. Dicha operación de integración permitirá detectar las instancias de gestión y obras necesarias para llevar a cabo el desarrollo de cada Nodo Estratégico.

Figura 7
Núcleos de Información Nodo 5, Río de la Plata.
Fuente: elaboración propia, 2017.

Figura 8
Núcleos de Información Nodo 5, Riachuelo.
Fuente: elaboración propia, 2017.

Propuesta de Fichas Territoriales por Nodo

La información relevada a través de los componentes descriptos (1. Movilidad / Accesibilidad, 2. Uso predominantes / Usos complementarios, 3. Hitos locales / Hitos Ciudadanos y 4. Espacio escénico ribereño) es sistematizada en Fichas Territoriales presentadas como instrumentos de conocimiento y guía para la gestión.

Sobre un Nodo Estratégico Riachuelo, se ha sintetizado la información recolectada que fundamenta la elección de cada enclave y constituye la herramienta inicial para propuestas futuras (ver estructura de la ficha en la Figura 9).

Se estima de importancia ampliar el trabajo para caracterizar cada nodo definido y desarrollar la totalidad de las fichas territoriales a los efectos de consolidar la integralidad de la propuesta.

Figura 9
Modelo Ficha Territorial por Nodo, Nodo 1, Riachuelo.
Fuente: elaboración propia, 2017.

Conclusiones / Perspectivas

Múltiples factores tangibles e intangibles constituyeron las causas que determinaron la relación ribereña actual, conocerlos y comprender los procesos que los definieron nos permite identificar aspectos favorables y desfavorables para dirigirlos hacia su redefinición cultural y física.

Sobre las preguntas iniciales relativas a la modificación del vínculo y la evolución hacia una nueva matriz, es necesario afirmar que la ciudad y su frente fluvial son dinámicos y por ello su modificación y evolución desde una nueva perspectiva son posibles.

Los pensamientos, planes y proyectos que hasta hoy conforman la plataforma historiográfica para la evolución futura, nos permiten discernir, desplazar las hipótesis rígidas e incorporar las visiones contemporáneas que posibiliten avanzar. Numerosos proyectos de gran escala quedan como testimonio propositivo pero inacabado de estas visiones(Novik, 2002).

Percibir y observar el paisaje ribereño es un acto múltiple que se ejerce tanto desde espacios públicos colectivos como desde espacios privados individuales, hacer foco en el punto de vista habilita comprender la diversidad de secuencias de condicionamiento del observador y la consecuente entidad imaginaria de paisaje resultante.

Se propone dar forma a un nuevo instrumento de gestión que movilice el deseo como primer estímulo y promueva la desmitificación como metodología que permita superar barreras tecnocráticas de algunas disciplinas así como del propio imaginario colectivo producto de idearios de otros tiempos.

Los Nodos Estratégicos, como sistema flexible de gestión territorial a escala intermedia se presentan como un potencial instrumento para la concreción de la evolución positiva del vínculo ribereño, fundamentado en la caracterización de las preexistencias del espacio público como aquel capital urbano posibilitante desde el cual intervenir focal y estratégicamente.

Incorporar una nueva dimensión de disfrute por medio de la reapropiación del espacio público del paisaje ribereño posibilita disponer de accesibilidad y gratuidad a espacios costeros y ribereños incrementando la calidad de vida tanto de los habitantes de la ciudad como sus visitantes.

El aporte de la investigación, es la generación de un abordaje sistémico flexible fundamentado desde la caracterización de preexistencias materiales y simbólicas barriales que posibilitan dinamizar el uso de recursos optimizando la realización de obras puntuales que deberán ser debidamente dimensionadas.

El territorio ribereño constituye un palimpsesto político entre naturaleza y cultura y es a partir de su diversidad superpuesta en el tiempo que, sumando causas y consecuencias, contiene las claves de un porvenir que puede reeditar e incrementar los vínculos virtuosos ■


REFERENCIAS

  • Arendt, H. (1993). La Condición Humana. Barcelona: Ediciones Paidós.
  • Borges, J. L. (1974). Fundación Mítica de Buenos Aires.
  • Obras Completas. Buenos Aires: Emecé Editores.
  • Darwin, C. (1997 [1839]). Viaje de un naturalista alrededor del mundo (1839). Madrid: Akal.
  • Díaz E. (2000). Buenos Aires una mirada filosófica. Buenos Aires: Editorial Biblos.
  • García Espuche, A. (2000). Hacia una economía sostenible. Una única Tierra, ¿dos humanidades? Barcelona: Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona.
  • Gutman, M. (1999). Buenos Aires 1910: Memorias del Porvenir, Sección 5: La euforia del Centenario y el futuro de la metrópolis, Anticipaciones del futuro en 1910. Buenos Aires: GCBA/FADU-UBA.
  • Jacobs, J. (1961). Muerte y vida de grandes ciudades americanas. Segunda Parte: Condiciones Previas de Diversidad Urbana. Madrid: Ediciones Península.
  • Lefebre, H. (1969). El Derecho a la Ciudad. Barcelona: Ediciones Península.
  • Martínez, E. F. (2007). Atlas Ambiental de Buenos Aires. Unidad de Paisaje Costa. Urbanización. En P. Nabel y D. Kullock (Eds.).
  • Atlas Ambiental de Buenos Aires (1ra ed.). [CD-ROM]. Buenos Aires: Museo Argentino de Ciencias Naturales.
  • Martínez, E. F. (2017). ¡El río está vivo! Revista de la Sociedad Central de Arquitectos, (258), pp. 89-91.
  • Novik, A. (2002). La costa en proyectos. Revista de la Sociedad Central de Arquitectos, (201), pp. 56-65.
  • Saer, J. J. (1991). El río sin orillas. Buenos Aires: Alianza Editorial.
  • Sarlo, B. (1995). Borges, un escritor en las orillas. Buenos Aires: Espasa Calpe Argentina/Ariel.
  • Silvestri G. y Aliata F. (2001). El paisaje como cifra de armonía. Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión.
  • Silvestri, G. (2002). El Río de la Plata como Territorio. Obras, proyectos y representaciones en el Río de la Plata. Buenos Aires: Ediciones Infinito.
  • Steffens, K. (2013). Urbanismo Táctico 3: Casos Latinoamericanos. [Archivo PDF]. Recuperado de http://www.ciudademergente.org

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